Lo que tendría la plantilla de la UD Las Palmas no sería abatimiento o melancolía: vendría a ser como la modorra. La articulación colectiva del miedo al fracaso convierte la ansiedad individual en parálisis colectiva. Tras eso aparece después tristeza de los aficionados en redes generando un clima de desconfianza que ya ha tocado a su entrenador, Xavier García Pimienta. Es como si no supieran tener paciencia en una categoría tan imprevisible.
Ansiedad, angustia y desesperación. En la primera vuelta Pimienta era un genio, en la segunda vuelta ya le cuestionan hasta gente que no confunde un balón de fútbol con una caja de tomates. ¿Y en qué puesto están los amarillos, al borde de su desaparición? No, al contrario: en posiciones de ascenso, es decir, lo que García Pimienta prometió a la afición.
¿No tienen memoria? El club canario, ahora rentable pero antes de Miguel Ángel Ramírez como propietario era caótico, está en los primeros puestos para el ascenso a LaLiga Santander pero, si seguimos la fuentes etnohistóricas, lo que les evita marcar en portería ajena a la tropa de García Pimienta sería lo que el historiador José de Viera y Clavijo en el siglo XVIII describía como modorra: “una letargia o sueño venenoso”.
Las Palmas comienza a preparar su partido ante el Zaragoza, al que el Éibar arrancó un empate en inferioridad (1-1) con un jugador menos. Tras el Zaragoza, Las Palmas se manda a mudar a País Vasco para visitar al Éibar. ¿Van a regresar a Las Palmas o se quedan allá? Si se quedan en la Península es mejor porque en las islas la autoestima está por los suelos.
En la calle. Las Palmas, en la calle, parece Lugo. El Lugo pidió perdón a su afición y le dio las gracias en un comunicado que publicó en sus redes sociales horas después de que se confirmara el descenso a Primera Federación tras once temporadas seguidas en LaLiga SmartBank. Cosas de las matemáticas de la LaLiga SmartBank es que Racing de Santander acaricia la ansiada salvación tras imponerse al Granada (1-0), en un partido en el que los verdiblancos no solo vencieron a un rival que lucha por el
ascenso, también a la presión de sus inmediatos perseguidores.
Volviendo a la historia de la modorra. La mayoría de los historiadores coinciden en que la modorra fue uno de los condicionantes finales de la derrota de los guanches ante los castellanos, que vieron en la propagación de esta epidemia “un acto milagroso enviado por Dios, que se había puesto de su parte para vencer a los aborígenes”, explica Rodríguez Maffiotte, responsable del Museo Arqueológico de Tenerife.
En Gran Canaria, hacia el siglo XIV, también se produjo otra epidemia. La escasa descripción que hacen las fuentes etnohistóricas impide precisar si fue algún tipo de peste o una gripe, “pero parece ser que su contagio estuvo relacionado con la llegada de los monjes mallorquines que visitaron la isla en esas fechas”, apunta Rodríguez Maffiotte.