Las horas que arruinaron las bazas de Calviño en el Eurogrupo



La vicepresidenta tercera y ministra española de Economía, Nadia Calviño, durante una reunión en Bruselas.STEPHANIE LECOCQ / EFE“Países muy pequeños con muy poco peso”, fue la descripción que Nadia Calviño hizo en 2018 del grupo conocido como Nueva Liga Hanseática, una trinchera nacida a raíz de la salida del Reino Unido de la UE y que bajo el liderazgo de los Países Bajos intenta evitar un posible directorio post-Brexit de los cuatro socios más grandes (Alemania, Francia, Italia y España). Las palabras de Calviño la han perseguido durante estos dos años. Y han acabado por convertirse en el epitafio de su candidatura a la presidencia del Eurogrupo, que se ha estrellado estrepitosamente contra un rival aparentemente pequeño del grupo hanseático pero que ha concitado el apoyo mayoritario entre los 19 ministros de Economía de la zona euro que componen el Eurogrupo.A favor del ministro irlandés, Pascal Donohoe, ha jugado el hecho de que la votación en el Eurogrupo no era ponderada por peso económico o población de los socios. Pero aún así, el resultado muestra que el respaldo de socios tan poderosos como los que había conseguido Calviño no bastan para imponerse. “En Bruselas no hay amigo ni enemigo pequeño”, señala una fuente comunitaria. “Hay que hablar con todos”. La revuelta de los pequeños contra la candidata respaldada por Merkel, Macron o Conte confirma que la Unión ya no es el antiguo club donde la coordinación entre las grandes capitales marcaba la agenda de manera inexorable. La Unión de 27 socios, y la zona euro de 19, alberga constelaciones muy variables de intereses que se alinean de manera diversa en cada momento y que pueden deparar resultados tan inesperados como la victoria de Donohoe de este jueves.Ni siquiera la canciller alemana, Angela Merkel, dispone ya de capacidad de imponer su criterio, como ya comprobó el año pasado. Su acuerdo con Francia, Italia y España para conceder la presidencia de la Comisión Europea al socialista holandés Frans Timmermans fue abortado por el Partido Popular Europeo, donde varias delegaciones de países pequeños también se revolvieron y reclamaron el puesto, que acabó en manos de la conservadora alemana Ursula von der Leyen.El batacazo de Calviño corrobora también que la dinámica de los partidos políticos, durante años anestesiada en Bruselas por el consenso europeísta, cada vez está más presente en las instituciones comunitarias. La derrota de la vicepresidenta del Gobierno español se debe, en parte, a la pugna populares y socialistas por repartirse los cargos en juego.Desde 2013, los socialistas habían ocupado la presidencia del Eurogrupo, con el holandés Jeroen Dijsselblooom, primero, y con el portugués Mário Centeno, después. El cargo compensaba en parte el dominio del PPE en otras instituciones como la presidencia de la Comisión, el Consejo o el Parlamento. Pero el equilibrio cambió en parte tras las elecciones al Parlamento Europeo de 2019. El PPE se mantiene al frente de la Comisión, pero los liberales, con Charles Michel, ocupan la del Consejo, y el socialista David Sassoli está al frente del Parlamento.Los socialistas apostaban por mantener la presidencia del Eurogrupo, dado que el mandato de Sassoli expira a mitad de legislatura a finales del año que viene y, previsiblemente, será sustituido por alguien de otro grupo. Esa situación dejará a los socialistas, el segundo grupo en las elecciones de 2019, sin ninguna presidencia hasta los próximos comicios en 2024.Pero el Partido Popular Europeo advirtió después de que Centeno anunciase su retirada que no admitía esa lógica y que disputaría el puesto. Y cuando Donohoe anunció su salida, el PPE manifestó claramente su apoyo al irlandés, en un gesto que hace años hubiera pasado prácticamente desapercibido pero que en esta ocasión ha contribuido al resultado.“El desenlace del Eurogrupo augura una batalla campal por los próximos puestos que surjan y en los que la clave de reparto tenga en cuenta el color político de los candidatos”, auguran fuentes comunitarias. Otras fuentes señalan, sin embargo, que en la victoria de Donohoe han confluido factores diversos y que tanto los respaldos de Calviño como los del Irlandés eran transversales, de izquierda a derecha. La española contaba con el apoyo de países como Grecia, con Gobierno monocolor del PPE. Y el irlandés, aunque no ha querido revelar el origen de sus votos, ha asegurado tras ser elegido que procedían de todo el espectro político.La incertidumbre se cierne ahora también sobre la cumbre europea de la semana que viene, donde debe negociarse el Fondo de Recuperación frente a la crisis de la pandemia y el marco presupuestario de la UE para 2021-2027. Los países llegan divididos en grupos que se asemejan en parte a los bandos formados en el Eurogrupo.Merkel y Macron exigen un acuerdo urgente, antes de finales de este mes, por la urgencia de socorrer a Italia y España, los dos países más golpeados por la covid-19. Pero el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, asegura que no hay prisa y quiere negociar un presupuesto a la baja y un fondo de recuperación a base de créditos y con duras exigencias para su desembolso. Los partidarios del acuerdo confiaban en el rodillo franco-alemán para superar los obstáculos de Países Bajos, Suecia, Austria o Dinamarca. Pero la Liga Hanseática acaba de demostrar que una maraña de socios pequeños puede rodear a los que vuelan más alto y hacer que sus alas dejen de batir. La caída entonces es inevitable.


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