Andrés Manuel López Obrador ha logrado este domingo un rotundo respaldo de sus fieles en la consulta sobre la revocación de mandato. El presidente se ha refrendado con un 91,1% de los apoyos con una participación del 17,5%, según los datos promedio del cómputo rápido ofrecidos pasadas las nueve de la noche por el Instituto Nacional Electoral (INE). Pese a que la convocatoria solo era vinculante si la participación superaba el 40% del censo, el jefe de Estado ha arrasado entre los suyos en el referéndum que él mismo promovió llevándose un mensaje nítido de compromiso de sus bases. Más de 15 millones de mexicanos han pedido que siga y agote su período en 2024. La oposición boicoteó desde un inicio la consulta.
El mandatario ha valorado los números de la jornada comparándolos con los de pasadas elecciones presidenciales. “Obtuve más votos ahora que en 2006 y en 2012″, ha afirmado en un mensaje difundido tras conocer las estimaciones de la autoridad electoral. En el primer caso sumó 14,7 millones de apoyos y denunció haber sido víctima de un fraude. En el segundo, 15,8 millones, por lo que habrá que esperar al resultado final para determinar si finalmente batió esa marca. “Y más que los que obtuvo Anaya en la elección pasada, 12,6 millones”, ha remachado en referencia al excandidato del PAN en 2018, cuando López Obrador rebasó los 30 millones de votos en su mayor triunfo.
La movilización, en cualquier caso, supera las expectativas de los últimos días (las encuestas vaticinaban un interés aún menor) y se acercan a las previsiones de la formación oficialista. Cabe, además, encuadrar esos datos en una lógica diferente a la de una elección habitual. Que la participación se haya quedado a más de 20 puntos del quórum, fijado en el 40% -un umbral necesario para que el resultado fuera vinculante- no tendrá consecuencias en la práctica. López Obrador terminará el sexenio, como ya correspondía antes de esta votación, pero hoy se ha proclamado ganador del primer referéndum revocatorio convocado en el país. Un proceso de democracia directa que ha movilizado a la militancia más fiel de la llamada Cuarta Transformación. “Estoy muy contento porque a pesar de los pesares mucha gente salió a votar el día de hoy. Vamos a continuar con la transformación de nuestro país”, ha enfatizado el presidente. No obstante, ha querido dejar claro que rechaza la idea de perpetuarse en el poder. “No me voy a pasar, porque soy demócrata y no estoy a favor de la reelección”, ha dicho.
A las circunstancias del momento político se suma el contexto de organización de la jornada. La autoridad electoral instaló 57.423 casillas, cerca de un tercio de las que tenían a su disposición los votantes en los comicios de medio término de junio pasado, cuando acudió a las urnas un 52,6% del censo. Ese recorte, consecuencia del ajuste del presupuesto destinado al referéndum acometido por Morena en el Congreso, profundizó el choque entre el oficialismo y la autoridad electoral. Los 18 gobernadores de la Cuarta Transformación, el proyecto político de López Obrador, han acusado abiertamente al organismo de “evitar la participación de pueblo”. En un comunicado difundido por Claudia Sheinbaum, alcaldesa de Ciudad de México, poco antes de conocerse los resultados celebran no obstante “el éxito de la jornada, el triunfo de la democracia participativa y el apoyo del pueblo al presidente”. “México hoy es un ejemplo de democracia para el mundo”, resaltan.
“Nuestra democracia hoy cambió para siempre. De hoy en adelante todos los presidentes tendrán que andar obedeciendo al pueblo”, ha enfatizado el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado. En 2019, López Obrador impulsó una revisión de la Constitución que permitió esta convocatoria y el pasado septiembre el Congreso emitió la ley que la regula. A partir de ahora los próximos gobernantes tendrán que someterse a una consulta similar si lo solicita una plataforma promotora con el aval de al menos el 3% del censo o si estos no vuelven a reformar la Constitución para eliminar este tipo de votación.
Los datos de la consulta serán ahora el comienzo de la cuenta atrás del sexenio. El presidente, que al margen de esta votación conserva una popularidad que ronda el 60%, ya ha amagado con una reforma electoral, escudándose en la constante disputa con el INE, y ha intensificado el cuerpo a cuerpo con los que considera como sus adversarios. El referéndum revocatorio le permitió seguir viviendo en campaña electoral, su terreno de juego favorito, pero este domingo empieza de facto otra carrera, la de los comicios que el próximo 5 de junio renovarán a los gobernadores de seis estados. Y a partir de ese momento todos los focos iluminarán el camino hacia las presidenciales de 2024.
La movilización, cuando el INE difunda los datos territoriales, ofrecerá también algunas claves sobre la capacidad de resistencia al desgaste del oficialismo y la fortaleza de su aparato. Por eso en las últimas semanas han sido muy relevantes también los gestos de algunos de los principales dirigentes de la Cuarta Transformación. Sheinbaum fue la aspirante a suceder a López Obrador que más cerró filas con el revocatorio. El canciller Marcelo Ebrard y el veterano senador Ricardo Monreal optaron por guardar un perfil bajo, aunque al acudir a votar han aplaudido este instrumento de democracia directa inédito en México.
Mientras tanto, las principales fuerzas de la oposición, el PRI, el PAN y el PRD, que aún no se han recuperado de la derrota de 2018, defendieron hasta el final su estrategia de no participar. “Morena volteó de cabeza y pervirtió el propósito de un proceso democrático como la revocación de mandato para satisfacer su propio ego y seguir engañando a los mexicanos”, ha afirmado Alejandro Moreno, dirigente del PRI. El líder del PAN, Marko Cortés, mantiene una tesis parecida al considerar la votación una farsa, puesto que a la postre solo ha servido para fortalecer al presidente y al Gobierno.
López Obrador fue a votar a primera hora de la mañana al antiguo Palacio del Arzobispado, en el centro histórico de la capital. Como ya había anunciado esta semana, ha anulado su boleta escribiendo un “Viva Zapata”. Este 10 de abril se cumplían 103 años del asesinato de Emiliano Zapata. Su argumento central siempre fue el de que los mexicanos tuvieron la oportunidad de echarle y no lo hicieron. “A los conservadores”, ha insistido dirigiéndose a sus adversarios, “llamarlos con todo el respeto a la reflexión, a que se serenen. En las democracias se gana o se pierde y no hay que optar por la abstención”.
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