Mrashall Glickman lleva más de 20 años asociado a la Euroliga, competición de la que se hará cargo de forma interina mientras se busca a un CEO definitivo a lo largo de este año. A pesar de la caducidad de su nueva responsabilidad como mano derecha de Dejan Bodiroga, el reputado ejecutivo asegura en conversación con The Athletic que tiene ante sí un “lienzo en blanco” para proponer soluciones a problemas, nuevas ideas y cambios organizativos.
Con pasado en las oficinas de la NBA y de los Portland Trail Blazers, franquicia que presidió a finales de los 80 y comienzos de los 90, el dirigente trabajó entre 2002 y 2004 como asesor directo de Jordi Bertomeu, único CEO de la competición Europea desde su fundación en el año 2000. Desde entonces, a través de su empresa consultora G2 Strategic, ha trabajado con La Liga, el FC Barcelona, el CSKA de Moscú, otros clubs y varias federaciones.
“No esperaba estar haciendo esto este año, pero resultó demasiado tentador”, explica el ejecutivo. En tres o cuatro meses, pretende tener una hoja de ruta sobre el futuro a medio y largo plazo de la competición con tres objetivos claros: engatusar a la generación Z y los más jóvenes, estudiar la expansión de la competición a nuevos mercados y plantear un límite salarial y otras normas financieras para equilibrar el potencial de los clubs competidores.
“Si estudias el mercado y los demográficos, todo sugiere que un club bien administrado jugando en la Euroliga tendría éxito”, afirma Glickman sobre Londres y París, las dos ciudades que son prioritarias para la organización. Sobre la guerra en Ucrania y sus consecuencias, con la expulsión temporal de los clubes rusos de la competición, el ejecutivo cree que el CSKA volvería a disputarla si se resuelve el conflicto.
Uno de los temas más calientes que tocó el nuevo CEO bajo el mandato de Bodiroga fue la posibilidad de introducir límites salariales para los clubes como ocurre en la NBA. Reconociendo la diferencia en la propiedad y las culturas, Glickman quiere generar un entorno competitivo más justo: “El reparto económico ahora mismo no es muy justo. Hay que hacer alguna cosa para promover un equilibrio en la competición”.
A sabiendas de la polémica que puede desatar su opinión, el dirigente mostró también sus dotes diplomáticas. Pretende reunirse con la asociación de jugadores de la Euroliga y discutir sobre un tema que, asegura, les beneficiaría a largo plazo. “No se trata de cortar y pegar el sistema de la NBA, pero se trata de reconocer que los jugadores son compañeros financieros y es de su interés que la liga crezca“, opina. “Para más contexto, pondríamos límite por arriba pero también por abajo”, añade por si acaso. Para él, es injusto que unos clubs puedan pagar cualquier precio y otros se queden muy lejos de un mínimo de recursos: “Eso no es saludable”.
Quizás el reto más sencillo que se plantea, por ahora, es el de atraer a las nuevas audiencias, que prefieren el consumo por dispositivos por delante de otros métodos tradicionales como la televisión. Aunque Glickman sea interino, parece que aterriza con muchas ideas en esta nueva era de la Euroliga. Hoy mismo, la competición europea ha reconocido negociaciones con los Emiratos Árabes Unidos sobre varios temas como los derechos de ‘naming’ de la liga, la celebración de una Final Four en Dubái e incluso la inclusión de un nuevo equipo en Oriente Medio.