Los dos récords de Ángel Zubieta


A caballo entre el 46 y el 47, el San Lorenzo de Almagro (flamante campeón argentino) hizo una gira por España que fue leyenda. De ocho partidos sólo perdió uno. Goleaba con facilidad, con un fútbol de toque y pausa, exquisito, desconocido aquí. De aquello quedaron dos secuelas: la primera, que la Federación obligó, vía circular, a todos los equipos a jugar la WM, como el San Lorenzo; la segunda, que en San Mamés dejaron de atacar el juego científico y calmoso de Panizo, pues cuando pasó el San Lorenzo por allí el público comprobó admirado que jugaban todos como él.

De aquel equipo era capitán Ángel Zubieta, salido de España 10 años atrás. Pese a tan larga ausencia era muy recordado por su precocísima aparición en el Athletic, a cuyo título de Liga en la 35-36, la última antes de la guerra, contribuyó. Nacido en Galdácano, había debutado en el Athletic el 27-10-35, con 17 años, en San Sebastián ante la Real (0-2) en el Campeonato Regional. Debutar a esa edad era cosa excepcional entonces. En la Liga jugó ya la primera jornada, 3-3 en Oviedo, el 10-11-35, y fue titular todo el curso. Era un medio grande, fuerte, incansable y de gran golpeo de balón. Le hizo debutar el seleccionador Amadeo García Salazar ante Checoslovaquia en el estadio Letna de Praga, el 16-04-35. Había nacido el 17-07-18, de modo que debutó con 17 años y 284 días. Un récord de precocidad que ha sobrevivido hasta la irrupción de Gavi en San Siro (17 años y 62 días). Repitió como internacional ocho días más tarde, ante Suiza en el Neufels de Berna, último partido de la selección antes de la Guerra.

Durante la misma formó parte de la célebre Selección de Euskadi que recorrió Europa para recabar fondos y hacer propaganda de la República. Una gira célebre y exitosa al final de la cual, de vuelta en París, supieron de la caída de Bilbao. Gorostiza y Roberto Etxebarría regresaron a España, los demás se fueron a América, donde el Euskadi tuvo nuevos contratos y hasta jugó una temporada en la Liga mexicana, de la que fue subcampeón. Después se dispersaron. Retirado alguno, los más contratados por equipos de México o Argentina.

Zubieta escogió el San Lorenzo. Le costó adaptarse al fútbol calmoso y de regate de allí, pero pronto se asentó e hizo leyenda. Era el eje del juego cuando aquella gira, en la que fue aplaudido en todos los campos, rivalizando en popularidad con la tripleta central del ataque, Farro-Martino-Pontoni, que hizo maravillas. Tenía 29 años, estaba en plenitud.

En 1952, ya veterano, decidió regresar a España. Cinco años antes lo habían hecho ya Iraragorri, al Athletic, y Lángara, al Oviedo, sus clubes de antes de la guerra. No fueron molestados. Zubieta escogió el Depor (Riazor había sido uno de los escenarios de la gira), dejando atrás 13 años y 352 partidos en San Lorenzo. El Athletic trató de hacer valer sus derechos sobre el jugador, pero la Federación lo desestimó. Llegó a finales de la Liga 52-53, de la que jugó los siete últimos partidos. En la siguiente los jugó todos. Fue en esa 53-54 cuando ascendió un juvenil prometedor, Luis Suárez, que al final de la misma pasaría al Barça, para el que ya jugó la Copa. Suárez guarda un gran recuerdo de él: “Era un jugador magnífico; me ayudó mucho, me llenó de buenos consejos”.

El último partido de Zubieta, ya con 37 años, fue precisamente ante el Barça, un tremendo 0-7 en Riazor, el 05-02-56. Desde su aparición en Primera hasta ese día habían pasado 20 años y 87 días. Ese es el otro récord que Zubieta ha mantenido durante tanto tiempo, y que ahora amenaza Joaquín. El primer partido del extremo con el Betis en Primera data del 26-08-01 (Málaga, 3; Betis, 2). Han pasado más de 20 años. Según las cuentas de Míster Chip, en cuanto Joaquín intervenga en algún partido a partir de la jornada 14 habrá batido ese récord.

En aquel 0-7 Pahíño había hecho de entrenador-jugador, pues acababa de caer el entrenador, García Vizoso. Pahíño ejerció tres jornadas y pasó el marrón a Zubieta, que decidió no alinearse a sí mismo. Luego entrenó en Portugal y en la 62-63 llegó al Athletic. Su regreso se tomó muy bien, pero las cosas salieron a medias. Se disolvía la generación de los Once Aldeanos y le tocó una renovación que encaró bien, haciendo debutar a Iribar, Aranguren, Iñaki Sáez y Uriarte, pero el equipo fue décimo, en la Copa cayó ante el Zaragoza de Los Magníficos y aquello supo a poco. Entrenó también al Valladolid y al Jaén, luego en México y en Argentina, donde murió con 67 años de ELA.

Allí los clásicos aún le recuerdan como uno de los mejores extranjeros que jugaron el campeonato argentino.

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