Lo de las paradas de Mignolet sí que fue 'cosa de Brujas'

Lo de las paradas de Mignolet sí que fue 'cosa de Brujas'

Hay noches en las que un determinado jugador parece estar tocado por una barita mágica, parece imbuido de algún ignoto ungüento de receta ancestral sacado de un aquelarre medieval. Y eso es lo que algunos sospecharon de la actuación de Simon Mignolet, arquero del Brujas, en el partido que disputó su equipo ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano.

Si el campeón belga se marchó de vuelta a su país sin una derrota en la capital de España fue en buena parte gracias a él. Increíble la actuación que tuvo, una de las más trascendentes que se recuerdan de un meta rival en el campo del Atlético. Que el cuadro colchonero no le hiciese un gol a Mignolet sí que fue ‘cosa de Brujas’ nunca mejor dicho. No hubo manera.

Y eso que el Atlético disparó un total de 20 veces, como hace una semana también en Brujas, y el internacional belga tuvo que realizar nada menos que nueve paradas, nueve intervenciones. Lo normal sería no sólo que se hubiese marchado de la capital de España con un gol, sino con varios encajados.

‘MVP’ DEL PARTIDO

Pero no lo hizo y acabó siendo elegido por la UEFA como el ‘MVP’ del choque. Nada que decir al respecto. Totalmente merecido, porque algunas de sus intervenciones parecieron mágicas directamente.

Especialmente en el arrebato final del Atlético, cuando se volcó en la portería rival. Increíble que el remate a tres metros de la línea, de Álvaro Morata, no acabase en gol. El meta, ya vencido, lo sacaba con la cara. “El tema de porteros es así, cuando te sale sacas todo y cuando no, te entra todo. Ha hecho un gran partido y ha parado todo. Le felicito. Como dije, con los porteros es así. Muchas veces paras hasta lo que no espera, como lo que ha hecho con la cara, gran mérito de él. Se han llevado un punto, pero hemos merecido más”, explicaba Oblak sobre esa acción.

Simon Mignolet, elegido ‘MVP’ en el partido entre el Atlético de Madrid y el Brujas.

Club Brugge

Pero es que antes de eso ya había sacado un mano a mano a Griezmann, que intentó una vaselina; y en el último suspiro también conjuraba con la rodilla, a bocajarro, otro remate de Cunha. Simeone miraba al cielo y pedía una, sólo una. Pero el cielo tenía la ventanilla de hechizos cerrada porque Mignolet se los había llevado todos antes. 




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