Llega la hora del cierre para el museo de la prensa de Washington



Un letrero azul avisa desde la fachada del Newseum, el museo de la prensa de Washington: “We are on deadline”. La frase juega con la jerga periodística, el temido deadlineque implica la hora del cierre en periódicos y revistas. En este caso, esa hora es el 31 de diciembre, cuando la institución cerrará sus puertas. En una paradoja irresistiblemente trumpiana, este templo consagrado al Dios de las noticias cerrará el mismo año en el que la capital estadounidense ha dado la bienvenida al espectacular museo del espionaje.

Los motivos de la defunción están en los problemas de financiación. La noticia puede interpretarse como una agria metáfora de la crisis que vive la industria informativa, pero la administración del museo prefiere otra interpretación: “Animaría a la gente a no mirar el cierre como un signo de la muerte del periodismo. Una cosa no está relacionada con la otra. Lo que tienen en común es que tanto nosotros como los medios debemos estar en constante evolución”, explica Sonya Gavankar, directora de relaciones públicas del Newseum. Para ella, la explicación del cierre del lujoso edificio, cuya construcción costó 477 millones de dólares (430 millones de euros), no es una última hora precisamente. Gavankar lo achaca más bien a los efectos de la recesión de 2008.
Cuando la institución decidió hace 11 años trasladarse desde su pequeño y discreto edificio de Arlington (Virginia) al centro de la capital política estadounidense, la crisis económica estaba a punto de estallar. “Teníamos un objetivo ambicioso y la mudanza justo coincidió con la crisis, lo que impactó en las donaciones y nos hizo difícil continuar”, aclara Gavankar. Tras más de una década en la pelea, el año de apertura fue el único en el que la galería no registró déficit.
Ubicado entre el Capitolio y la Casa Blanca, el Newseum se sostiene principalmente por los fondos aportados por la Freedom Forum, organización que lo gestiona. Tras recibir más de 10 millones de visitantes en estos años, Gavankar defiende que hablar de fracaso sería “injusto”. Parte del problema ha sido que el Newseum es una de las pocas instituciones en Washington que cobra entrada (aproximadamente, 23 euros). El Gobierno federal financia la mayoría de los museos de la ciudad a través del Smithsonian, que ofrece un extraordinario menú expositivo gratuito.


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Fachada de Newseum en la avenida de Pennsylvania. MAREN HENNEMUTH GETTY IMAGES

“Un pedazo de nuestra libertad se cierra con el museo de la prensa”, lamentaba este lunes a las puertas del Newseum Ken Weber, de 59 años, llegado desde Chicago para hacer una última visita antes de que se eche encima el deadline. “Es un homenaje a la libertad de prensa, y sin él, no podremos apreciar lo que hemos avanzado”, añadía antes de comenzar la visita por las siete plantas de un edificio de cerca de 23.000 metros cuadrados.
Portadas de los diarios
A las 9 de la mañana, este “parque de atracciones para periodistas” recibe a los visitantes como Weber con una galería de portadas impresas de los periódicos más importantes del país, para dar paso a la primera parada obligatoria: un pedazo del muro de Berlín acompañado por la transmisión de una emisión televisiva de aquella jornada histórica. A partir de ahí, la propuesta museográfica ofrece un recorrido sobre cómo ha cambiado la forma de informar en los últimos 500 años, con documentos originales, así como una revisión del papel de los medios durante la época de la segregación, la guerra de Vietnam o el ataque terrorista a las Torres Gemelas.
No circulaban muchos turistas en la mañana de este lunes por sus pasillos. Dennie Clark, voluntario de 79 años, se encogía de hombros al hablar del cierre. Este ingeniero jubilado lamenta que el público no tendrá acceso a obras como el Journalists Memorial, un muro donde están escritos los nombres de 2.344 periodistas asesinados desde 1836, incluido el del columnista saudí del The Washington Post Jamal Khashoggi, descuartizado en la Embajada de su país en Turquía. Después de que el museo retire todas las piezas —eso tomará, calculan sus responsables, unos seis meses—, la Universidad Johns Hopkins, que pagó a principios de año por el edificio 372 millones de dólares, instalará allí su campus destinado a programas de posgrado.
La colección del Newseum descansará entonces en un almacén en Maryland, a las afueras de Washington. Estará cerrado para el público, pero exposiciones como la del 50º aniversario de los disturbios de Stonewall, las mejores fotografías periodísticas galardonadas con el Premio Pulitzer o una muestra dedicada a la relación del rock con la política recorrerán distintas ciudades del país durante casi dos años.
Además, el servicio educativo continuará abierto para los interesados a través de la Red. “Nosotros vamos a seguir trabajando”, sentencia Gavankar. “Encontraremos otro lugar para exponer la importancia de la libertad de prensa. Queremos que sea en Washington, pero estamos abiertos a movernos con tal de seguir”.

El ausente Trump se hace presente

Resulta extraña la forma en la que Donald Trump se hace presente en el Newseum. Casi no hay material dedicado a él, pero se deja sentir. Ya sea en las portadas de los periódicos del día que informan sobre el proceso de destitución al que está siendo sometido por el Congreso o en los vídeos que se transmiten en la sección dedicada a los late shows.
Incluso en la exposición de los animales que han pasado por la Casa Blanca brilla por su ausencia; no figura en la galería de dibujos y fotografías de las mascotas de la Casa Blanca a lo largo de la historia. Trump es uno de los pocos que no ha tenido una.
Una de las pocas piezas en su honor es un tuit enmarcado como si fuese una obra barroca. Se trata de la publicación sin sentido que tuiteó en julio de 2017: “A pesar de la constante prensa negativa covfefe”.


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