Lo que hay que saber para esquiar con niños

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“Está fría y moja!”, le dijo la niña a la monitora de la estación de Baqueira Beret, en el valle de Aran, la primera vez que tocó la nieve. En efecto, pero puede ser muy divertida si los más pequeños de la familia aprenden a jugar y a desenvolverse en ella. Solo hay que tener paciencia —el primer día de cursillo o de guardería es el peor— y aprovechar los servicios que ofrecen la mayoría de las estaciones de esquí españolas. Todas disponen de cursos de esquí o snowboard a partir de los cuatro años y muchas también de guarderías y parques de nieve para cobijar a los niños mientras los padres y madres disfrutan de los descensos. El objetivo fundamental es que se lo pasen bien y quieran volver. Para ello, aquí van unos consejos.

Desde los cuatro meses

Con esta edad, lo único que se puede hacer es llevarlos a las guarderías, que en muchos casos tienen también zonas acotadas al aire libre. Ofrecen estancias de media jornada o de día completo, les dan de comer y les enseñan a dar los primeros pasos en la nieve, normalmente a partir de los tres años. No hay que llevar botas ni esquís, pero sí ropa adecuada para el frío y la humedad y, muy importante, crema solar puesta desde casa. Algunos centros piden marcar la ropa con el nombre; otros, aportar una muda de ropa interior por si se mojan. En el exterior, aprenderán a caminar con esquís sobre la nieve o sobre alfombras antideslizantes, a utilizar cintas remontadoras o a hacer sus primeras y suaves bajadas en recintos protegidos cuando van creciendo. “Lo fundamental”, dice Laila K. Arrarte, responsable del SnowCamp de Baqueira Beret, “es evitar que su primera experiencia les produzca rechazo, conseguir que se lleven un buen recuerdo y quieran volver”. En esta estación leridana hay cuatro parques para niños, tres de ellos en pistas (54 euros con comida todo el día, de 3 a 6 años, con o sin pañal) y uno a partir de los seis meses en la cota 1.500 (59 euros con comida). Se pueden encontrar instalaciones similares en Formigal, en la zona de Anayet junto al aparcamiento (entre 49 y 56 euros), en Astún, Candanchú, La Molina (a partir de seis meses), Masella, Sierra Nevada (desde los cuatro meses en Pradollano) y Valdezcaray, por citar otros ejemplos.

Una diana en la pista Funny Track, en Formigal-Panticosa.
Una diana en la pista Funny Track, en Formigal-Panticosa.

Clases de iniciación

Con cuatro años es el momento de empezar a dar clases más en serio. Para entonces, es muy probable que sepan hacer la cuña (“la casita”, como se le dice a los niños) si han pasado ya por un jardín de nieve. Las clases colectivas, en grupos de seis alumnos aproximadamente, son más divertidas y suelen durar tres horas cada día. Por su parte, las particulares generan una relación casi de amistad entre el monitor y el pequeño, que cuando regresa quiere repetir con ese profesor. Los precios varían según las escuelas, pero en clases colectivas rondan los 10 euros por hora. Pedro Urrieta, director de la Escuela de Esquí de Formigal, da algunos consejos: “El casco, la tortuga [protección dorsal] y una ropa de colores chillones para que se les vea bien son importantes para su seguridad; los guantes, mejor de dedos, no manoplas, para que puedan agarrar los bastones que han de llevar siempre porque sirven para andar y para equilibrarse, y sin pasar las correas por las muñecas para evitar enganchones”. A los padres se les pide confianza en los monitores, dejar a sus hijos con los profesionales y marcharse a esquiar. En general, aprenden más rápido que los adultos.

Esquiar con los padres

La mayoría espera que sus hijos evolucionen muy rápido y dejen de hacer la cuña para deslizarse con los esquís en paralelo. Pero, una vez más, paciencia. Con la cuña, los peques pueden ya afrontar descensos de dificultad media. “Es fundamental elegir bien la pista y no forzarlos más allá de lo que pueden hacer”, advierte Juanma Paba, de Era Escòla, Baqueira. “A veces, nos llegan niños llorando porque lo han pasado mal en una zona que no era adecuada para ellos. Lo importante es que disfruten”, añade. Hacer que el pequeño esquíe muy cerca de un adulto y enseñarle a usar solo una parte del ancho de la pista, con giros cortos, disminuirá el riesgo de colisiones. Hay que tener en cuenta que pasar de una pista azul a una roja supone un salto más grande de lo que parece. Y ya que hablamos de seguridad, en los remontes siempre deben ir acompañados de un adulto, y nunca hacer la cuña al coger o dejar la silla; los esquís, siempre rectos para evitar que otro esquiador los pise y haga caer. Parar de vez en cuando y ofrecerles un tentempié les dará fuerzas extra. Urrieta recomienda aprovechar la Semana Santa, cuando los días son más largos, las temperaturas probablemente más suaves y la montaña acumula toda la nieve del invierno.

El trineo ruso de la estación de Sierra Nevada (Granada).
El trineo ruso de la estación de Sierra Nevada (Granada).

En busca de xilófonos

Algunas estaciones tienen pistas diseñadas especialmente para el público infantil y están equipadas con saltos, obstáculos, túneles, reproducciones de animales y objetos que tocar o hacer sonar con los bastones como manos gigantes, gongs o xilófonos. Es el caso de las Funny Track de Formigal, Panticosa, Cerler, Javalambre y Valdelinares; del Bosque Encantado en Cerler; de las pistas del Mar y el Bosque en Sierra Nevada (con imágenes de un submarino, un faro y animales marinos y de montaña), y de los Fun Park de Baqueira y La Molina, en donde bajan buscando las reproducciones de la fauna y las setas autóctonas. Aunque no son exclusivas para niños, Baqueira, Cerler, Formigal, Javalambre y Valdelinares disponen de pistas con cronómetro en las que se puede medir el tiempo de descenso. El Kidspark de Sierra Nevada ofrece a padres y niños la posibilidad de iniciarse en el free­style con seguridad de la mano de profesionales.

Tirarse bolas también es divertido

Para los pequeños, jugar en la nieve es tan importante y divertido como esquiar. El parque de actividades Mirlo Blanco, en Sierra Nevada (Granada), es uno de los espacios más completos para este fin: además de pistas para tubbing, trineos convencionales y bicicletas, tiene una divertida montaña rusa con trineos que se deslizan sobre raíles. Nieve Aventura, en Formigal, dispone de zonas para tirar bolas contra paneles, construir iglús, montar en trineo o en grandes flotadores y salir de excursión con raquetas. Y Port Ainé y La Molina proponen recorridos multiaventura de árbol en árbol a partir de cuatro y tres años, respectivamente.

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