Las dos caras del premio millonario en Mayorga de Campos



En primer plano y de izquierda a derecha, Vicente Merino, Silverio Mayendia, José Antonio Fernández, José Luis Alonso, Carlos Neches y Francisco José Requejo, en los terrenos donde se construirá la planta de biorefinería en Barcial del Barco (Zamora) FOTO: RGR.GEl alcalde de Barcial del Barco, Carlos Neches, resume la revolución que vivirá el pueblo de 240 habitantes: “Se nos apareció la Virgen”. La localidad castellanoleonesa aspira a albergar la primera biorrefinería mundial de bioetanol, un combustible ecológico, derivado del tratamiento de azúcares de remolacha y maíz. La filosofía de la patente, explica su promotor, el ingeniero agrónomo Vicente Merino, pasa por el ecologismo, la economía circular y el desarrollo agrícola de la comarca para obtener materia prima. Un “pozo de petróleo verde”, según su compañero Silverio Mayendía, que estimulará una zona rural falta de buenas noticias.La idea, cuya primera piedra pretenden colocar en noviembre, iluminó a Merino tras estudiar las capacidades energéticas de la remolacha y concluir que mejoraba la eficacia de modelos de producción de bioetanol como los brasileños, que usan maíz y azúcar de caña. Su conocimiento del tubérculo marrón —capaz de generar cuatro veces más etanol que el maíz y 12 veces más que otros cereales—, mezclado con el legado de una familia criada en el campo, provocaron un eureka por el que han recibido 167 millones de financiación privada, el espaldarazo de la Comisión Europea y un jugoso contrato con una multinacional asiática que adquirirá los 10 primeros años de producción: 160.000 metros cúbicos de bioetanol anuales. Todo con el compromiso de fomentar la economía circular, pagar precios justos a agricultores y reducir la dependencia de las importaciones.La biorefinería multifuncional aspira a reducir en 200.000 toneladas la emisión anual de dióxido de carbono gracias al uso del bioetanol y la producción sostenible. La planta recibirá 250 descargas de camiones de remolacha y 60 de maíz diarias y saldrán 20 cisternas de bioetanol al día. La actividad redundará en el sector servicios de la zona y pretende beneficiar a los ganaderos al generar 120.000 toneladas de pienso sostenible al año. La remolacha procederá de un radio de 60 kilómetros, susceptibles de ampliarse, y se pagará a un precio fijo de 42 euros por tonelada. El suministro se ha firmado hasta 2035. Ahora se cobra a 37 euros, ayudas agrarias incluidas. Merino apunta que estas subvenciones se guardarán como fondo de compensación para “compartir beneficios” o cubrir “momentos de dificultad”.22.000 hectáreasLa planta se ubicará en una parcela de 22.000 hectáreas que ahora es una extensión cubierta de forraje próxima a un toro de Osborne. Merino y cuatro compañeros detallan, con hierbajos hasta la rodilla, cómo la pandemia ha postergado los planes, pero ha permitido ultimar la burocracia. Su deseo es que la factoría esté operativa en septiembre de 2022 y cree 120 empleos directos y 1.200 indirectos.133 Ayuntamientos zamoranos, salmantinos y leoneses les han apoyado, así como plataformas agrarias. Una sonrisa se le escapa al regidor local: la proximidad a la autovía que conecta Madrid con Zamora y León le permite imaginar las ventajas para su pueblo, más aún si se confirman los convenios con universidades. Y para los agricultores, como sus familiares, que abandonaron el azúcar porque no era rentable; ahora “todo el mundo” volverá a plantar remolacha.Los responsables del proyecto reconocen el impulso de los Ministerios de Industria, Agricultura, Transición Ecológica y Agenda 2030 para defenderlo ante Europa. Merino admite que a los expertos comunitarios “les costó entender las diferencias” con los modelos convencionales: el uso de remolacha y maíz permite rotar cultivos y almacenar la constante producción, requisitos de la Política Agraria Común, además de reducir emisiones. El esquema incluye producir biogás con los purines de las ganaderías locales, residuos animales y vegetales muy contaminantes.El presidente de la Diputación de Zamora, Francisco Requejo, presente en el encuentro, se lleva buenas palabras de Merino y sus colaboradores. La Diputación adquirió los terrenos por 315.000 euros y se los alquilará con opción de compra. Los emprendedores, faltos al principio de sustento institucional, barajaron instalarse en León, pero este empujón y el beneplácito de la Junta de Castilla y León les hizo mantenerse en Barcial. Para expandirse miran a La Robla (León) y Monzón de Campos (Palencia), otras localidades con histórica vinculación azucarera. Solo que en adelante el azúcar que produzcan ya no endulzará cafés, servirá para impulsar coches o crear bioqueroseno.


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