Las motivaciones económicas y el fútbol femenino


Damaris Egurrola y Maite Oroz emprenderán nuevos caminos. De momento no son oficiales sus destinos, aunque el Real Madrid asoma en el horizonte después de haber entrado como un elefante en la cacharrería removiendo todos los cimientos de los equipos de la Primera Iberdrola.



Las redes sociales se cebaron con ellas tras conocerse la noticia, especialmente con Damaris. Lo primero que hay que resaltar (tiene tela que todavía haya que recordárselo a algunos) es que los insultos y las faltas de respeto están siempre fuera de lugar. Y lo segundo, que sus marchas no son comparables, ni de cerca, a las de Llorente, Javi Martínez, Herrera o Kepa. Son dos mundos totalmente distintos a día de hoy.

No soy muy dado a hablar de los salarios en el fútbol, pero haré una excepción para poner un ejemplo hipotético. Sin tomar como ejemplo a ninguna persona en concreto.

Partimos de la base de que cualquier motivación económica, o deportiva, es lícita para cambiar de aires porque esto es fútbol profesional. Sin embargo, no es lo mismo un caso en el que te pueden multiplicar por diez tu ficha, un salario normal que podría asemejarse al de cualquier trabajador, que pasar de cobrar tres millones de euros a cinco ‘kilos’. Ambas serían motivaciones económicas, aunque son muy distintas en el fondo.


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