Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, y Antony Blinken, secretario de Estado de EE UU, en Ciudad de México.Presidencia
No hay fractura con Estados Unidos. Así lo aseguró el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa de este viernes, tras una semana de turbulencias con Antony Blinken, el titular del Departamento de Estado. “En naciones libres, independientes y soberanas hay debate y puede haber diferencias”, señaló el mandatario. El Ejecutivo sí desmintió que partes del territorio mexicano estén dominadas por el narco, como señaló el jefe de la diplomacia estadounidense en el Senado el pasado miércoles. “Es falso, no es cierto”, respondió. López Obrador dijo que la polémica reciente se debe a que ambos persiguen intereses diferentes. “Entiendo lo del señor Blinken, es buena persona, pero él tiene que hacer su trabajo y yo debo cumplir con mi responsabilidad”, agregó.
Blinken acudió esta semana al Senado para responder las preguntas de los legisladores sobre la política de Estados Unidos, entre ellas las de Lindsey Graham, un miembro del ala dura del Partido Republicano, que ha puesto en la mira la estrategia de seguridad de México contra los carteles de la droga. En un duro interrogatorio, Graham alcanzó a arrancarle dos declaraciones polémicas al secretario de Estado, pese a que Blinken intentó subrayar que la cooperación bilateral era fluida y que el Gobierno mexicano era un socio confiable. La primera fue que hay partes del territorio mexicano en el que el Estado no llega y están bajo control del crimen organizado. La segunda fue que sí consideraría la propuesta de los sectores conservadores de nombrar a los carteles como grupos terroristas, lo que daría facultades al presidente de Estados Unidos de lanzar operaciones militares al sur de la frontera, al menos desde la perspectiva de la ley estadounidense. Pese a todo, matizó que no cree que la medida sea la más efectiva.
López Obrador repasó cómo se dio la comparecencia y achacó las declaraciones al ambiente electoral en Estados Unidos, que a finales de 2024 está llamado a las urnas para elegir a un presidente. “Hay en EE UU una campaña anticipada para las elecciones del año próximo. Entonces, se suscitan estos encuentros o debates”, dijo el presidente. “No hay ningún lugar del territorio donde no haya presencia de la autoridad”, agregó. “Le puedo decir al señor Blinken, creo que lo sabe, que constantemente estamos destruyendo laboratorios clandestinos en Sinaloa, Sonora, en todos lados”. La respuesta de López Obrador se da en la misma línea que ya había marcado Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, que restó importancia a los dichos y los adjudicó al duro intercambio con Graham.
El origen de las tensiones está ligado con el Legislativo estadounidense. López Obrador se quejó esta misma semana del diagnóstico que hizo el Departamento de Estado sobre la situación de los derechos humanos en México. En su último informe anual, Washington aseguró que las autoridades mexicanas habían cometido torturas, desapariciones forzadas y asesinatos extrajudiciales. “Se creen el Gobierno del mundo”, dijo el presidente. El documento se elaboró como parte de un proceso en el que los miembros del Senado pueden restringir el presupuesto al Ejecutivo, ya sea para sus labores diplomáticas o acciones de cooperación en el extranjero, cuando los países en cuestión tienen un historial opaco de derechos humanos. Se hace todos los años y sobre varios países, y ha incomodado a los Gobiernos aludidos en cada oportunidad.
López Obrador, sin embargo, calculó que la coyuntura internacional le permitía alzar la voz y afirmar que no iba a permitir una intromisión en su soberanía. Pese a los roces de las últimas semanas en el tema de seguridad, el Gobierno mexicano sabe que los principales vínculos con su vecino no están en riesgo ante las polémicas y los cruces de acusaciones que han surgido. Estima también que Estados Unidos no se puede permitir abrir un frente en su perímetro de seguridad en el contexto de la invasión a Ucrania y la guerra comercial con China.
En el reclamo, el Gobierno mexicano ha buscado compartimentar su respuesta: puede tener diferencias con el Departamento de Estado y agencias como la DEA, pero no tiene ningún problema con la Administración de Joe Biden. “El presidente Biden tiene una postura de mucho respeto hacia México, nosotros lo respetamos mucho por eso”, insistió López Obrador este viernes. El cálculo de la respuesta es un estira y afloja permanente para ver cuánto dan de sí los márgenes diplomáticos con Washington. Es una calibración constante del tono de las declaraciones y el momento para lanzar los dardos o los halagos. El presidente quiso rebajar las tensiones por el informe de derechos humanos, pero puso en la mira la actuación de la empresa estadounidense Vulcan en Quintana Roo, la joya turística en el Caribe mexicano.
“Blinken está en su papel porque él representa los intereses de las empresas estadounidenses, es su trabajo, como el mío es representar los intereses del pueblo de México”, abundó López Obrador. “A lo mejor no tiene la información completa y, con todo respeto, sería bueno que supiera que Vulcan, en complicidad con las anteriores autoridades mexicanas, destruyó nuestro territorio y llevó a cabo un ecocidio”, agregó. Acto seguido aseguró que varios de sus críticos en el Legislativo estadounidense tienen vínculos con la compañía y reciben dinero de ella.
En una semana, el Gobierno de México se lanzó contra el “departamentito” de Estado y criticó su “política anacrónica” de inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, al tiempo que descartó la fractura. John Kerry, asesor de la Casa Blanca para el Cambio Climático, fue el invitado de honor en el aniversario del natalicio de Benito Juárez, casi al paralelo de que el presidente del Instituto Nacional Electoral hablaba en Washington del futuro de la democracia en México. López Obrador hizo un guiño a Donald Trump ante un eventual arresto y poco después, insistió en que tiene una relación cordial con Biden. El pronóstico es que estos episodios seguirán, como han estado latentes siempre en la relación bilateral, y que es muy probable que se agudicen con el trasfondo de las votaciones del año que viene, con elecciones presidenciales en ambos lados de la frontera.
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