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Los fundadores deben aprender a construir y mantener círculos de confianza con los inversores.

Fundador y socio gerente de Empresas de RippleMatt Cohen es un operador comercial que se convirtió en inversor en una etapa inicial.

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Habiendo fundado sobre mí y Sphere (ambos adquiridos por AOL), Tony aporta su experiencia en liderazgo de fundador y startup a su rol de socio en Cierto.

Muchos capitalistas de riesgo promocionan su orientación y enfoque práctico a los fundadores, especialmente a aquellos que dirigen startups en etapa inicial. Pero en la era reciente de rondas ultrarrápidas que se cierran con valoraciones altísimas, las tablas de límites de las empresas emergentes en etapa temprana se están volviendo cada vez más concurridas.

Esto no quiere decir que el valor que aportan los VC haya disminuido. En todo caso, es todo lo contrario: esta nueva dinámica está obligando a los fundadores a ser extremadamente selectivos sobre quién está sentado exactamente alrededor de su mesa de tutoría. Simplemente no es posible tener numerosas relaciones profundas y significativas para extraer el máximo valor en la etapa inicial de los inversores experimentados.

Los fundadores definitivamente deberían buscar grandes rondas con valoraciones altísimas, pero es importante que reconozcan lo importante que es administrar a quién permiten ingresar en sus círculos de tutoría. Inicialmente, los fundadores deben asegurarse de que su primera capa esté formada por los verdaderos “hacedores”, por lo general ángeles e inversores de riesgo iniciales con quienes los fundadores se reúnen semanalmente (o con más frecuencia) para ayudar a resolver algunos de los problemas más detallados.

Todo, desde la contratación hasta los obstáculos operativos hasta desafíos más profundos y personales, como equilibrar la vida familiar con una startup en rápido crecimiento.

Este círculo es donde ocurre la tutoría real, donde los fundadores pueden ser abiertos y vulnerables. Por razones obvias, este círculo tiene que ser pequeño y, por lo general, consta de dos a seis personas como máximo. Cualquier cosa más simple se vuelve difícil de manejar y deja a los fundadores dedicando más tiempo a administrar estas relaciones que a construir su empresa.

La forma en que los fundadores gestionan sus círculos de capital de riesgo puede significar la diferencia en el éxito o el fracaso por miles de razones diferentes.

La segunda capa debe consistir en la “multitud trimestral” de inversores. Estas no son necesariamente personas que no están interesadas o que no están dispuestas a participar en el meollo de la gestión de la empresa, pero este círculo tiende a consistir en capitalistas de riesgo que realizan decenas de inversiones por año. Ellos, al igual que sus fundadores, no son capaces de gestionar 50 relaciones por semana, por lo que sus puntos de contacto sobre los problemas de la empresa tienden a moverse más lentamente o con menos frecuencia.


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