Hoy hace dos años entró en vigor el T-MEC, una nueva versión del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN). El TLCAN, firmado entre Canadá, Estados Unidos y México en 1992, marcó el inicio de una globalización intensa, un periodo en que el comercio mundial sirvió para integrar economías y países a un solo mercado. Como su predecesor, el T-MEC también está a la vanguardia, abriendo paso a una nueva era en la que la regionalización reemplaza la globalización. Ya no se trata de integrar a todos, sino de trabajar con “socios confiables”.
Para el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la apuesta para impulsar la economía siempre ha sido el T-MEC y la prueba más grande está en la industria manufacturera. A pesar de la pandemia, la demanda por espacio industrial en el país alcanzó un nuevo récord en 2020, de acuerdo con datos de la empresa Grupo Prodensa, la cual trabaja para facilitar la instalación de empresas extranjeras en México. Ese récord se rompió en 2021, cuando la demanda alcanzó 3,5 millones de metros cuadrados.
Los trabajadores sueldan piezas en la sección de ensamblaje en la planta de fabricación de autobuses eléctricos de Olectra Greentech Ltd. Sumit Dayal (Bloomberg)
“Es un crecimiento brutal, un récord histórico”, dice Emilio Cadena, director general de Prodensa, al teléfono desde Monterrey, Nuevo León. Datos del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora (conocido como Index) muestran que este año, empresas invertirán 11.000 millones de dólares en plantas manufactureras, después de una cifra similar en 2021. De esos, 3.000 millones son para hacer nearshoring, la nueva tendencia en la que empresas mueven sus fábricas a países más cercanos a su mercado. “Este es nuestro momento”, dice Cadena.
Primero, los contagios de covid-19 interrumpieron la producción de insumos que muchas plantas en México necesitan para producir lo que se consume en EE UU. Después, la ofensiva rusa en Ucrania reacomodó el ajedrez geopolítico, generando más incentivos para que empresas estadounidenses y canadienses trasladen sus operaciones de Asia al continente americano.
En abril, durante las reuniones de ministros de Finanzas del G7 y el G20, la secretaria del Tesoro en EE UU, Janet Yellen, fue muy clara en su visión del futuro del comercio, bajo los nuevos paradigmas geopolíticos que trajo el ataque de Rusia a Ucrania. “Idealmente, tendríamos un gran grupo de socios confiables”, dijo la funcionaria. “En el futuro, confiaríamos menos en China, si China no demuestra esa adhesión a nuestros valores fundamentales. Esto podría desarrollarse en una gran variedad de formas, entre ellas las redes comerciales”. Con un nuevo tratado de comercio recién firmado y las reglas claras, el escenario está puesto para que México albergue a empresas que deseen salir de China.
Y algo más entra en el juego, apunta Cadena. “Esto se cruza con un fenómeno que sucede en Estados Unidos, que es la escasez de talento. Los americanos la llaman The Great Resignation”. Millones de trabajadores encontraron la manera de trabajar desde casa en la pandemia y ahora no quieren regresar a la industria. ”Incluso antes, ya venía una tendencia importante entre los jóvenes allá que no quieren ir a la industria, al contrario de lo que pasa en México, donde hay muchos jóvenes, hombres y mujeres, que ven en la manufactura de exportación muy buenas condiciones de trabajo, se ve mucha movilidad social, oportunidades, crecimiento. Todos estos factores hacen que México sea un jugador importante de esta reubicación de cadenas de valor”, apunta el empresario.
Janet Yellen durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca. Alex Wong (Getty Images)
La exportación de productos de manufactura es uno de los motores más poderosos de la economía mexicana. De acuerdo con información de Index, el 62% del comercio en México es generado por las empresas de manufactura, lo cual se traduce a una quinta parte del empleo formal en el país. En ese país se produce ropa, productos para el hogar, electrónicos, dispositivos médicos, partes aeroespaciales, autos, autopartes y hasta transporte de carga. El 70% se consume en Estados Unidos y el 30% en Europa, asegura la organización.
De TLCAN a T-MEC
En 2015, Donald Trump hizo de México su blanco favorito. Después de atacar a inmigrantes mexicanos en EE UU, se refirió al TLCAN como “el peor acuerdo comercial” jamás firmado por EE UU. Durante su Administración se revisó y renegoció el tratado en muchos frentes. Se incluyeron restricciones a las reglas de origen para garantizar que los productos que se venden entre países no contengan altos insumos de países no adscritos al tratado, como países asiáticos.
También se incluyó por primera vez un capítulo anticorrupción, diseñado para generar transparencia. Ante la insistencia de Trump, se diseñó la cláusula Sunset (Atardecer), la cual exige a los tres países sentarse a revisar los resultados entre 2025 y 2026 para decidir si desean continuar en el bloque comercial o no.
Quizás el cambio que más ruido ha generado es el mecanismo creado para que se pueda castigar directamente a una planta si se comprueba que incurrieron en una violación de derechos laborales. Dentro de México, poco más de 600 empresas pueden ser sancionadas bajo este mecanismo del T-MEC y el país acumula ya cuatro solicitudes hechas por EE UU. El mecanismo es único. El T-MEC es el primer y único tratado comercial que lo incluye.
El presidente Donald Trump y el presidente Andrés Manuel López Obrador, firman una declaración conjunta sobre el nuevo acuerdo USMCA en el Rose Garden de la Casa Blanca el miércoles 08 de julio de 2020 en Washington.The Washington Post (The Washington Post via Getty Im)
En su reporte anual publicado esta semana, la Confederación Sindical Internacional (ITUC, por su sigla en inglés), otorgó una calificación más baja a EE UU por sus violaciones de los derechos laborales “sistemáticos” que a México, en donde son “regulares”. Index asegura que solo el 7% de las empresas en EE UU tienen sindicatos, mientras que en México, el 13% cuentan con una organización de este tipo.
Política energética
Ni el presidente estadounidense Joe Biden ni López Obrador han hablado directamente sobre estos procesos abiertos. El enfoque de la relación comercial entre ambos países ha estado centrada en el revés legislativo y operativo que López Obrador ha ordenado en el sector energético, el cual se abrió a la iniciativa privada durante la Administración anterior. López Obrador ha pedido al Congreso pasar legislación que garantizaría un monopolio del Estado en el sector y ha ordenado a los órganos reguladores no otorgar permisos a privados. Las generadoras de energías renovables han sido las más afectadas.
“Por lo menos el 50% de las empresas establecidas en México tiene requisitos globales de su huella de carbono”, asegura Cadena. Que el Gobierno no pueda garantizar a las empresas nuevas que podrán utilizar energías limpias está limitando el potencial del T-MEC.
El Parque Eólico Santa Catarina, una central eléctrica con ocho aerogeneradores que se utilizan para producir electricidad, se ubica a lo largo de la Carretera Federal 40 en Santa Catarina, Nuevo León. Gary Coronado (Los Angeles Times via Getty Imag)
“El Gobierno va a tener que ponerse las pilas de alguna manera para poder ofrecer este tipo de energía”, opina Cadena, “la va a tener que desarrollar y nosotros, que somos parte de este ecosistema, pensamos que es imposible que lo haga el gobierno solo. Es una de las muchas razones por las que sentimos que tenemos que encontrar una forma de colaboración entre los privados y el gobierno”.
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