Las claves de la derrota de la Real


El desdoblamiento de personalidad de una parte a otra llevó a la Real a la derrota ante el Villarreal. No aprovecharon los realistas sus momentos de esplendor futbolístico de la primera para sentenciar el choque y la escasa renta con la que llegaron al descanso les condenó. Cuando el Villarreal, mediante un cambio táctico bien facturado al descanso, logró neutralizar a los txuri urdin, girar el partido y voltear el marcador con dos goles, a los de Imanol les faltaron alternativas y soluciones distintas para reaccionar. De hecho, sólo dispusieron de una única ocasión, la de Merino al larguero.



Si la Real ha llegado hasta donde está, firmando unos ratos de fútbol tan espléndidos, es por su forma de jugar, desmelenada, alegre, plástica, ‘jugona’. Lógicamente, esto tiene una cara B de exponerse en situaciones de ventaja en el marcador, pero es que la Real busca siempre uno más. Esto fue palmario en El Sadar. Ganó por su estilo irrenunciable, sufrió por lo mismo a pesar de ir 0-3.

Lo que no se entiende tanto es que no retorne a algo más primario, a un ‘a mí el pelotón que los arrollo’, a un Le
Normand haciendo de Alexanko en su día o incluso de Ansotegi en alguna ocasión, de ariete, cuando va perdiendo, quedan sólo unos minutos y no hay margen para nada. El estilo define y hace grande, pero se le puede ser infiel en busca de los puntos. A veces hay que aparcar el frac y ponerse un traje de camuflaje.

El VAR se conjura en contra de los txuri urdin

El VAR, en esta ocasión, se cebó con la Real. Se entiende que es ciencia exacta y que esos milímetros que separaron a Chukwueze y Cazorla del fuera de juego en los goles fueron en contra de la escuadra txuri urdin y por lo tanto, poco que discutir. No obstante, el encargado de ese aparato debió decir al árbitro que Iborra tenía que ser expulsado por su alevoso pisotón a Merino.

Odegaard se cae y la Real se desploma

Es imposible desligar el desplome de la Real con el experimentado por Odegaard. Deslumbrante en el primer tiempo, en el segundo, mejor vigilado por el oponente, tocó mucho menos el cuero y cuando lo hizo fue para perderlo, como en la jugada del empate del Villarreal. Es la primera ocasión en la que se le ve sin soluciones y un tanto desesperado al noruego.

Los realistas llegaron sin gasolina al final

Son los técnicos y los preparadores los que saben a ciencia cierta cómo acaban los jugadores los partidos, porque hay mediciones. La sensación es que a la Real le faltó gasolina, chispa, al final para emprender la heroica, intentar siquiera empatar. Había jugadores que parecían ahogados y otros con problemas musculares sin posibilidad de recambio: Monreal, Zaldua y Merino.

Central izquierdo: el mal que no cesa

Sigue habiendo un problema en el puesto de central izquierdo y el influjo de su maldición salpica a todo aquel realista que lo ocupe. Zubeldia estaba cuajando un buen partido, pero vio una pronta tarjeta, se le veía un tanto condicionado e incómodo y cometió un penalti evitable a Chukwueze. Imanol no le veía bien, pero tampoco intuyó un recambio claro y tardó en sacar a Le Normand. Sagnan sigue en el limbo y no van a fichar.

Poco explorada la opción de los dos nueves

Tener tantos y tan buenos atacantes es una bendición para Imanol, pero a veces también un problema. El rendimiento de Isak obliga a sacarle en ocasiones y Barrenetxea y Januzaj merecerían más minutos de los que tienen. Pero quizá quitar del campo a Willian
José, que estaba organizando bien el equipo, en el 71’ no fue la mejor receta. La fórmula de los dos nueves está poco explorada.


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