La venganza en diferido de Corinna Larsen

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El general Félix Sanz Roldán salió a trabajar aquel sábado 5 de mayo de 2012 con la misión de evitar un divorcio que amenazaba la estabilidad del país. Pese a ser un día no laborable, el jefe del servicio secreto español avisó a su esposa de que comería fuera de casa. Voló de Madrid a Londres, donde se había citado en el hotel Connaugt con una mujer nacida en Frankfurt (Alemania) en 1965, de nacionalidad danesa y con residencia en Mónaco desde 2008. Ambos conversaron, sin testigos, durante una hora.

Cuando Sanz Roldán relató mucho tiempo después y en privado aquel episodio (con EL PAÍS como testigo), recalcó el motivo de la operación secreta: “El Gobierno de Mariano Rajoy temía que el Rey, en lo peor de la crisis económica, se divorciara, abdicara y se fuera a vivir con Corinna Larsen”. Para evitar ese riesgo de crisis en la institución monárquica, el jefe de los espías pidió a Larsen que pusiera fin a la relación sentimental con Juan Carlos I “por el bien de España”.

Pero Larsen se lo tomó como una amenaza y lo cuenta ahora de una manera muy diferente: “Me dijo que yo sabía cosas que podían afectar a 45 millones de personas y que no podía garantizar mi seguridad personal ni la de mis hijos si no cumplía con sus recomendaciones, que en realidad eran órdenes. Y que el Rey estaba pensando en abdicar”. El general Sanz Roldan negó en un juicio tales amenazas.

La cita sin testigos de Londres entre la examante de Juan Carlos I y el exjefe de los servicios secretos es solo uno de los episodios de presunto acoso, seguimientos ilegales, amenazas y extorsiones que Larsen desglosa en la demanda que presentó en junio de 2021 y que amenaza con llevar al banquillo al rey emérito.

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Corina Larsen asegura que su romance con Juan Carlos I se prolongó cinco años, entre 2004 y 2009. El rey emérito conoció entonces a otra mujer y ella decidió romper, según su versión. Continuaron siendo muy amigos, hasta el punto de que a finales de 2011, el rey le prestó 1,7 millones para comprarse una casa en Eaton Square valorada en 5,9 millones; y en abril de 2012 ambos acudieron juntos al safari de Botsuana donde Juan Carlos I se rompió la cadera, después de lo cual fue operado de urgencia en España, salió del hospital con muletas y pidió perdón en público a todo el país.

Los hechos que describe la demanda de Larsen —”acusaciones infundadas”, según los abogados de Juan Carlos I— se basan en pruebas difusas. En todo caso, no es descartable que haya finalmente un juicio, porque el juez Matthew Nicklin ha denegado el recurso del exmonarca para evitar la investigación al entender que no le protege en esta causa la inmunidad como exjefe de Estado, ya que el delito presuntamente cometido no tendría que ver con el ejercicio del cargo sino que tendría una índole estrictamente personal (salvo, puntualiza el juez, que se acreditara la participación del CNI en el acoso).

Los nueve años que Corinna Larsen lleva sufriendo supuestamente el acoso del exmonarca —desde abril de 2012 hasta que decidió interponer la demanda, en junio de 2021— están plagados de versiones contradictorias, a veces de la misma persona, sobre los hechos conocidos.

Juan Carlos I.Foto: VÍCTOR SANZ | Vídeo: EPV

Regalo por amor o tapadera fiscal. Juan Carlos I perdió buena parte de su prestigio tras sufrir un accidente en Botsuana mientras cazaba elefantes en un safari de lujo en abril de 2012, cuando la crisis abría grandes heridas en España. El banco suizo donde ocultaba su fortuna (65 millones de euros) advirtió al monarca de que tras el escándalo de la cacería sería conveniente cerrar la cuenta para no someter a la entidad a un riesgo reputacional en caso de que se conociera la existencia de esos fondos opacos. Juan Carlos I decidió entonces traspasar todo el dinero a la cuenta de Corinna Larsen en el banco Gonet de Nassau (Bahamas), según explicaron los dueños del banco.

Cuando la mujer trata de explicar las razones de aquel regalo multimillonario de Juan Carlos I, ofrece versiones distintas. “Me ofreció ese dinero por gratitud y por amor. Quería asegurar un buen futuro para mis hijos y para mí. Pienso que hay una última razón: que aún tenía la esperanza de recuperarme”, declaró ante el fiscal Yves Bertossa el 19 de diciembre de 2018.

