Las “deslealtades” de Abascal dispararon el plan de Casado contra Vox

El líder del PP, Pablo Casado, es ovacionado por su grupo y en su fila del Congreso por la portavoz popular, Cuca Gamarra, y su número dos, Teodoro García Egea.
El líder del PP, Pablo Casado, es ovacionado por su grupo y en su fila del Congreso por la portavoz popular, Cuca Gamarra, y su número dos, Teodoro García Egea.Mariscal / EL PAÍS

El 29 de julio, cuando Vox anunció sin fecha una moción de censura al presidente Pedro Sánchez, el líder del PP, Pablo Casado, ya barruntó con los suyos que podría suponer una oportunidad y un riesgo. Su número dos, Teodoro García-Egea, la despreció de partida, pero hasta este jueves el partido no aclaró si votaría no o se abstendría. En el equipo de Casado aseguran que el discurso de ruptura con Vox y Santiago Abascal de este jueves es un “punto de inflexión” y que todo obedece a una estrategia muy planificada y que empieza una “nueva etapa”.

La dirección del PP no quiso convocar, como hace habitualmente, a su grupo parlamentario para consultar o debatir la posición a mantener en el debate de la moción de censura de Vox. El equipo de Casado no quería broncas previas internas que desviaran el foco que pretenden fijar sobre la mala gestión del Gobierno en la segunda ola del coronavirus y porque, afirman, el líder popular tenía un plan sobre la moción desde el principio que no podía ni debía revelar. La reunión se efectuó finalmente en la tarde del jueves, tras el debate, con Casado muy complacido por la reacción a su intervención y con la mayoría del grupo “eufóricos”, “exultantes” y “muy ilusionados” por unos mensajes que llevaban tanto tiempo anhelando.

En la cita del Grupo Popular del Congreso se desarrollaron este jueves ocho intervenciones. En todas, incluida la de la exportavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, se ensalzó el nivel y la buena oratoria construida por el líder. Álvarez de Toledo, eso sí, lamentó lo que llamó “injusta impugnación ad hóminem” contra Abascal y la “voladura de puentes con los votantes de Vox”. Ella habría votado abstención, pero asumió la disciplina de voto, aunque alertó de nuevo ante el peligro de la falta de libertad de expresión de los discrepantes como en las sectas. Fue el único borrón que escuchó Casado. El resto fueron elogios y la constatación por los presentes de que “el líder se ha consolidado en el espacio de centro moderado y liberal que le debe corresponder al PP”.

Ese fue el mensaje que trasladó enfáticamente la expresidenta del Congreso, la popular Ana Pastor, que incluso rebatió la intervención de otro compañero de bancada que atribuyó ese mérito al PP de siempre. Pastor puntualizó que lo que toca ahora es apuntalar al líder. Y apostilló, según varios diputados presentes: “Estamos muy orgullosos del discurso que has hecho porque es justo lo que somos el PP, un partido reformista, centrado y liberal”. La actual vicepresidenta de la Cámara auguró incluso que el discurso de Casado “se leerá en la historia del parlamentarismo español” y remarcó que el de este jueves había sido “un día importantísimo para el PP al definir la alternativa que somos”. Otra exministra del PP del sector moderado, Elvira Rodríguez, destacó el logro de que Casado “con ese tipo de actuaciones había permitido que los españoles le conozcan bien como es”.

Casado no quiso repetir a sus parlamentarios en privado los mensajes hilados en el hemiciclo, pero les agradeció su apoyo. En su entorno se ensalzó por un lado el momento y el lugar elegido para dar un paso adelante en su liderazgo centrado (el Congreso de los Diputados y en una moción de censura) y también el éxito y la acogida del plan preestablecido para romper para siempre con Vox, la ultraderecha y Abascal, al que descalificó como “desagradecido y desleal” por no ver nada bueno en un partido que le dio trabajo 15 años. Una invectiva que siempre acogen bien los cargos y aparatos de los partidos.

El diseño de esa estrategia de ruptura estaba concebido desde el verano, pero las palabras emitidas sobre todo el miércoles por Abascal para justificar su candidatura, que Casado etiquetó de “barbaridades” del pasado y antieuropeas, disparon su necesidad y urgencia para desmarcarse del que fue su compañero de partido. Aunque este jueves precisó que entonces él estaba en el colegio. “Hasta aquí hemos llegado”, le soltó en otro momento dramático de su separación.

Casado ha estado semanas perfilando su intervención, aunque la pulió especialmente el pasado fin de semana. La mayoría de las frases las escribió él mismo, como le gusta hacer ante las grandes ocasiones parlamentarias, asesorado primero por su mujer, Isabel Torres. El sábado pasado estuvo en el Circo Price con sus hijos y el domingo paseó por el Retiro. El lunes y martes se encerró con su jefe de gabinete, Pablo Hispán, que coordina este tipo de trabajos, y con el nuevo asesor jurídico parlamentario, José Sánchez Arce, experiodista económico y redactor de textos para Mariano Rajoy en La Moncloa. El miércoles escuchó a Abascal y se marchó a su despacho para una reunión con el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario del euro, Valdis Dombrovskis. Más tarde remató los coletazos de un discurso que puede marcar toda su carrera.


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