Libia agrava su crisis con una bicefalia en el poder

Libia agrava su crisis con una bicefalia en el poder


El Parlamento de Libia, con sede en la ciudad de Tobruk —este del país—, ha nombrado a mano alzada este jueves a Fati Basaga, anterior ministro del Interior en el Gobierno de transición, como primer ministro interino. Mientras tanto, en Trípoli —en el oeste—, el primer ministro del llamado Gobierno de unidad o de transición, Abdelhamid Dabeiba, ya declaró el miércoles que no abandonará su cargo, que solo entregará el poder a alguien salido de las urnas y que en junio pretende convocar elecciones legislativas. La ONU informó de que seguirá apoyando el papel de Dabeiba, según confirmó el portavoz Stéphane Dujarric.

Dabeiba sufrió en la noche del miércoles al jueves un atentado del que salió ileso mientras los asaltantes que dispararon contra su coche lograron escapar sin ser identificados, según informó en un primer momento el canal Al Arabiya TV. El coche del mandatario fue tiroteado sin que hubiera víctimas mientras Dabeiba se dirigía a casa, según informó el diario The Libya Observer. Las circunstancias del ataque, del que informó el Ministerio del Interior, según la agencia France Presse, plantean tantos interrogantes como el contexto político de un país con dos jefes de Gobierno.

Tanto Basaga, de 59 años, como Dabeiba, de 62 años, nacieron en la ciudad de Misrata, que tradicionalmente estuvo enfrentada a las fuerzas del este. Basaga disputó a Dabeiba en febrero del año pasado el puesto de primer ministro de transición, pero la candidatura de Dabeiba ganó con 39 de los 73 votos emitidos en un foro promovido por la ONU. A partir de ese momento, Basaga fue estrechando más y más sus lazos con las autoridades militares del este.

Libia vuelve ahora a la misma situación esquizofrénica de tener dos autoridades paralelas, algo que este país de 6,8 millones de habitantes sufrió desde 2014 hasta febrero de 2021. La ONU consiguió hace justo un año que las dos partes enfrentadas eligieran un Gobierno de transición que tenía como principal misión celebrar elecciones legislativas y presidenciales el 24 de diciembre.

Pero llegada esa fecha, todo el mundo sabía que no se estaban dando las condiciones políticas ni de seguridad necesarias para celebrarlas. Finalmente, el 21 de diciembre, solo tres días antes de la fecha prevista, una comisión del Parlamento libio declaró que era imposible celebrar los comicios. No había ninguna fecha alternativa para celebrarlos ni una hoja de ruta clara. Dabeiba dijo en un primer momento que no concurriría a las presidenciales, pero luego presentó su candidatura. Y en el este también presentó su candidatura el mariscal Jalifa Hafter, de 78 años, que está considerado entre una parte de la población, sobre todo en el oeste del país, como un criminal de guerra.

Ahora, Libia se encuentra una vez más bloqueada. Y la ONU, en busca del enésimo plan de transición. El portavoz de la ONU, Farhan Haq, advirtió este lunes desde Nueva York de que duplicar instituciones supone “volver a esa especie de desacuerdo y desorden que ha marcado al país en la pasada década”, en declaraciones recogidas por la agencia Efe. Pero en Libia hay demasiadas potencias extranjeras jugando al ajedrez geopolítico y no se atisba la opción de un consenso entre el este y el oeste.

En el este del país, el hombre fuerte sigue siendo el mariscal Hafter. Los países que le han respaldado hasta ahora son Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Rusia y, en el plano diplomático, Francia. En Trípoli, el Gobierno de unidad o de transición tiene como aliado indispensable a Turquía. Y como gran socio diplomático, Italia.

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