Tres años antes de aquella confesión en Suiza, Larsen contó otra versión menos emocional y más pragmática respecto a los regalos del Rey. En abril de 2015 recibió por primera vez en su casa de Londres al comisario José Manuel Villarejo, quien le mostró informes (falsos) del CNI contra ella para ganarse su confianza. Corinna Larsen le contó entonces que Juan Carlos I tenía una estructura financiera que le había montado el abogado Dante Canonica en la que intentaba poner cosas a nombre de otros: “Me ha puesto a mi nombre [cosas] no porque me quiera mucho sino porque soy residente en Mónaco y entonces no tengo el problema de declarar el patrimonio”, le dijo.

En esa conversación, que Villarejo grabó sin que nadie lo supiera, Larsen ocultó a sus interlocutores que el rey Juan Carlos le había regalado tres años antes una fortuna de 65 millones que tenía oculta en Suiza.

Pero la mujer ya dio entonces alguna muestra de su preocupación ante el peligro de verse envuelta en procesos judiciales. En la conversación con Villarejo, con el empresario Juan Villalonga también presente, afirmó: “Me lo ponen a mi nombre y después dicen: esta no quiere devolverme las cosas. Pero si lo hago, es blanqueo. Yo estoy viviendo una pesadilla enorme porque lo han hecho con dos o tres cosas y están poniéndome mucha presión. Eso lo han hecho con varias cosas, están poniéndome una presión bárbara. Las pruebas de quien ha hecho esas estructuras las tengo”.

Juan Villalonga. Si tú quieres te llevas a la monarquía por delante.

Corinna Larsen. Sí. Pero yo no quiero hacer daño. Esa nunca ha sido mi intención.

La frase, registrada en la grabadora de Villarejo, envejeció muy rápido.

Abdicación y furia. El 18 de junio de 2014 se hizo efectiva la abdicación de Juan Carlos I en favor de su hijo Felipe VI. Sucedió dos años después de que Félix Sanz Roldán acudiera a Londres para convencer a Corinna Larsen de que rompiera con el rey para evitar el divorcio y la abdicación. Pero el monarca, según contó su examante a la BBC, no cejó en el empeño: “En 2014 hizo intentos desesperados para que volviera con él, pero se dio cuenta de que no iba a volver y se puso completamente furioso. Pidió que le devolviera todo. Creo que fue solo un berrinche”, contó. La mujer detalla ahora en su demanda que Juan Carlos I le llegó a proponer matrimonio en mayo de 2014 y, ante la negativa de Larsen, el rey emérito le exigió que le devolviera los regalos y “difundió acusaciones falsas de que le había robado dinero”. Los reproches de Larsen continúan: según su versión, en octubre de 2014 el rey emérito intentó desprestigiarla ante sus clientes, y en enero de 2015 difundió a los medios información falsa contra ella.

En 2016, Larsen vuelve a ver al comisario Villarejo y le cuenta que Juan Carlos I continúa en campaña internacional contra ella. La Unidad de Asuntos Internos de la policía sitúa esta cita en septiembre de 2016 y transcribe así las confidencias de la mujer: “El emérito ha llamado a Rusia, en Rusia me quieren muchísimo. Entonces, me lo ha dicho el propio Serguéi Lavrov [ministro de Exteriores de Rusia desde 2004], que ha recibido la llamada y le dijo que yo nunca había cometido nada de nada, ‘es de una lealtad con nosotros y de una transparencia total, la queremos muchísimo y vamos a continuar trabajando con ella’. Y también ha hecho una llamada a Bill Clinton, me lo ha dicho. Sabe que estoy con Rusia, pero también con los americanos, y con el Gobierno francés. Pero llega un momento que la gente no te hace caso. Es muy triste porque la gente mira solo el resultado. Y ahora ¿Qué hace él para ellos? Nada. La vida es así”.

El rey Juan Carlos I, Corinna Larsen y su hijo Alexander posan junto al árbol en Navidad.
El rey Juan Carlos I, Corinna Larsen y su hijo Alexander posan junto al árbol en Navidad.

