Los Obama quieren que sus hijas vuelen del nido

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Parece que fue ayer cuando Barack Obama se convertía en el primer presidente negro de los Estados Unidos y llegaba a la Casa Blanca acompañado de su mujer, Michelle, y sus dos hijas, Malia y Sasha —cuyo nombre completo es Natasha—. La mayor tenía 10 años y la pequeña, 7. Ahora las dos ya están en la universidad y el nido familiar se ha quedado algo vacío. Pero al matrimonio no le importa, felices de darles “la libertad de encontrar su propio camino en el mundo”. 
Así lo ha expresado la ex primera dama en una entrevista con People, a raíz de que la revista la haya nombrado una de sus cuatro mujeres del año (junto a Taylor Swift, Jennifer Lopez y Jennifer Aniston). Uno de los temas principales de los que trata Michelle es el que ha sido uno de sus hitos este año: cómo la benjamina de la familia, que ahora tiene 18 años, ha comenzado su etapa universitaria. Tanto Barack como Michelle Obama estuvieron presentes en su primer día en el campus: “Estuvimos allí, como otros muchos padres, ayudándola a deshacer las maletas y a hacer que se sintiera en su nueva habitación como en casa”.
El matrimonio no cesa en su intento de que la adaptación de sus dos hijas a la universidad —después de abandonar la casa más famosa de Estados Unidos tras dos legislaturas— sea como la de cualquier joven de su edad: “El tiempo pasa demasiado rápido. Pero como muchas otras experiencias de los últimos 10 años, queremos hacer que sea lo más normal posible, dadas las circunstancias familiares”. Y dentro de esa normalidad también tiene cabida que a los padres les cueste separarse de sus hijas, a las que extrañan constantemente: “Por supuesto, fue un poco emotivo dejar a Sasha en la universidad”.

La joven acabó sus estudios de secundaria en Washington el pasado mes de mayo y en septiembre comenzó las clases en la Universidad de Michigan, un centro público, poco habitual en el expediente de los Obama. Lo desveló el periódico The Detroit News en agosto, pero la ex pareja presidencial le ha pedido a la revista People que no desvelara el nombre de la institución. Un comportamiento muy diferente al que tuvieron cuando la mayor, Malia Obama, llegó a su mayoría de edad, y de la cual se conocen más detalles de su vida universitaria. La joven, que ahora tiene 21 años, decidió tomarse un año sabático —algo relativamente habitual en EE UU— y después se instaló en la Universidad de Harvard, la misma donde sus padres estudiaron Derecho. Actualmente, cursa su tercer año de carrera y sale con Rory Farquharson, hijo de un importante inversor británico.
A finales de noviembre, Michelle Obama publicó en su cuenta de Instagram un retrato familiar para felicitar la fiesta de Acción de Gracias. Los cuatro aparecen reunidos, pero no en este día tan señalado en el calendario estadounidense, antesala de las navidades, sino que se trata de una instantánea tomada en mayo, cuando Sasha Obama se graduó en el instituto. Una imagen que llamó la atención por el cambio físico de la menor de las hermanas, la más desconocida.
“Ellas son únicas y es lo que adoro de ambas”, asegura Michelle Obama, que explica que su marido y ella intentan que sus hijas sepan que “no hay límites en lo que quieran llegar a ser o alcanzar”. Por ello, insiste en la importancia de dar cierta independencia a los hijos, algo que considera que es gratificante: “Nuestro papel como padres es criar seres autosuficientes, amables y compasivos para que puedan emprender sus propios destinos. Tenemos que estar dispuestos a dejarles ir, que crezcan por sí mismos. Esa es la única manera en la que ellos pueden llegar a ser más”. “Ellas no aprenden si sus padres las tratan como adornos pequeños y delicados. Las chicas necesitan una oportunidad de crear, explorar y también tropezarse de vez en cuando”, ha comentado.
Aún así no pierde el contacto con ellas. “A diferencia de mis padres, que me dejaron en la universidad y solo tuvimos una llamada de teléfono, escribo a mis hijas. Puedo escribir a Malia [Obama] en este momento y saber en qué piensa. Siento que ella está en su próxima aventura y me alegro por ella”, contó a People el año pasado. En esa misma entrevista, dijo: “Son las jóvenes más conocidas del mundo, intentando adaptarse como cualquier niño normal. Y es duro cuando eres una niña y todos los días la gente te ve y lo sabes. No hay tiempo para simplemente ser… para mezclarse, divertirse y cometer errores o fumar tu primer cigarro, dar tu primer beso o tener novio”.
La propia Michelle habló a principios de año, a propósito de sus memorias, Mi historia, sobre cómo vivieron sus hijas esa experiencia presidencial de ocho años. “Tuvimos que ser padres creando un refugio de normalidad en un mundo bastante loco y anormal”, explicaba en una entrevista con Conan O’Brien, autor del podcast Conan O’Brien needs a friend. Se pasó ocho años repitiéndole a las niñas: “¡Todo está bien! Esto es normal, estaréis bien, vosotras solo id a la escuela… Estáis a salvo, ¡no os quejéis! Tenéis personas que os protegen, tenéis comida, ¡no os quejéis!”.
Tras todos estos años, la ex primera dama se siente orgullosa de cómo han evolucionado sus hijas, pero sobre todo por cómo son: “No necesito que mis hijas me hagan feliz. Las tuve y eso es lo que me ha hecho feliz”.



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