Desde el inicio de esta crisis provocada por la pandemia del coronavirus las diferentes ligas de baloncesto han tenido que tomar decisiones sobre la marcha sobre si jugar a puerta cerrada sus partidos, aplazar la competición, suspenderla o cancelarla definitivamente y cada organización las ha tomado con el margen de maniobra que le daban las directrices de sus respectivos gobiernos nacionales. La idea en general ha sido la de prolongar al máximo posible la actividad, aunque eso en mucha ocasiones ha entrado en conflicto con la idea de mantener protegidos y a salvo de la infección a jugadores, entrenadores, personal y aficionados. El equilibrio entre minimizar los daños económicos y la salud no está siendo nada fácil y ha provocado ya unos cuantos roces entre los dirigentes de las competiciones y los jugadores, que entienden que en una situación así el dinero pasa a un segundo plano.
En ese sentido, por ejemplo, la Euroliga ha apuntado que “la prioridad es jugar la competición con el formato actual”, es decir, jugar cuando acabe la pandemia lo que queda de fase regular, los playoff y la Final Four, todo ello en con un calendario más apretado y acabando más tarde si es necesario y ha recordado que “el club que quiera cancelar la temporada es que no quiere estar en la Eurolga. Sin embargo, la Asociación de Jugadores de la competición(ELPA) ha apuntado que “los jugadores deberán poder irse a casa. Quieren sentirse seguros y están lejos de sus esposas e hijos. En tales casos el baloncesto y los negocios tienen que pasar a un segundo plano”. De hecho, algunos clubs, como Zalgiris, Asvel Villeurbanne, Olympiacos, Maccabi Tel Aviv o Armani Milan han permitido a sus jugadores marcharse a sus respectivas casas. En la Euroliga, hay que recordar, que se han dado casos de positivos por coronavirus, uno de ellos, por ejemplo, Trey Thompkins, del Real
Madrid, algo que se supo poco después de un partido que se disputó en Milán a puerta cerrada.
Las ligas y los clubs, especialmente los que tienen una menor capacidad económica, se están encontrando con un panorama y un escenario de futuro en el que los números no cuadran y de ahí todos sus intentos por no suspender definitivamente la temporada. En la ACB, muchas entidades están barajando la posibilidad de solicitar un Expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), algo que ya han pedido tres clubs de la LEB Oro con la idea de aliviar las cargas salariales de las próximas semanas o meses. Tanto la Liga Endesa como las competiciones FEB están suspendidas de momento, pero no canceladas, aunque hay clubs que han dado libertad a a sus jugadores para marcharse.
La NBA, por ejemplo, está suspendida, pero no cancelada y mantiene la esperanza de reanudar la competición, incluso en meses cercanos al verano. Los jugadores estadounidenses han podido regresar a sus ciudades de origen, pero los extranjeros no pueden regresar a sus respectivos países. “A mi, a mi esposa y a mi hija nos gustaría volver a la República Checa –apuntó el base de Chicago Bulls Tomas Satoransky-. No es nada placentero quedarse aquí y ver cómo los dueños de los equipos intentan acabar la temporada para no perder tanto dinero”. También Ricky Rubio ha pedido públicamente volver. “Quiero tener cerca de mi familia”, ha declarado.
Aunque todas ellas son posiciones que se pueden considerar como razonables, lo que ha ocurrido en algunas ligas suena a temeridad. La turca, por ejemplo, fue una de las últimas en suspender la actividad (lo hizo tan sólo hace cuatro días), al amparo de que el gobierno no dio directrices férreas al respecto, algo que indignó a muchos jugadores y entrenadores, no sólo del mundo del baloncesto. Por ejemplo, Shane Larkin, del Anadolu Efes, recordó que “la situación no era segura”, lo mismo que entrenadores como Ergin Ataman o Zeljko Obradovic, quienes apuntaron que era “muy difícil hablar de baloncesto ahora mismo”. La situación era tan absurda que los jugadores usaban gen desinfectante al mismo tiempo que jugaban sus partidos y recientemente saltó la alarma al saberse que tres jugadores del Fenerbahce Estambul, Kostas Slaukas, Jan Vesely y Ahmet Duverioglu, tenían síntomas de coronavirus, aunque las pruebas médicas que se les realizaron posteriormente dieron negativo.
En Italia, la Virtus Bolonia sorprendió anteayer al decir que iba a reanudar los entrenamientos, en este caso con muchas medidas de seguridad, tales como que no se permiten más de dos jugadores en el pabellón al mismo tiempo, uno tiene que estar en la cancha y el otro debe de estar en la sala de pesas, el pabellón debe de estar desinfectado, todos el material debe limpiarse tras ser utilizado y los jugadores tendrán una lista de restaurantes de confianza para la entrega de alimentos, todo ello con un constante trabajo de desinfección por parte de una empresa. El gobierno italiano, sin embargo, ha endurecido este pasado sábado las medidas para combatir la epidemia ordenando el cierre de “toda actividad de producción no esencial”, obligado al conocerse que en esos momentos ya contabilizaba 4.825 fallecidos y 53.578 casos confirmados.
Las quejas de los jugadores han llegado desde lugares que no han sufrido tanto el impacto del coronavirus, al menos teniendo en cuenta las cifras oficiales de afectados que proporcionan. En Australia, el ex NBA Andrew Bogut explotó al ver que la liga no paraba. “Nos tratan como marionetas –declaró-. Es como si se taparan los oídos y esperaran que todo se solucionara solo, la respuesta siempre era la misma: ‘la competición sigue como siempre, todo está bien’”. En Japón, el también ex NBA Jeff Ayres regresó unilateralmente a Estados Unidos al considerar que “la liga nos está poniendo en peligro, están más preocupados por el dinero de los patrocinios que por la seguridad de los jugadores”.
Mientras tanto, un rayo de esperanza. La liga de China, la CBA, se está preparando para concluir la temporada después de un paréntesis de casi tres meses debido a la pandemia. Los jugadores, eso sí, antes de que puedan reunirse con sus respectivos equipos deberán pasar dos semanas en cuarentena. Se espera que los primeros partidos se disputen a mediados de abril, todos a puerta cerrada y sin aficionados en las gradas.
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