Paz Padilla, la vida y la muerte con el humor como guía

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Paz Padilla podía haber sido muchas cosas en la vida pero se quedó con la que más carácter le otorga: el humor. Estudió Bellas Artes en la especialidad de pintura y cerámica, trabajó como auxiliar de enfermería en el Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, la ciudad en la que nació en septiembre de 1969, pero el pulso de su futuro profesional lo ganó su vis cómica, cuando en 1994 se cruzó en su camino la oportunidad de participar en el programa de humor Genio y figura, que emitió la cadena Antena 3. El programa fue un éxito y Paz Padilla uno de sus descubrimientos junto a Chiquito de la Calzada. Desde entonces Padilla que tiene seis hermanos y encontró en su padre –que fue tramoyista del Gran Teatro Falla– su único nexo de unión con el mundo del arte, se decidió a probar suerte en televisión, cine y teatro sin conseguir ya nunca despegarse de su halo de humorista. Para las generaciones más jóvenes Paz Padilla es una de las colaboradoras fijas del programa Sálvame, la jurado más ruidosa de las últimas ediciones de Got Talent España y también Chusa, la peculiar asistenta de la serie La que se avecina, pero su trayectoria profesional ha acumulado en estos casi 26 años títulos de programas como Crónicas marcianas donde fue colaboradora entre 1997 y 1999, copresentadora de Inocente, Inocente, teatro con el grupo El Terrat y series como ¡Ala… Dina! en TVE o Mis adorables vecinos en Antena 3, sin olvidar su paso como colaboradora semanal en la radio con Antonio Herrero, en el programa La Mañana de la cadena COPE entre 1995 y 1997. En el terreno personal la actriz, presentadora y cómica ha sido mucho más discreta que en su vida laboral. Se casó en 1998 con su representante artístico Albert Ferré con quien un año antes había tenido a su única hija, Anna, y la pareja se separó en 2003. Y poco más se supo de sus idas y venidas sentimentales hasta que en octubre de 2016 contrajo matrimonio con Antonio Vidal, un funcionario de la Junta de Andalucía que había sido su amor de juventud. La pareja se casó en la playa de Zahara de los Atunes y entonces se conoció una historia de amor de esas que parecen de película y solo pueden estar destinadas a tener un final feliz. Así parecía que ocurriría porque Padilla no se cansaba de repetir lo feliz que era al haberse reencontrado con quien fue su novio cuando ambos eran casi unos adolescentes y que eran almas gemelas dispuestas a estar juntas el resto de su vida.Lo que parecía un para siempre quedó varado el pasado 18 de julio cuando Vidal falleció a los 53 años a causa de un cáncer cerebral que le había sido diagnosticado un año antes y que la presentadora había conseguido mantener en secreto para la mayoría con el fin de respetar la intimidad y la tranquilidad de su pareja. Un propósito difícil de conseguir y una tristeza complicada de disimular cuando Paz Padilla aparecía casi a diario en pantalla hasta pocos días antes del fallecimiento de su marido. En el proceso de la enfermedad, de la pérdida y del luto ha vuelto a estar presente el humor que siempre ha guiado a la artista y así lo confesó en una entrevista con su compañero Jorge Javier Vázquez el pasado sábado.La conversación entre ellos se ha convertido en un ejemplo de una forma de afrontar la muerte y la pérdida. La forma particular que Paz Padilla ha elegido y que se resume en una frase de la entrevista: “El hecho de que haya fallecido mi marido no me ha quitado las ganas de vivir ni el humor”. Si sus personajes la habían convertido en una persona querida para el público, la forma de asumir y explicar la enfermedad y la muerte de su marido la han convertido en referencia.Padilla afirmó que su esposo le ha dejado “el legado no tenerle miedo a la muerte”, y explicó que cuando entendió que había llegado el momento de despedirse de él llenó la habitación de su casa en la que murió Antonio con flores y música zen: “Yo me fui de viaje con él a Bora Bora en esa habitación”. “Se ha muerto mi alma gemela, el amor de mi vida”, dijo, “Y yo llegué a su vida para ayudarle a morir y amarle con todas mis ganas. Amor es lo único que le he podido dar”. La conmoción que causó la noticia entre sus compañeros de televisión se debió a que prácticamente nadie sabía que su marido estaba enfermo. La presentadora quiso protegerle a él y a sus familiares y en su encuentro con Jorge Javier explicó que la acompañaba a las sesiones de quimioterapia y después se marchaba directamente a las grabaciones de Got Talent, donde lloraba en silencio y a escondidas cuando la presión era demasiado fuerte. Padilla explicó también que el fatal diagnóstico llegó un día antes de la graduación de su hija Anna, cuando después de haber realizado una resonancia los médicos llamaron para decirles que le habían detectado un tumor cerebral con mal pronóstico cuyos primeros síntomas la pareja había achacado al estrés. La presentadora confesó que desde que los médicos hablaron con ella se preparó para aceptar serenamente que su marido iba a morir y que ella quería estar a su lado diciéndole te quiero continuamente, un propósito que facilitó los meses de confinamiento debido al coronavirus. Durante ese tiempo no pensó en otra cosa que en ser y hacerle feliz y lo mismo piensa que le debe ahora: “El hecho de que haya muerto mi marido no me ha quitado las ganas de vivir […] Voy a seguir viviendo y tengo un propósito, ser feliz. Se lo debo a él”, dijo en Sábado Deluxe. Después de la entrevista Padilla, como ha mostrado en sus redes sociales, viajó a Suiza para estar en contacto con la naturaleza y prepararse para su vuelta a la rutina. Este miércoles volverá a Sálvame, con el luto en el corazón y la sonrisa de cómica en el rostro.


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