Los forenses del juicio del Rey del Cachopo revelan que la víctima presentaba cortes para dificultar su identificación

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Cuando el 13 de agosto de 2018 los policías llegaron a una nave en Usera por el aviso de un fuego, descubrieron que lo que estaba ardiendo eran unas prótesis mamarias. En la inspección del edificio, los agentes encontraron un torso con larvas dentro de una maleta con los pechos seccionados. La investigación apuntó rápidamente a César Román, también conocido como el Rey del Cachopo, que desde ese día desapareció y dejó de utilizar su móvil. El análisis de los restos mostraron días después que existía un 99% de posibilidades de que pertenecieran a su exnovia Heidi Paz.

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Los forenses que han declarado hoy en el juicio por el que se acusa de este asesinato a Román han revelado que el cuerpo presentaba también unos cortes en la parte baja del abdomen que les hizo pensar que “se hicieron para quitar algo que pudiera servir para identificar el cuerpo”. Heidi había tenido uno de sus dos hijos por cesárea. Los peritos no han podido determinar si la mujer a la que pertenecen esos restos había estado embarazada porque “la autólisis —destrucción de las células— estaba muy avanzada”. La autopsia se prolongó durante dos días y después se completó con un estudio antropológico.

La identificación del cuerpo es uno de los ejes fundamentales de este proceso, por el que Román se enfrenta hasta a 15 años de prisión por homicidio. La defensa basa su estrategia en que no existen indicios suficientes que acrediten que ese torso pertenecía a Heidi Paz. El acusado ha relatado siempre que está seguro de que su expareja sigue viva y oculta por su relación con el mundo del narcotráfico. Esta versión ha sufrido hoy un fuerte revés con la declaración de dos agentes de la Brigada de Policía Científica. “¿Se puede afirmar que el ADN del tronco era de una descendiente de Gloria [madre de Heidi]?”. “Podemos afirmar con certeza que es la hija, pero en ciencia nunca existe un 100% de rotundidad”, ha contestado una de las expertas.

La letrada del Rey del Cachopo se apoya en el primer análisis visual del cuerpo en el que se concluyó que pertenecía a una mujer de raza caucásica. “Nuestra impresión era que era una piel blanca morena, pero no es nuestra misión determinar la raza”, han señalado los forenses. Los expertos han detallado en la sesión de este lunes que cuando se hallaron los restos estaban ya “muy descompuestos” y que la sosa cáustica que se encontró en la maleta continuaba haciendo efecto en ese momento.

Cortes limpios en las extremidades

Durante su intervención, los especialistas se apoyaron varias veces en las fotografías del cadáver para sus explicaciones. Las imágenes permanecieron en todo momento encima de la mesa. Los peritos indicaron con rotundidad que el cuerpo presentaba cortes limpios por las extremidades, lo que lleva a pensar que el autor del crimen separó las extremidades del torso una vez que la mujer estaba muerta. El fiscal ha tratado de demostrar durante todo el juicio que Román tenía conocimientos sobre cortar carne debido a su profesión como cocinero. En la sala se mostraron los dos cuchillos con restos de sosa cáustica que la policia recogió en la nave. Los expertos opinaron que eran demasiado pequeños para seccionar las extremidades, especialmente las piernas, pero que sí podrían haber sido los utensilios utilizados para amputar las mamas.

Las muestras recogidas en la escena del crimen han aportado más luz sobre el asesinato. Dos agentes han ratificado que el perfil genético del acusado se halló en dos asas de la maleta y en dos tapones de los botes de sosa cáustica, el producto con el que se roció el cuerpo.

En esta jornada también han intervenido los psicólogos que le examinaron, que han determinado que el Rey del Cachopo no presenta ningún rasgo o síntoma de trastorno psíquico que le impida distinguir el bien del mal. También han declarado tres psicólogas de la defensa, que lo han definido como un “animal social”. Las especialistas han asegurado que la falta de sus padres le marcó, pero que su abuela le inculcó los valores de “la lealtad”. Una de las expertas, cuyo gabinete se encuentra justo frente a uno de los restaurantes de los que era propietario Román, ha afirmado que no ha conocido nunca a nadie “con tanta vitalidad y capacidad de esfuerzo”. “Su nivel de actividad física y cognitiva es frenético”, ha sentenciado.

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