López Obrador expone los resultados de la votación de ayer en el Congreso, durante su rueda de prensa matutina.Juan Carlos Buenrostro (Presidencia de México)
El “plan B” de la reforma electoral impulsada por el Gobierno podría no ver la luz. El presidente Andrés Manuel López Obrador, autor del proyecto, ha dicho este jueves que no aceptará la reforma como está a punto de aprobarla el Congreso federal, en la que el partido del mandatario, Morena, introdujo cambios al documento original que suponen beneficios inconstitucionales para sus aliados electorales, los minoritarios Partido Verde y Partido del Trabajo, como la posibilidad de transferirles votos para ayudarles a alcanzar el mínimo requerido para conservar el registro como partidos.
La Cámara de Diputados se dispone a sesionar este jueves, el último día del periodo ordinario de sesiones, para votar la minuta recién aprobada por el Senado. López Obrador ha adelantado su desacuerdo con dicha cláusula y ha dicho que está dispuesto a usar su facultad de veto a costa de perder lo central de su “plan B”: la reducción de la estructura institucional del INE con el argumento de generar ahorros presupuestales. “Si no lo mejoran en la Cámara y me pasan a mí esto, y considero que sí es una contradicción y que sí afecta, la veto, aunque se invalide todo. Por encima de los principios, nada”, ha dicho en su conferencia diaria en Palacio Nacional.
El mandatario federal ya había expresado su desacuerdo con ese artículo, que no figuraba en su plan de reforma original. Esa y otras cláusulas fueron incluidas por Morena en la Cámara de Diputados a instancias de sus aliados del Partido Verde y el Partido del Trabajo, que condicionaron su apoyo al “plan B” a cambio de esos beneficios. Se trata de tres artículos polémicos: que los partidos políticos puedan conservar el registro aun sin haber logrado el 3% de la votación emitida en elecciones federales, siempre que tengan ese mínimo en al menos 17 Estados del país; también que, cuando los partidos participen en comicios mediante coaliciones, puedan suscribir convenios que permitan la transferencia de sufragios a los socios menos votados, a fin de que puedan salvar el registro; y que los partidos puedan guardar los recursos públicos que no ejercieron durante el año fiscal (actualmente están obligados a reintegrarlos a la Tesorería de la Federación).
López Obrador había instruido que el artículo de la transferencia de votos fuese retirado desde el Senado, que funge como cámara revisora y donde su partido también tiene mayoría. Morena simuló acatar su instrucción. El partido del presidente presentó un dictamen en el que ya no figuraba ni esa cláusula ni la que permitía guardar recursos no ejercidos. Durante la votación del proyecto en la sesión del miércoles, Morena contó con el voto de sus aliados del Partido Verde y el Partido del Trabajo, aun cuando ello afectaba sus intereses. Pero se trataba de una jugada. Cuando comenzó la discusión del “plan B” en lo particular, durante la madrugada de este jueves, el Partido Verde propuso reintroducir el artículo de la transferencia de sufragios. Con el apoyo de Morena, el Verde logró su cometido. En la madrugada también se reintrodujo el artículo que posibilita a los partidos la retención de recursos no gastados.
Este jueves, López Obrador ha condenado lo que consideró una maniobra tramposa y ha insistido en que él no pasará por encima de sus principios (en repetidas ocasiones ha criticado el gasto excesivo que significa mantener a los partidos políticos). “No es posible, de ninguna manera, hacer algo encubierto, o que dé la impresión de que se está actuando de manera tramposa, eso tiene que ver con el bloque conservador, esos son muy falsarios y cretinos”, ha dicho el mandatario. “Si lo considero, la puedo vetar. Si es un asunto de principios, lo hago, porque somos demócratas auténticos, no farsantes, entonces, lo que nos importan son los principios”.
La desobediencia de Morena podría condenar al fracaso el “plan B” de la reforma electoral del presidente. La Cámara de Diputados aún podría hacer cambios a las revisiones que hizo el Senado a la minuta, pero ya no habrá tiempo de que la reforma quede firme en este periodo ordinario de sesiones, que concluye este jueves. Por el contrario, si no hace los cambios pedidos por López Obrador, la reforma podría no ser promulgada por el mandatario.
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