Las zapatillas de correr no valen para el gimnasio (a no ser que lo tuyo sea el sobresfuerzo muscular)

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“Cuando organizamos un encuentro con amigos en nuestro domicilio, estamos practicando un ritual ancestral que los miembros de nuestra especie llevan repitiendo desde la noche de los tiempos para reforzar los vínculos sociales”, dice el filósofo y antropólogo Santiago Beruete en la edición en papel del número de octubre de esta revista. ¿Marcará la pandemia el fin a una era?, nos preguntamos. Mientras adaptemos el protocolo para recibir en casa, podemos tener confianza en que lo esencial no va a cambiar. Pero nada será igual.

Se acabó el ritual de la bienvenida habitual: ni besos ni abrazos ni tampoco codazos. Hay que controlar las muestras de afectividad y evitar aglomeraciones. Una buena idea para conseguirlo es planificar la llegada de los invitados de forma escalonada (con minutos de intervalo entre unos y otros) y exigirles puntualidad. También es interesante colocar un bote de gel hidroalcohólico en el recibidor. “Lo ideal sería que todos los invitados pudieran lavarse las manos con agua y jabón, pero lo más práctico es que a medida que vayan llegando accedan al gel para asegurar una primera desinfección. Debe ser el anfitrión el que manipule el bote, evitando que todos lo toquen. Otra opción es que cada uno de los asistentes utilice el suyo propio”, señala Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería (CGE). Luego ya puedes guardarles el abrigo, los bolsos y… ¿los zapatos?

Hace un año, estar pendiente de los invitados a la hora de guardar sus accesorios era un buen detalle; ahora es imprescindible. “Deben depositarse en un lugar en el que se evite su manipulación por otras personas. Lo ideal sería introducirlos en bolsas individuales (tipo las de la tintorería para prendas de abrigo)”, explica Julián Domínguez, especialista de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph). Respecto ala calzado, ¿debemos instar a los invitados a dejarlo a la entrada? Lorenzo Armenteros, portavoz COVID-19 de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), comenta que, a la vista de las evidencias científicas actuales, la probabilidad de que el virus se propague por las suelas es muy baja. “Sin embargo”, añade, “dejar los zapatos en la entrada es una medida que deberíamos adoptar independientemente de la pandemia, como norma de higiene habitual, sobre todo si hay niños pequeños en casa”.

De lo que no cabe duda es de que la mascarilla es innegociable. Los especialistas insisten en la importancia de que todos —anfitriones y convivientes incluidos— la lleven puesta durante estas reuniones (por lo que el anfitrión haría bien en disponer de suficientes en previsión de que alguno se olvide de llevarla). “Es lo más correcto, por muy amigos que sean, y más aún en reuniones de este tipo, en las que siempre será más difícil mantener la distancia. La falsa sensación de seguridad que produce estar con personas de confianza puede convertirse en un riesgo, así que la mascarilla debe estar puesta el mayor tiempo posible, retirándola solo en los momentos imprescindibles (para comer y beber), y también hay que llevarla en cualquier movimiento que se realice por la casa”, afirma Armenteros.

La mínima manipulación como pauta general

Sitios preasignados. Esa es la máxima fundamental, y no lo es por capricho. Es muy importante distribuir la disposición de los invitados en la mesa previamente a que estos lleguen para así poder asegurar que existe la distancia correcta entre ellos (sí, con metro si lo tienes a mano). “El anfitrión debe planificar este aspecto, calculando cuántos invitados caben en su casa si se guarda una distancia de 1,5 metros entre cada uno y teniendo en cuenta que los convivientes no necesitan esa separación y pueden estar más juntos”, explica Pérez Raya, quien también recomienda que, si falta espacio entre los comensales, lo mejor es evitar que coincidan dos personas no convivientes frente a frente, siendo preferible situarlas en diagonal.

La vajilla, desechable; las servilletas, de papel; en la mano, mejor una lata que un vaso… ¿son opciones válidas? Sí, en estas circunstancias hay que tener en cuenta todo lo que favorezca la mínima manipulación de objetos. Pero “es más importante la higienización y la manipulación correcta que el material con el que están hechos los objetos. Los desechables resultan una alternativa muy agradecida, aunque el uso de platos, vasos y cubiertos bien higienizados (lavados previamente a mano o en el lavaplatos) no tiene por qué suponer un riesgo. Por supuesto, nunca hay que compartir los elementos de la mesa (vasos, cubiertos…). Lo mismo ocurre con las servilletas: lo desechable es cómodo, pero siempre que se manipule con higiene; así, las de tejido textil, si se han sometido a un lavado adecuado, también son seguras. Hay que tener en cuenta que el hecho de que algo sea de usar y tirar no supone una garantía si se ha toqueteado de forma incorrecta”, explica Armenteros.

