Llamar a Bosques ‘el Schindler mexicano’ es un desatino: historiadora

De acuerdo con Daniela Gleizer Salzman, la historia del diplomático poblano se ha ido construyendo a través de relatos y testimonios, no con investigación de archivo y fuentes primarias.

Toda la historia para catalogar al diplomático poblano Gilberto Bosques Saldívar como el Schindler mexicano se ha ido construyendo a través de relatos, testimonios e historia oral, y no a través de investigación de archivo y fuentes primarias, afirmó Daniela Gleizer Salzman, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

En entrevista para Aristegui en Vivo, indicó que las pruebas y documentos muestran una historia totalmente distinta a la que se ha contado.

“Hay dos historias que se mezclan y que hay que separar, una es la del exilio español, la de los republicanos que pierden la guerra en 1939 y frente a la cual el entonces presidente Lázaro Cárdenas muestra una actitud de solidaridad, de ayuda y rescate. La otra es la del exilio judío, multifascista que se da al mismo tiempo que los refugiados huyen del nazismo y fascismo, y que están buscando también refugio. Frente a este exilio, la posición de México fue totalmente distinta, de hecho la inmigración judía estaba prohibida desde 1934”, expresó.

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Por esto, Gleizer Salzman consideró que decir que Bosques Saldívar es el Schindler mexicano es un desatino histórico absolutamente brutal, porque la posición del consulado de México en Marsella fue restrictiva con el exilio judío.

Recordó que de 100 mil refugiados que llegaron a América Latina, México recibió menos de dos mil, “hubo excepciones, pero la política fue particularmente de puertas cerradas”.

Sobre la historia que muestra al poblano como el salvador de 35 mil personas, la investigadora de la UNAM afirmó que no hay ningún documento que pruebe esto ni ningún archivo.

“Lo que hay es el registro nacional de extranjeros del cual hicimos un análisis ficha por ficha y encontramos 332 fichas firmadas por él, pero lo que es muy importante resaltar es que esas fichas tenían autorización previa de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y de la Secretaría de Gobernación (Segob)”, precisó.

“La tendencia de atribuirle visas directamente a Bosques pasa por alto que el papel de los cónsules es precisamente ese, entregar in situ las visas que el gobierno autoriza”, abundó.

Para contrastar la historia, Gleizer Salzman manifestó que muchas visas aprobadas se cancelaron en el consulado de México en Marsella por cuestiones burocráticas, como el que estuvieran mal escritos los nombres, por la exigencia para que los refugiados probaran que eran perseguidos políticos (personas menores, no famosos como León Trotsky) y cuando eran judíos.

Gilberto Bosques partía de la idea de que no todos los judíos podían ser considerados refugiados políticos y que muchos de estos solo querían venir a México para aprovecharse, lucrar y otras cosas. Muchas de las visas que canceló eran de judíos”, sostuvo.

“Llamarlo el Schindler mexicano en este sentido es verdaderamente un despropósito”, añadió.

Sobre el cambio de nomenclatura del Bulevar Norte de la capital de Puebla para ponerle Profesor Gilberto Bosques Saldívar, la investigadora sugirió que la regidora Carmen María Palma Benítez debe valorar la decisión con tiempo y con toda la evidencia que está disponible, no solo con la positiva, sino también con la otra y que vean realmente si merecería o no este nombre.

“Este tema debe tratarse con mucho mayor cuidado y detenimiento del que se ha tratado hasta ahora y tomar en consideración que no podemos construir una historia solamente con los testimonios de la gente que se ayudó. Si la decisión estuviera en mis manos, yo no le cambiaría el nombre a la calle”, finalizó.




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