Los problemas de organización impiden administrar todas las vacunas que llegan

Un hombre recibe la vacuna de AstraZeneca este jueves en Sevilla.
Un hombre recibe la vacuna de AstraZeneca este jueves en Sevilla.PACO PUENTES / EL PAÍS

Durante semanas, las autoridades sanitarias han venido repitiendo que el embudo las vacunas estaba en el suministro: se ponían tantas como llegaban y el ritmo no podía subir porque no había más. Y los datos respaldaban esta afirmación. Tras los titubeos de los primeros compases, al final de cada semana se habían pinchado prácticamente todas las recibidas. Pero ya no es así. Conforme fueron llegando más viales, especialmente desde que se incorporaron las remesas de AstraZeneca, la línea que marca las dosis administradas queda cada vez más lejos de la de las recibidas. Buena parte del problema es la organización. Ya no se trata de pinchar a grupos acotados, como eran las residencias o los sanitarios, fáciles de localizar y agrupar. Ahora la inmunización se ha extendido a más población, con los trabajadores esenciales y los mayores de 80 años, y el arranque no está siendo igual de diligente en todas las comunidades autónomas.

La tendencia general es clara: el 2 de febrero se habían pinchado el 94% del total de vacunas recibidas. El porcentaje bajó al 90% el 9 de febrero y el día 23 era el 87%. En la última semana solo se inocularon tres cuartas partes de las vacunas que llegaron. Son los últimos datos comparables, ya que todavía no ha dado tiempo a administrar los últimos lotes recibidos, la mayor cantidad hasta la fecha: 886.880 dosis nuevas. Hasta el próximo martes no se podrá comprobar si el ritmo sigue bajando o se ha agilizado tras engrasar la maquinaria para citar y vacunar a los trabajadores esenciales y a los ancianos, que también están comenzando estos días en la mayoría de comunidades.

De las tres vacunas que se administran hay una que queda claramente a la zaga con respecto a las demás: la de AstraZeneca, la última en llegar y la que se está utilizando para trabajadores esenciales de menos de 55 años: fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, profesores, militares, personal de emergencias y funcionarios de prisiones. El 23 de febrero (último día de datos homologables) se habían puesto el 95,5% de las dosis de Pfizer, el 70,8% de las de Moderna y tan solo el 33,7% de las de AstraZeneca.

Lo que sucede, en palabras de María José García, portavoz del sindicato de enfermeras Satse, es que hasta ahora se ha hecho “la parte más fácil”. “Estaban los residentes, que viven todos en el mismo sitio, y los sanitarios, que ha sido lo más rápido porque son fáciles de localizar en los propios centros donde se vacuna. Ahora con los grandes dependientes a domicilio y los trabajadores esenciales, se complica. Los primeros, por logística: hay que ir a cada casa. Los segundos, por volumen”, señala.

Tanto García como Pablo Aldaz, de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, coinciden en que el obstáculo principal no es hoy el del personal, sino la organización. García subraya que hay 17 realidades distintas en función de cada comunidad autónoma. Preguntada el pasado miércoles por estos problemas, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, respondía que el avance sigue a buen ritmo y que las comunidades están preparando sus planes operativos para que las dosis que llegan y las venideras sean pinchadas con la mayor celeridad.

Pero en cada comunidad la casuística es diferente. Incluso el orden de vacunación: aunque la estrategia es nacional, unas han solapado más que otras los grupos prioritarios o, incluso, han alterado el orden. Madrid, por ejemplo, pinchó a los sanitarios antes que a muchos residentes. Lo mismo sucede con el personal esencial. Según datos del Satse, algunas (como Castilla y León y Aragón) aún no han empezado; otras lo han hecho con policías (caso de Canarias), otras con profesores (algo que sucede en Galicia) y algunas van simultaneando.