Una firma del exmonarca para salvar a su expareja. Pese a la envenenada relación con Juan Carlos I que Corinna Larsen detalla en su demanda, el rey emérito hizo un movimiento para blindar a su examante ante la investigación judicial que el fiscal suizo Yves Bertossa había puesto en marcha. En agosto de 2018, Juan Carlos I firma un documento donde declara: “La donación por mi parte a la señora Corinna Zu Sayn-Witgestein fue irrevocable. Esta última nunca ha retenido, desde la donación, los activos transferidos en mi nombre. No he recibido por mi parte ninguna cantidad, nunca lo he pedido”.

Esta declaración del rey emérito, hecha cuando todavía no se había descubierto que había tenido una fortuna oculta en Suiza, impide acusar a Corinna Larsen como testaferro de Juan Carlos I. Lo que explica el documento firmado por el exmonarca contrasta con lo que Larsen denuncia ahora: cuando ella le negó matrimonio en 2014, Juan Carlos I exigió que le devolviera el regalo multimillonario. Los abogados de Larsen hicieron otro movimiento para proteger a su cliente. En marzo de 2019, la examante de Juan Carlos I envió una carta a Felipe VI en la que le informaba de la existencia de la fundación Lucum, donde el actual rey de España figuraba como primer beneficiario tras Juan Carlos I.

La fundación Lucum se registró en Panamá y era la propietaria de los 65 millones de euros que el rey de Arabia Saudí regaló en 2008 al rey emérito y que este, en 2012, traspasó íntegramente a una cuenta de Corinna Larsen en Bahamas. La expareja de Juan Carlos I explicaba en su carta a Felipe VI que el rey emérito había intentado en 2014 que le devolviese los 65 millones de euros pero que ella se negó para evitar “potenciales acusaciones por delitos financieros”. El motivo de la misiva, señalaba, era “proporcionar información de interés para los Reyes” y para que terminara la supuesta “campaña de difamación e intimidación” que sufría desde hace siete años. La carta llegó al Palacio de La Zarzuela muchos meses después de que Juan Carlos I firmase un escrito para proteger a Larsen de cualquier responsabilidad por el traspaso a su cuenta de los 65 millones de euros.

Las ocho cajas negras con los secretos inconfesables del emérito. Corinna Larsen firmó el 9 de abril de 2019, cuando ya estaba investigada por blanqueo en la fiscalía suiza, una declaración jurada en defensa del comisario José Manuel Villarejo, que había sido acusado por el exdirector del CNI Félix Sanz Roldán. Larsen aseguraba en esa declaración jurada que tenía “información y documentos relativos a negociaciones financieras y empresariales del rey emérito y otros miembros de la Casa Real”. Era “información confidencial que intentó recuperar Félix Sanz Roldan (exdirector del CNI)”.

La examante del rey emérito no ha mostrado nunca esos documentos, aunque podría hacerlo para sostener su demanda, en la que cita un episodio de espionaje en su vivienda de Mónaco donde guardaba ocho cajas negras con información sensible: “Documentos personales y privados, correspondencia oficial, informes políticos confidenciales y transacciones financieras y comerciales en las que se había involucrado el rey emérito y otros miembros de la familia real”. Juan Carlos I, libre de cargos en España sin dar explicaciones, será investigado por un juez en Reino Unido.

“Los infractores siguen impunes”

El 13 de diciembre de 2021, el fiscal suizo Yves Bertossa archivó la investigación abierta por blanqueo de capitales en relación con la fortuna oculta del rey emérito. Corinna Larsen, después de tres años bajo sospecha, puede respirar tranquila. Nadie le podrá quitar los 65 millones que el rey emérito nunca declaró a la Hacienda española, evitando el pago de más de 51 millones en impuestos, y que traspasó a Larsen en junio de 2012 forzado por el banco suizo donde guardaba esos fondos. 
La reacción de la empresaria ante la noticia del fin de la investigación de la fiscalía suiza sin ningún reproche fue una mezcla de alivio e insatisfacción: “Los infractores no han sido investigados y se les ha dado tiempo para ocultar sus actividades. Permanecen impunes”, dijo. 
Tras el archivo, Larsen sigue adelante con su demanda civil donde reclama una orden de alejamiento para Juan Carlos I —pese a que sabe que reside en Abu Dabi y con pocas posibilidades de que regrese para establecerse en Europa— y una indemnización que no ha cuantificado. 
Una fiscal consultada por EL PAÍS intenta explicar esta conducta: “A veces no es cuestión del dinero que pides en la demanda, sino de los hechos que saldrán en el proceso judicial. La reparación es la verdad declarada en la sentencia, los hechos probados, no es el dinero. Hay demandas que piden un euro”.

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