Lamar Odom, un compañero de campeonato rodeado por la tragedia


Los últimos titulares sobre Lamar Odom hablan de su incapacidad para recordar los nombres de las mujeres con quien se ha acostado durante su convulsa existencia. Según él, han sido más de 2 000, por lo que tampoco es extraño que no se acuerde de ese detalle. Otra cosa que no recuerda el exjugador de la NBA y dos veces campeón con Los Angeles Lakers de Kobe Bryant y Pau Gasol es la edad a la que perdió la virginidad. No se trata de confesiones nuevas, sino del uso interesado de sus experiencias para generar titulares y vender más libros de su número uno en ventas en la lista del The New York Times.



En Darkness to Light Memorias en la edición que Contra publica en España–, el exjugador revela un sinfín de anécdotas sobre su persona, un cóctel de vida y muerte, éxitos y fracasos, riqueza y penuria, drogas y bebidas con un denominador común: la tragedia.

De tragedia en tragedia

El padre de Lamar era cocainómano y su madre se hizo cargo de él a solas, hasta que falleció de un cáncer de colon fulminante cuando Odom tenía tan solo 12 años. Ya en la NBA, en el 2003, murió su abuela, que había sido su segunda madre, quién le hizo crecer lejos de las calles de Queens en Nueva York y le arengó para que ocupara su tiempo en los estudios y el baloncesto. La muerte volvió, todavía más devastadora, en el 2006. Entonces murió de forma súbita su tercer hijo de seis meses. En el 2011, su primo fue “asesinado”, según la versión no oficial que cuenta el propio jugador. Tras atender a su funeral, Odom sufrió un accidente que acabó con la vida de un transeúnte. “La muerte siempre me rodea”, dijo entonces en tono sombrío.

Todos estos golpes dejaron huella dentro de Lamar, aunque sus compañeros de equipo siempre le destacaron como uno de los tipos más altruistas y amables del vestuario. Prueba de ello es un relevancia sobre la cancha, con un premio a mejor sexto hombre de la NBA en 2011 después de haber ejercido ese papel en el doble campeonato de los Lakers en 2009 y 2010. A pesar de ese brillo aparente, el calvario de Odom iba por dentro. Sus problemas de abuso del alcohol, drogas y escándalos eran ya una realidad durante su etapa universitaria.

Un currículum de ‘Reality’

La revista Sports Illustrated cuestionó en su momento sus resultados académicos, acompañados de unos pagos ilícitos que le apartaron de la Universidad de Nevada en Las Vegas, su primera elección para seguir creciendo como jugador. Ya en la NBA, a la que aterrizó como número 4 del Draft de 1999, fue suspendido ocho meses por consumo de marihuana en 2001. A pesar de su historial cargado de incidentes, su calidad sobre la cancha le valía para seguir adelante con su carrera. Con su salto a los Lakers en el 2004, cosechó su mejor racha de éxitos y estabilidad. En 2009 se casó con la celebrity Klhoe Kardashian y protagonizó varios reality show, algo que su entrenador, Phil Jackson, vio como un peligro para su estabilidad. El Maestro Zen no se equivocaba.

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En 2011, con su traspaso a los Dallas Mavericks, el jugador entró en una espiral negativa tanto dentro como fuera de las canchas. Venía de ganar el premio a mejor sexto hombre del año, pero su rendimiento cayó en picado y reaparecieron los rumores de sus problemas con las drogas. En su última temporada con los Clippers remontó un poco el vuelo, pero el verano de 2013 fue definitivo. Tuvo un accidente, ebrio y con síntomas de abuso de sustancias, y fue detenido por la policía. Evitó una condena de prisión con un trato judicial y supuestamente pasó tres meses en una clínica de rehabilitación.

La caída definitiva

En 2014, Lamar Odom bajó de un avión en Vitoria luciendo su anillo de casado a pesar de que su esposa ya había depositado la petición de divorcio en los juzgados. La corta aventura del estadounidense con el Baskonia duró 21 días, tras los que se marchó a su país para centrarse en sus problemas personales. La cosa no funcionó, y se ha dicho de todo sobre sus noches en Bilbao y su consumo desenfrenado en el mini-bar del Gran Lakua, su cinco estrellas en las tres semanas que pasó en el País Vasco.

La siguiente tragedia, la que podría haber sido la definitiva, copó los titulares de la prensa rosa y la prensa deportiva de medio mundo. Su carrera estaba ya acabada, su vida en fase de descontrol absoluto. Los servicios médicos y la policía de Nevada encontraron a Odom tumbado en una cama de un burdel, chorreando sangre por la nariz y la boca. En su cuerpo encontraron cocaína, viagra, alcohol y demás sustancias.

La noticia consternó a sus amigos y excompañeros de equipo, y algunos de ellos pasaron junto a él los cuatro días que estuvo en coma en el hospital. Postrado en la cama, inconsciente, Odom demostró una fortaleza única, ya que cuando volvió a despertar había conseguido superar seis ataques de corazón en 96 horas.

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“Todos los médicos que me examinan me dicen que soy un milagro andante”, explica el jugador en su autobiografía. “He burlado a la muerte, dejo las drogas para siempre”. En esa época, antes de su última recaída, la cocaína era una sustancia que consumía a diario mientras vivía a un ritmo desenfrenado. Las drogas aceleraron su adiós al profesionalismo, después le situaron en una vorágine de infidelidades que acabó provocando su divorcio y, finalmente, le hicieron despertar de nuevo ante la realidad de su vida: “Estaba tumbado allí, enchufado a todas esas máquinas, con gente llorando a mi alrededor, y ya no había opción de escapar”.

Castidad y arrepentimiento

En la actualidad, Lamar Odom ha intentado usar su experiencia como inspiración para otras personas que tienen problemas similares al suyo. Además, el exjugador parece haber recuperado una cierta estabilidad junto a su nueva prometida, Sabrina Parr, con quien ha hecho un voto de castidad hasta la fecha de su enlace. ¿El motivo? Odom también era adicto al sexo, y según su prometida, la idea de no mantener relaciones fue de su futuro marido, que ha encontrado algo de cobijo en la espiritualidad.

Odom, que de vez en cuando aparece en las noticias con alguna anécdota nueva sobre su carrera, ha confesado que sufrió mucho con la muerte de su amigo Kobe Bryant. “Preferiría que Dios me hubiera llevado en el coma que perder a Kobe”, declaró el jugador tras la enésima tragedia que le ha tocado vivir de cerca. A pesar de, como adicto, reconoce que siente impulsos para volver a la droga, Lamar asegura que ver la cara a sus hijos le devuelve a lo que verdaderamente importa en la vida, poder estar ahí para los tuyos.


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