Las dificultades para cumplir el acuerdo que libera el grano de Ucrania: navegar esquivando minas y la desconfianza hacia Rusia

Las dificultades para cumplir el acuerdo que libera el grano de Ucrania: navegar esquivando minas y la desconfianza hacia Rusia

Dos acuerdos separados con Turquía pero simétricos —uno firmado por Rusia y otro por Ucrania, con la mediación y la supervisión de la ONU— son la esperanza para desbloquear millones de toneladas de grano ucranio, atrapadas desde la invasión rusa el pasado febrero por el bloqueo de los puertos ucranios. Tras semanas de negociaciones diplomáticas, el pacto firmado este viernes en Estambul, que plantea un despliegue casi de cine para sacar el trigo, prevé la llegada de buques de carga a puertos ucranios por “canales seguros” identificados por las autoridades de Kiev para evitar las minas de sus aguas territoriales, guiados por pilotos ucranios, sin escolta militar, pero supervisados antes por equipos turcos y de Naciones Unidas para garantizar que no llevan armas a Ucrania. Moscú ha tratado de quitar importancia al papel del acuerdo en aliviar la crisis alimentaria agravada por la agresión rusa y sus políticas de exportación. El Kremlin insiste en que el problema, que puede derivar en una grave hambruna, lo han causado las sanciones occidentales contra Rusia por la invasión.

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El objetivo del acuerdo, que abriría un camino para volúmenes significativos de exportaciones comerciales de alimentos desde tres puertos ucranianos clave —Odesa, Chernomorsk y Yuzhni—, es que Ucrania pueda exportar alrededor de cinco millones de toneladas de grano al mes, un volumen similar al de antes de la guerra a gran escala iniciada por Rusia hace cinco meses, que bloqueó los puertos ucranios dejando decenas de millones de toneladas de grano en silos y taponó la cadena de suministros global. Además, las autoridades ucranias han acusado a Moscú de robar grano en los territorios que ha ocupado —como mostró una investigación de — y de bombardear deliberadamente los campos ucranios para prenderles fuego y espolear así la crisis global, con un gran potencial desestabilizador.

El pacto estará vigente por 120 días prorrogables, según fuentes de la ONU. Su puesta en marcha, sin embargo, no es sencilla, ya que incluye importantes flecos de logística y diplomacia. Tanto Rusia como Ucrania han colocado minas marinas en el mar Negro, que son un riesgo enorme para el movimiento de los barcos. Los acuerdos firmados en Turquía no incluyen el desminado —requeriría mucho tiempo y enormes esfuerzos diplomáticos, ya que Ucrania se ha mostrado reacia a retirar cualquiera de sus minas marinas para protegerse de nuevos ataques navales rusos—, así que se requiere que los barcos comerciales que naveguen por las aguas ucranias sean guiados por pilotos ucranios mientras dragaminas aguardan por si se necesita ayuda.

El Gobierno ucranio considera el acuerdo un paso importante para avanzar en el “frente económico”. “Esto se puede traducir en trabajos. Salarios. Impuestos al presupuesto del Estado”, recalcó Andrii Siibiga, uno de los asesores de la oficina del presidente Volodímir Zelenski, en un comentario en su página de Facebook. Aunque fuentes de Ejecutivo desconfían de que Rusia, con un largo historial de incumplimientos, respete lo firmado en el memorándum.

Centro de coordinación en Estambul

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El pacto prevé la creación de un centro de coordinación conjunto en Estambul, donde habrá personal militar de las cuatro partes, que velará por que un equipo de la ONU y Turquía revisen los barcos para asegurarse de que no lleven suministros militares de contrabando. Una vez que carguen grano en Odesa y otros puertos y abandonen las aguas ucranias, navegarán a lo largo de rutas específicas en su camino hacia el Bósforo de Turquía y luego hacia el resto del mundo. Queda por determinar qué personal navegará en los cargueros y si las aseguradoras les proporcionarán cobertura.

El plan tardará al menos diez días en iniciarse, según fuentes de Naciones Unidas, que señalan que es el tiempo que necesita Ucrania para prepararse. Kiev ha buscado en el acuerdo ciertas garantías de que las fuerzas de Vladímir Putin no usen los corredores seguros para atacar el puerto clave de Odesa, en el mar Negro.

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Mientras, el Kremlin continúa su agresión militar en Ucrania, sobre todo en el este del país, donde trata de avanzar empleando una gran fuerza de artillería para hacerse con la región de Donbás mientras trata de consolidar la ocupación de grandes franjas del sur, donde el Kremlin ha tratado de despojar a Ucrania de sus salidas al mar.

