La Cumbre de Líderes de América del Norte ha cerrado con elogios, reclamos velados y promesas. Joe Biden, Andrés Manuel López Obrador y Justin Trudeau han concluido este martes una extenuante jornada diplomática con una declaración de intenciones: convertir a Norteamérica en un bloque comercial y político con peso propio y que pueda competir en el escenario geopolítico actual. En el terreno, más allá de los acuerdos suscritos sobre el papel y que se han dado a conocer a cuentagotas, los mandatarios de Estados Unidos, México y Canadá han aprovechado la llamada cumbre de los Three Amigos para sacar pecho ante las críticas que enfrentan en sus países, fortalecer su imagen como jefes de Gobierno y empujar sus agendas en el foro regional. “Usted es el primer presidente de EE UU que no ha construido ni un solo metro del muro y se lo agradezco”, ha dicho López Obrador a su homólogo estadounidense. Biden, por su parte, ha defendido su plan de gestión fronteriza y ha descartado por partida doble que fuera un programa “demasiado blando” o de “mano dura”. Trudeau ha declarado que su país está listo para los desafíos mundiales y que refrendará su alianza con Washington.
Biden llevó una agenda de trabajo amplia en su primera visita a México en casi dos años de gestión. El presidente estadounidense quería hablar sobre el tráfico de fentanilo, el último capítulo de la guerra contra las drogas, en la tierra donde los carteles se han afianzado como la fuente principal del opiáceo que cada año mata a decenas de miles de personas por sobredosis. Buscaba dar legitimidad a un nuevo plan migratorio anunciado la semana pasada, con el que planea recibir cada mes a 30.000 inmigrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela a cambio de que el Gobierno mexicano se haga cargo de todos aquellos que no cumplan con los requisitos.
El mandatario estadounidense declaraba que era tiempo de aceitar las cadenas regionales de suministro e insistía una y otra vez en la necesidad de apostar por los semiconductores, un área de comercio dominada por China y Taiwán. Respondía a los cuestionamientos sobre el hallazgo de unos documentos secretos que se remontan a su etapa como vicepresidente. “Quiero agradecerle, señor presidente, por dar un paso adelante y recibir en México a aquellos que no sigan los caminos legales que hemos establecido, en vez de intentar cruzar la frontera entre nuestros países”, ha comentado el hombre al frente de la Casa Blanca.
Tras concluir la gira de trabajo a tres bandas, López Obrador no ha dado peso a la carga de resguardar la frontera ni al impacto de la guerra contra el narcotráfico en el país latinoamericano, en un combate que se ha prolongado durante más de 15 años y ha dejado cientos de miles de muertos. Los últimos 29 fallecidos fueron el alto costo de capturar a Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo, a cuatro días de la llegada de Biden.
El presidente mexicano ha celebrado, en cambio, que exista un espíritu distinto para enfrentar el drama humanitario en la frontera y la promesa de invertir miles de millones de dólares en cooperación para el desarrollo que ataquen las causas raíz del éxodo en Centroamérica. Se ha apuntado un tanto ante sus seguidores al conseguir que Biden y Trudeau aterrizaran en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, un símbolo de su mandato que no tiene certificación para hacer vuelos comerciales a Estados Unidos. Y ha pedido a Biden que abogue ante el Congreso para la regularización de 11 millones de inmigrantes sin papeles en EE UU, un acuerdo migratorio que ningún presidente mexicano ha logrado amarrar. Aceptó el reto de hablar de migración, pero en sus términos, al igual que los otros mandatarios.
Trudeau ha aplaudido la intención de Norteamérica de ser más competitiva y de hacer frente a los desafíos globales. “Hay mucho más que se puede hacer”, ha señalado ante los medios en la ceremonia de clausura. El primer ministro ha agradecido los elogios de su anfitrión por buscar ampliar las visas de trabajo para inmigrantes mexicanos. Pero se ha enfocado más en armar un frente común con Washington para enfrentarse a la “guerra brutal” de Rusia contra Ucrania y la crisis interminable en Haití. Durante el encuentro también se ha hecho una breve mención sobre el asalto democrático en Brasil. El líder canadiense ha dado un discurso acotado en francés e inglés y ha subrayado que su relación con Biden es inmejorable, en comparación con la “incertidumbre” que reinaba durante la Administración de Donald Trump.
La declaración conjunta trató los seis ejes temáticos que se plantearon en un inicio, pero evita poner cifra a los acuerdos económicos o detallar planes específicos frente a las amenazas regionales. Se centra en los diagnósticos compartidos en líneas generales sobre diversidad, equidad e inclusión; cambio climático y medioambiente; competitividad; migración y desarrollo; salud y seguridad. “Los líderes están decididos a reforzar la seguridad, la prosperidad, la sostenibilidad y la integración de nuestra región”, se lee en el documento oficial.
La ceremonia de clausura de la cumbre trilateral ha dado espacio para solo una pregunta de un reportero de cada país. Los periodistas elegidos han intentado que los tres mandatarios respondieran a sus cuestionamientos, pero el protocolo lo ha impedido. Aun así, López Obrador se ha plantado durante más de 20 minutos frente al micrófono para hacer un repaso de su proyecto político, en una intervención que abarcó desde sus programas sociales y su promesa de erradicar la corrupción hasta los daños a la salud de los vapeadores y su visión de cómo los jóvenes deben buscar la felicidad sin necesidad de drogarse.
Biden y Trudeau han esperado pacientemente, han clavado la mirada en el vacío, han asentido cuando eran aludidos y han agachado por instantes la cabeza tras permanecer de pie durante el discurso, visiblemente agotados por la avalancha de actos oficiales. Fue una conferencia mañanera como las que el presidente mexicano da todos los días. Por instantes, ha habido risas y caras de estupefacción entre los reporteros que acudieron a la cobertura y las comitivas de los tres Gobiernos. En otro tramo, los fotógrafos, más irreverentes, han lanzado silbidos que se colaron a la retransmisión del acto para exigir que el discurso acabara de una vez. “Da respuestas muy largas, ¿verdad?”, preguntaba con ironía una periodista extranjera a sus colegas locales. “Ya me pasé del tiempo y hay mucho frío, muchas gracias de todo corazón”, ha dicho López Obrador sonriente antes de posar una vez más con sus invitados.
Biden se ha disculpado con los periodistas por no responder a sus preguntas y se ha ido directamente al aeropuerto, con dos horas de retraso respecto de su itinerario original. El convoy, con alrededor de una treintena de vehículos escolta, se abrió paso por el centro de Ciudad de México para llevarlo a abordar el Air Force One, que tocó tierra en México por primera vez en casi una década y ha salido rumbo a Washington. López Obrador y Trudeau tienen previsto un encuentro bilateral para este miércoles.
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