Los presos de ETA piden que se acaben los homenajes públicos a los exreclusos de la banda porque causan “dolor” a las víctimas



El preso de ETA Xabier Ugarte, a su llegada a Oñati (Gipuzkoa).GORKA ESTRADA. (EFE)

El colectivo de presos de ETA (el autodenominado EPPK por sus siglas en euskera) hizo público este lunes un comunicado en el que admiten que los recibimientos que se hacen a los reclusos cuando abandonan definitivamente la cárcel, los conocidos como ongi etorri, causan “dolor” a las víctimas del terrorismo. En el documento, un extracto del cual fue adelantado por los diarios Berria y Naiz, piden que ese tipo de homenajes se hagan “en lo sucesivo” únicamente en espacios privados y “entre allegados”.

Las asociaciones de víctimas han esgrimido en los últimos meses la celebración de estos recibimientos para exigir al Ministerio del Interior que cesase en la política de acercamiento de los reclusos de la organización terrorista a prisiones del País Vasco, Navarra y provincias limítrofes a ambas comunidades. El observatorio de radicalización del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) tiene contabilizados 191 “actos públicos de culto al terrorismo” entre enero y noviembre de 2021. De ellos, 30 “homenajes a miembros de ETA”.

Sin embargo, desde la izquierda abertzale se insiste en los últimos meses que estos recibimientos públicos prácticamente habían desaparecido. EH Bildu, en un debate parlamentario en la Cámara vasca del pasado 11 de noviembre, afirmaba que de las 35 salidas de presos de ETA de la cárcel que se habían producido en 2021 solo dos ongi etorri habían tenido “eco público”. El último se produjo en el barrio bilbaíno de Santutxu, en agosto pasado, cuando el expreso Agustín Almaraz, condenado por cuatro asesinatos, fue recibido con un paseíllo, ikurriñas y música. En una entrevista concedida a EL PAÍS, el ministro Fernando Grande-Marlaska destacaba en octubre que este tipo de actos había “disminuido de una forma ostensible”, pero reclamaba a la izquierda abertzale que promoviera su desaparición.

En la parte del comunicado conocida este lunes, el EPPK asegura que con este anuncio pretende cortar la “polémica estéril” que, en su opinión, alimentan “ciertos agentes y partidos” a los que acusa de buscar “irresponsablemente la confrontación en vez de la convivencia”. En este sentido, el documento recuerda que se acaban de cumplir 10 años desde que ETA anunció el fin de su actividad terrorista.

Sobre las víctimas, los presos etarras reconocen que “hay personas que han expresado honestamente que sienten dolor con los ongi etorri públicos. Son personas damnificadas a consecuencia de las acciones de nuestra militancia del pasado y comprendemos que puedan sentirse dolidas”, añade. Y muestra su intención de “aliviar todo sufrimiento y abrir nuevas opciones, ir sanando heridas y fortalecer la convivencia entre la ciudadanía vasca”.

Por ello, y aunque el comunicado insiste en que todo recluso de la banda armada, cuando sale en libertad, “tiene derecho a recibir el abrazo de sus allegados”, el EPPK considera “conveniente” que, a partir de ahora, las excarcelaciones no se vean acompañadas de estos homenajes públicos. “Que nuestra alegría por quedar libres sea compartida con quienes nos esperan en la misma puerta de la cárcel o con quienes nos reciben de modo discreto”, continúa el texto. Con ello, añade el escrito, los presos aseguran hacer “una aportación individual y colectiva” a la convivencia y la paz. El EPPK destaca que el comunicado se hizo público tras consultar a los algo más de 200 etarras que permanecen encarcelados en España y Francia.

El debate sobre los ongi etorri no es nuevo en el seno del colectivo de presos etarras. Dos portavoces del EPPK, Ainhoa Mujika y Juan Antonio Olarra, ya transmitieron, en octubre de 2020, al dirigente de una organización de apoyo que les visitó en la cárcel de Albolote (Granada), donde entonces estaban recluidos, que la intención de estos homenajes no era “en ningún caso” causar dolor y que, por ello, abogaban por “encontrar fórmulas que no fueran hirientes”, según se recoge en un acta de ese encuentro al que ha tenido acceso este diario.

No obstante, Mujika y Olarra se quejaban de que la situación de los etarras en las cárceles no había cambiado entonces y que ello provocaba “rabia y frustración” en familiares y amigos, lo que alimentaba “las posiciones críticas” al abandono de la violencia terrorista. “Si los presos cumplieran sus condenas como marca la ley, con permisos, esto seguramente cambiaría radicalmente”, afirmaban. Desde el pasado julio no queda ningún recluso de la organización terrorista en cárceles situadas al sur de Madrid, y 83 están en cárceles de Euskadi y Navarra.

Tras conocerse el comunicado, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, ha calificado el comunicado de “buen paso en la dirección correcta” fruto de “la presión social, institucional y política” ha dado resultado. Itxaso, cuyo cese pidió en noviembre PP y Ciudadanos tras acusarle de “inacción” ante los “actos públicos de enaltecimiento del terrorismo”, ha añadido que la decisión de acabar con estos homenajes era “una cuestión de respeto y empatía hacia las víctimas que, por cierto, nunca van a volver a casa”.


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