Kiev asegura que no teme que las fuerzas rusas ataquen a los convoyes, pero también ha recalcado que dará una “respuesta militar inmediata” en caso de cualquier “provocación” de Rusia, según Mijailo Podoliak, alto negociador del Ejecutivo de Zelenski. El Gobierno ucranio ha afirmado que el acuerdo solo ha sido posible por los avances militares ucranios en recuperar el control de la llamada Isla de las Serpientes, pequeña pero estratégica en el mar Negro. Desde entonces, Kiev ha acelerado sus exportaciones de grano por tierra y a través de barcos más pequeños por el río Danubio hacia el mar Negro y ha alcanzado la cifra de dos millones de toneladas métricas de grano en junio (por debajo de los niveles anteriores de la guerra).

El Gobierno de Zelenski calcula que hay unas 22 millones de toneladas de cereales atrapadas que podrían salir en los barcos. La cosecha de verano puede traer otras 65 millones de toneladas. Los precios del trigo cayeron el viernes antes de la firma del acuerdo multilateral.

El “gesto de buena voluntad” del Kremlin

El Kremlin, mientras, asegura que sus concesiones sobre el transporte del grano son un gesto de buena voluntad. Moscú niega su responsabilidad en la crisis alimentaria y mantiene que es fruto de las sanciones occidentales hacia Rusia por invadir Ucrania, que, según asegura, han frenado sus exportaciones de alimentos y fertilizantes. Sin embargo, como con el gas y el petróleo, el Kremlin utilizó los fertilizantes como arma de presión contra las sanciones y prohibió su exportación al resto del mundo. El presidente Vladímir Putin advirtió el pasado 10 de marzo, dos semanas después de lanzar sus tropas sobre Ucrania, de que su país y Bielorrusia “están entre los mayores productores del mundo”. “Si nos crean problemas, las consecuencias de este sector serán inevitables”, dijo el mandatario tras vetar la salida de unos productos vitales para las cosechas de todo el planeta. Según la ONU, Rusia es el primer exportador mundial de fertilizantes nitrogenados, el segundo de potasio y el tercero de fosfatados.

El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, insistió el viernes en que más allá del bloqueo marítimo a Ucrania, la solución para la crisis alimentaria pasa por retirar sanciones a Rusia. “El grano ucranio tiene un volumen relativamente pequeño. En cualquier caso, es tan importante que llegue a los mercados internacionales como [eliminar] las restricciones indirectas a nuestros productos y permitir que salga una cantidad mayor de nuestros fertilizantes y granos”, afirmó.

En Bruselas —donde las instituciones comunitarias han tratado de poner en marcha corredores seguros para sacar el grano, sobre todo en tren— ven con esperanza los acuerdos. “Este es un paso fundamental en los esfuerzos para superar la inseguridad alimentaria mundial causada por la agresión de Rusia contra Ucrania”, ha dicho el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. “Su éxito dependerá de la puesta en marcha rápida y de la buena fe del acuerdo”, añadió.

Ucrania es uno de los mayores exportadores mundiales de trigo, maíz y aceite de girasol. Sin embargo, la invasión rusa y el bloqueo de sus puertos han detenido los envíos, lo que ha afectado a países de Oriente Próximo y el Norte de África, que reciben grandes suministros de grano ruso y ucranio. Egipto, el mayor importador de trigo del mundo, obtiene más del 70% de sus suministros de los dos países, al igual que el Líbano. Turquía, más del 80%. Según datos de la Cruz Roja, que también ha trabajado con Ucrania para ayudar a trazar corredores seguros para el grano, los precios de los alimentos han aumentado en los últimos seis meses un 187% en Sudán, un 86% en Siria, un 60% en Yemen y un 54% en Etiopía.

Estados Unidos ha dado la bienvenida al acuerdo, pero ha insistido en que vigilará que Rusia cumpla con sus compromisos, ha declarado su embajadora ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield. También el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha subrayado que los países occidentales observarán muy de cerca para asegurarse de que el acuerdo no pone a Ucrania en riesgo. “El G-7 está trabajando en estrecha colaboración con socios como Turquía y otros para garantizar que podamos sacar ese grano de Ucrania y llevarlo a lugares donde el mundo lo necesita sin poner en riesgo la soberanía y protección de Ucrania”, abundó Trudeau.

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