Por otro lado, y con la intención de minimizar riesgos, muchas personas optan por beber directamente de la lata en las reuniones sociales, pero no es una buena idea, ya que, como comenta Armenteros, son muy pocas las bebidas en lata que disponen de tapas protectoras, un elemento que permite consumir directamente de ellas con seguridad. “Lo más conveniente es servirla en un vaso”, afirma. Una decisión muy civilizada, no como la nueva regla protocolaria de no colaborar con el anfitrión. Mientras dure la pandemia también hay que erradicar la típica costumbre de reunirse en la cocina y ayudarle a terminar de preparar la comida. Para Pérez Raya, este tipo de interacción suele implicar tocar los distintos utensilios, botes, cubiertos o pomos de los armarios, y, además, la cocina es una zona de la casa en la que suele ser muy difícil guardar las distancias de seguridad.

Los expertos coinciden en recomendar que sea una única persona la encargada tanto de poner como de retirar los utensilios de la mesa, evitando la intervención de varios “manipuladores”. De la misma forma, debe ser solo uno el que sirva la comida y la bebida a todos los presentes, “sin olvidar que los encargados de estas tareas deben portar siempre la mascarilla durante estos paseos. En el caso concreto de retirar la mesa, cada uno de los comensales puede encargarse de su propio plato y cubierto, llevándolo a la cocina (con la mascarilla puesta)”, dice Pérez Raya, quien señala también que no es necesario que la persona encargada de servir la comida o transportar el menaje utilice guantes. “Pero sí es indispensable que realice una buena higiene de manos (preferiblemente con agua y jabón y, si no es posible, con gel hidroalcohólico) antes de llevar a cabo estas tareas, y que repita este gesto después de servir o retirar los platos”, añade.

Nadie te pasará la sal, si son comensales educados…

Si el anfitrión insiste en poner preparaciones en el centro de la mesa desde las que servirse, “se debe garantizar que los utensilios con el que se trocean y reparten los alimentos sean utilizados por una única persona, y hay que evitar pinchar con nuestro tenedor en platos comunes como la ensalada o las patatas, ya que tras introducir el cubierto en la boca, este podría contaminarse, de ahí que aumente enormemente el riesgo de contagio”, explica Pérez Raya. Y lo mismo para los botes de salsas, aceite, vinagre o sal: también deben ser manipulados por un único individuo o, si no es posible, cogerlos siempre con una servilleta de papel, y proceder de la misma manera con las botellas y jarras de agua o de otras bebidas.

¿Y qué hacemos con la mascarilla cuando hay que hincar el diente? El presidente de la CGE aconseja tener a mano un sobre o una bolsa de tela o papel (evítense las bolsas de plástico), en las que introducirla mientras se deglute, no meterla nunca en el bolso o bolsillo y volver a colocársela durante la sobremesa. “También es importante prestar atención al móvil, un elemento habitual en las mesas de comidas compartidas y que se suele usar para mostrar fotografías, vídeos y cualquier otro contenido de las redes. No debe circular entre los asistentes de mano en mano, aunque estos sean familiares o amigos cercanos”, advierte.

Vas a darle juego al horno, a la parrilla y a la pinza de servir

En cuanto al tipo de menú más adecuado para estas reuniones, la pauta a tener en cuenta es “cualquier opción que evite compartir utensilios o manipularlos demasiado, ya que así impedimos que a través de las manos o por gotas de nuestra respiración podamos infectar a otras personas”, señala el especialista de la Sempsph. En esta línea, las preparaciones tipo barbacoa o parrilla y asadas al horno se posicionan como la mejor alternativa. Así lo recomienda, por ejemplo, Lindsey Leininger, investigadora de políticas sanitarias y profesora de la Escuela de Negocios Tuck de la Universidad Dartmouth (EE UU) en un artículo sobre el tema publicado recientemente en The New York Times, para quien hacer una enorme lasaña y dejar que todos los invitados se sirvan su ración no es una buena idea. Por el contrario, los alimentos calientes procedentes directamente de la parrilla o asados apenas tienen riesgos y suponen la mejor elección (“pescados, carne o salchichas, todo a la parrilla y, a ser posible, que cada uno sea el que toque su porción”, dice Leininger).

El portavoz COVID-19 también se muestra partidario de estas opciones, ya que, en su opinión, facilitan el uso de raciones individuales, un sistema ya utilizado en establecimientos de hostelería para desayunos y comidas: “Son formas de cocinado que permiten la preparación de los alimentos por piezas, lo que a su vez hace que podamos servirnos sin la presencia de un manipulador intermedio, reduciendo así los riesgos”. Y, en este contexto, Armenteros destaca también el importante papel que juega un utensilio con el que, según él, nos tenemos que acostumbrar a convivir en esta nueva normalidad: “Las pinzas de uso individual, que se emplean para servir cualquier tipo de alimento, desde el pan hasta los elaborados”.

Finalmente, una vez acabada la velada —aunque te tachen de machacón—, es importante recordar a los invitados que deben lavarse las manos (otra vez) y/o utilizar gel hidroalcohólico (otra vez); procurar que cada uno recoja sus bolsos y abrigos sin ni siquiera rozar los de los demás y, cuando se hayan marchado, acordarse de desinfectar todas aquellas zonas, elementos y superficies que hayan estado en contacto con ellos: pomos, interruptores de la luz, grifos y mesas, así como lavar inmediatamente platos, vasos y demás enseres utilizados en la reunión. Ya puedes ir preparando la lejía o algún sustituto.


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