La vuelta a clase, según los estudiantes

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Ocho millones de alumnos españoles volverán a las aulas de forma escalonada en las próximas dos semanas. Mientras los adultos debaten la mejor forma de plantear ese retorno a colegios e institutos, los niños tienen claras sus prioridades y proponen soluciones: juego libre, elegir sus grupos burbuja, mascarilla solo para los mayores, clases fuera del aula, recreos y deporte garantizados. Y comparten también quejas, sobre todo dos: nadie les ha consultado y los políticos toman, aseguran, decisiones atolondradas. Más de una decena de estudiantes de 7 a 17 años explican cómo creen que debería ser su vuelta al cole.Blas Tejada (7 años) y Leo Tejada (12). Madrid. “Tardaron mucho en cerrar las escuelas y tardaron mucho en abrirlas”A Blas Tejada, de siete años, lo que más le preocupa es cómo mantener la distancia mientras juega en su centro, el colegio público San Cristóbal de Madrid. “Tengo varios juegos pensados. Podemos competir a ver quién tarda más en pestañear o en reírse, o cronometrar carreras, pero sin tocarnos.. ¡Mi reloj lo hace! Y hay muchos más, pero que nos dejen salir al patio, por favor”. Blas lleva todo el verano pensando cómo conciliar la seguridad con el juego, porque le da miedo el regreso. Durante la pandemia murió el padre de una de sus compañeras de clase y no quiere contagiar al suyo, que es asmático. Su hermano Leo, de 12 años, empieza en el instituto este año, en el Joaquín Turina de Madrid. “Fue muy triste irme del colegio en marzo y no poderme despedir de esa etapa, ni del cole, ni de mis amigos, ni de mis profes. Y a saber con quién me ponen en clase ahora; deberían dejarnos elegir para estar con nuestros amigos porque con los de otras clases debemos mantener la distancia”, dice.Se imagina la sala de aislamiento para los niños con sospecha de covid como una celda con un candado y cree que, para la vuelta a las aulas, los políticos “lo están pensando todo al revés”: “Tardaron mucho en cerrar las escuelas y tardaron mucho en abrirlas. Es poco realista que niños de seis años estén ocho horas con mascarilla. Y tendríamos que estar en la calle casi todo el rato: para las clases, para jugar… Y se están planteando turnar los recreos por días o suprimirlos. ¡Días sin salir al patio! ¿En qué están pensando? Si no nos dejan jugar, nos vamos a volver locos…”, asegura.David Pinel (7 años) y Rosalía Pinel (14). Puebla de Montalbán (Toledo). “Nos preocupan los rebrotes”A David, de siete años, le preocupa que no se respeten las medidas de seguridad y que nos vuelvan a confinar. “Tengo unas ganas tremendas de volver, pero me preocupan los rebrotes”, y recita de carrerilla todo lo que hay que hacer para evitarlos. A él la mascarilla no le preocupa: “Sirve para cuidarme y cuidar a los demás”, dice. “Aunque no veo muy claro eso de tener que estar hablando a voces con los amigos para no juntarnos por las distancias”, apunta este niño, para quien lo mejor de este verano ha sido el Festival de teatro Celestina de su pueblo, la Puebla de Montalbán, en Toledo, donde ha empezado a socializar con otros niños. Su hermana Rosalía está más agobiada que él. “No vamos a durar nada en el cole porque hay mucha gente que quiere hacerse la guay y no respeta nada”. Le da pereza pensar en los grupos burbuja “porque mis amigas no van a mi clase y tenemos que relacionarnos solo con nuestro grupo”, y si vuelve el confinamiento “espero que sea más coordinado porque fue muy desorganizado”, recuerda.Martina Alonso, Lara Jiménez (11 años) y Aimar Palomares (10). Colegio Rural Agrupado de Lozoyuela (Madrid). “No sé si voy a saber sonreír y enfadarme solo con los ojos”Aimar Palomares está indignado porque le hayan retrasado 10 días la vuelta a clase. “Me dan envidia mis hermanos… Con las ganas que tengo… ¿No son bastantes seis meses sin colegio? Y si hay brotes de los mayores, ¿no volvemos?”. Tiene 10 años y estudia quinto de primaria, pero en una clase común con los de sexto, en el Centro Rural Agrupado de Lozoyuela, un municipio madrileño a 70 kilómetros al norte de la capital. Del uso de la mascarilla, le preocupa que no le entiendan: “Las palabras también se ven, no solo se oyen. No sé si voy a saber sonreír y enfadarme solo con los ojos. Y voy a echar de menos los abrazos”, dice. Le agobia tener décimas de fiebre por cansancio y que lo confundan con la covid: “¿Cómo lo van a diferenciar? Perderé clase por nada”. ¿Y si les vuelven a confinar? “Fatal, ha sido un desastre. Ojalá nos dejen dar muchas clases al aire libre para que no se repita”. Este aspirante a “arqueólogo o biólogo” les envía un recado a los políticos: “Que decidan juntos y que aprendan de los animales. Por ejemplo, los caracoles: van despacio, son pacientes y llegan donde quieren, pero nosotros vamos acelerados. Si los caracoles hablaran, nos enseñarían a esperar y decidir con calma y seguridad, que hay tiempo para todo”, propone.Martina Alonso y Lara Jiménez, de 11 años, son compañeras de Aimar en el centro de Lozoyuela. A las dos niñas la