Cuando Oyarzabal sufrió una de las lesiones más graves que puede padecer un futbolista, se instaló una especie de drama y mala premonición en un sector de la afición que pensaba que a la Real no le iba a alcanzar para clasificarse para Europa sin su ‘10’. Y, aunque el equipo ha echado de menos los goles, la calidad, el carisma y la conexión con la grada de Mikel, la Real consiguió reinventarse para que los resultados no se resintieran. Y lo cierto es que han sido excelentes también sin su estandarte.
El balance de resultados de los 31 partidos oficiales disputados desde que se lesionó Mikel hasta ahora es de 18 victorias (58%), cinco empates (16 %) y ocho derrotas (26%). Con la brocha gorda, la Real ha ganado seis partidos de cada 10 y ha perdido uno de cada cuatro con su habitual capitán en la grada.
Mucha culpa de ello la tuvo Imanol Alguacil. Consciente del peso de la ausencia de Oyarzabal y previa consulta a pesos pesados como Merino, decidió cambiar su sistema fetiche y pasar del 4-3-3 al 4-4-2 para armar el juego a partir de la calidad de sus medios. Esto también le salió fetén.