Lo último del VAR: ni se le critica, ni se le tose

Lo último en España sobre la libertad de expresión. Esta es una historia del pasado fin de semana. El Betis, líder de la Liga, recibe al Real
Madrid. Anda ganando el partido y, por dos decisiones indicadas por el VAR, se queda con diez y le dan la vuelta al marcador por unas manos que el colegiado tampoco ve. Ricardo de Burgos Bengoetxea, al igual que ningún jugador del Madrid, no se da cuenta de que Bartra toca el balón con el brazo. Se avisa al árbitro por el pinganillo, mira la pantalla y pita lo impensable: penalti a favor del Madrid.

Se termina el partido y Manuel
Pellegrini, preguntado en rueda de prensa, suelta: “Penalti, expulsión, VAR y Real Madrid junto es demasiado”. Es su opinión. No ofende a nadie. Joel Robles, el portero bético, consideró que el árbitro no había estado acertado y lamentó que “en caso de duda, siempre favorecen al grande”.

A Pellegrini y Robles les han abierto un expediente. A la próxima, les amenazan con cuatro partidos de sanción. No por pegar a nadie, tan solo por decir lo que piensan. ¿Pero en qué país estamos? El VAR se aplica con criterios cambiantes, inconsistentes y de forma arbitraria. Y ahora, para tapar las trampas y la incompetencia, no puedes ni criticarles. Imponen el silencio. El mirar para otro lado. La mafia tiene un término: “Omertá”.

Pellegrini: “Jugadores y técnicos van a dejar de hablar después de los partidos”

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