mascarilla tampoco les gusta. “¿Será bueno respirar tanto dióxido de carbono?”, se pregunta Lara. Les preocupa si van a poder seguir trabajando en equipo, como hacían hasta ahora en su escuela rural, y les da rabia no juntarse con los pequeños. “Mi cole es como una familia, y aprendemos mucho de los pequeños”, dice Martina, de sexto de primaria, que comparte clase con niños de quinto, como Aimar. Les gustaría despertarse y que todo hubiera sido una pesadilla y creen que los políticos no han escuchado a los niños para tomar decisiones: “Igual no tienen hijos y por eso están despistados”, opina Lara.Camino Asensio (13 años). Alcañiz (Teruel). “Va a ser un caos con todos los niños intercambiándose las mascarillas”“Estoy deseando volver para vivir en directo la nueva normalidad en mi centro y en mi grupo scout, pero me parece que va a ser un caos con todos los pequeños intercambiándose las mascarillas”, dice, bromeando, Camino Asensio, una alumna de 13 años del colegio concertado la Inmaculada de Alcañiz, en Teruel. Cree que en verano los políticos deberían haber sido más estrictos: “Así podríamos volver más seguros, pero ya es tarde”. Y, si hay brotes, no será en la escuela, opina convencida: “Allí estaremos seguros. Si hemos ido a la playa, a las terrazas… Al cole debemos ir también y nos van a cuidar. Aguantaremos lo que podamos, hasta que nos manden a casa y luego, otra vez el horror. Siento que llevo seis meses de vacaciones y esto ya pesa”, protesta.Víctor Muñoz (13 años) y Raquel Sánchez (16). Velilla de San Antonio (Madrid). “Si está habiendo tantos contagios, no parece muy seguro volver”Para Víctor Muñoz, el curso pasado es “mejor olvidarlo”. Este alumno de 13 años de Velilla de San Antonio (Madrid) pasó el confinamiento con sus cinco hermanos, su primo y sus tíos, con quienes compartía dos ordenadores. Cuando cerraron el instituto, se descolgó. “Fue un error, debían haber buscado alguna alternativa semipresencial porque yo me desmotivé, andaba perdido y he tenido que repetir curso”, se queja. Sobre la reapertura de las aulas, aunque está más motivado para empezar de nuevo primero de secundaria, le preocupa la seguridad y cree que todo está siendo precipitado. “Si está habiendo tantos contagios, no parece muy seguro volver, deberían retrasarlo y adaptar el curso. O reabrirlo a medias”, dice.Raquel Sánchez, de 16 años, comienza cuarto de la ESO. Le hubiera gustado volver a clase tras el cierre por la pandemia, el pasado mayo, antes del verano. “Lo pasé mal el final de curso: aprendes menos trabajando más. Se nos ha hecho muy largo, hemos perdido mucho y volvemos ahora, cuando la situación está peor que nunca”, explica. Le preocupa que algunos adolescentes no se tomen en serio “lo de la mascarilla y la distancia”, y no entiende por qué les han quitado la educación física y el recreo en su instituto: “Teniendo el monte a la puerta, que es menos peligroso que estar en el aula”, apunta. “Si vuelven a confinarnos, que al menos mantengan los institutos abiertos para quienes lo necesitan”, sugiere.Víctor Hernando (17 años). Valladolid. “Me preocupa que el sistema no está preparado para reanudar las clases a distancia”“Me preocupa que las instrucciones [de las consejería de Educación a los centros] son un poco desordenadas. Van a ciegas, sin saber si va a ser suficiente o no. Y, aunque nos han dicho que van a ser clases presenciales, no está claro que logremos mantenerlas en el tiempo y el sistema no está preparado para que se reanuden a distancia”. Víctor Hernando, de 17 años, estudia primero de bachillerato en un instituto público de Valladolid y no cree que la vuelta al centro, que en su caso es el 14 de septiembre, vaya a durar mucho tiempo. En su instituto van a suprimir los deportes en los que haya un mínimo contacto y en los recreos tendrá que mantener la distancia con sus amigos que no estén en su mismo grupo. “Da la sensación de que va a parecer más un hospital que un instituto y no creo que eso nos ayude a estar centrados en los estudios”. Y añade: “Deberían haber contado un poco más con los alumnos para diseñar este regreso”.María Saugar (13 años). Alcalá de Henares (Madrid). “No sé qué haré si me quitan los deportes”A María Saugar, de 13 años, le apetece mucho volver a las clases, pero le preocupa que se limite el deporte y las actividades extraescolares; no sabe si podrá volver a las actividades de su grupo scout. “En los recreos jugaba al baloncesto y por la tarde, al fútbol y no sé qué haré si me quitan los deportes”, dice esta alumna que empieza segundo de ESO en el instituto público Alkal’a Nahar de Alcalá de Henares (Madrid). Aunque cree que la distancia física va a ser imposible de cumplir. “Si no están tus amigos en clase, ¿qué haces?”. Y si vuelve la cuarentena lo tiene claro: “Las videollamadas de los profesores para resolver dudas deben ser obligatorias y el instituto debe estar abierto para los que lo necesitan”, defiende.Siga EL PAÍS EDUCACIÓN en Twitter o FacebookApúntese a la Newsletter de Educación de EL PAÍS


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