Este proceso, además, es progresivo. Va arrancando poco a poco, lo que puede explicar el retraso en pinchar las vacunas de AstraZeneca. Y, una vez que empieza, no está exento de complicaciones. En Galicia, la primera jornada fue “caótica” en palabras de algunos trabajadores, ya que la demora del reparto de las vacunas procedentes de Santiago originó largas colas en los centros hospitalarios. Además, los sindicatos denunciaron que hubo profesores sin citar y sin embargo fueron convocados otros a los que la inyección de AstraZeneca nos les correspondía por edad. El sindicato mayoritario en la enseñanza gallega, CIG, ha denunciado “improvisación y desorganización”.

En la Comunidad Valenciana, según datos de la propia Generalitat, solo se han administrado un 12% de las vacunas anglo-suecas. Allí están pinchando al personal sanitario de segunda línea, pero todavía no han comenzado con los profesores, que es el colectivo más numeroso de entre los trabajadores esenciales menores de 55. La Consellería de Sanidad no considera que vaya retrasada. “Las comunidades autónomas están siendo cautas para garantizar la segunda dosis a todos los inoculados y eso condiciona los ritmos de vacunación”, explica un portavoz.

En País Vasco están guardando la mitad de las dosis para el segundo pinchazo, lo que hace que no se utilicen todas. Allí, los sindicatos también han criticado la organización del proceso: un 53,2% de los facultativos consultados por el sindicato médico de Euskadi ha calificado de “pésima” la campaña y otro 26,9% la considera “mala”. Solo un 4,1% de los médicos dan un aprobado. Además, en esta y otras comunidades, como Castilla y León, los retrasos en la llegada de vacunas de Moderna, que no entregó todas las comprometidas esta semana, están también impidiendo alcanzar el ritmo previsto, lo que obliga a reorganizar agendas. En el caso de Madrid, que comenzó este jueves con los trabajadores esenciales en el estadio Wanda Metropolitano y con los mayores de 80 en los centros de salud, los sindicatos médicos y de enfermería han denunciado “improvisación y caos”. Aseguran que la Comunidad de Madrid les ha enviado listados de pacientes desactualizados, y que incluían en ocasiones fallecidos. Satse añade que esta comunidad sigue empleando jeringuillas con las que no se puede sacar la sexta dosis de los viales de Pfizer, con lo que se siguen desperdiciando dosis.

En el otro extremo, la Junta de Andalucía asegura que administra todas las que recibe, que no guarda para segundas dosis debido al mayor lapso que hay con las de AstraZeneca (hasta 12 semanas) y que esta misma semana se comenzará a vacunar a profesores en la treintena, después de haber comenzado con los de 55 años e ir bajando progresivamente la edad.

En otros países, como Alemania, ha habido un problema añadido: el rechazo de un buen número de personas a la vacuna de AstraZeneca por su menor efectividad en los ensayos clínicos. No parece ser el caso de España. Aunque se han dado casos concretos, la secretaria de Estado de Sanidad aseguró este jueves que solo han rechazado la vacuna un 2% de las personas a las que se les ha ofrecido. Y dentro de este porcentaje están también los que no pudieron recibirla por motivos médicos.

En las próximas semanas el número de viales que llegarán no hará más que aumentar, según las previsiones, que aunque no siempre se están cumpliendo a rajatabla, sí que han acertado en pronosticar que cada vez habría más. Se verá entonces si estos problemas organizativos persisten. Pero ahí entrará ya en juego el factor del personal. Aldaz asegura que si bien ahora los centros de salud son capaces de administrar el ritmo de dosis que llegan esto no será posible cuando se dupliquen, algo que tiene que suceder en el segundo y tercer trimestre para alcanzar el objetivo de inmunizar al 70% de la población antes del fin del verano. A doble dosis, hará falta 2,1 millones de pinchazos semanales en esos seis meses para lograr el objetivo, aunque serán menos, ya que a partir de abril, previsiblemente, comenzarán administrarse las vacunas de Janssen, que solo requieren una inyección, lo que aliviará el proceso. Lo que todavía no se conoce es de cuántas de estas dispondrá España. Todavía falta la aprobación del medicamento por parte de la Unión Europea, previsto entre el 8 y el 12 de marzo.

Con información de C. Vázquez, C. Huete, B. Coll, E. Saiz, J. Navarro, L. Bohórquez, S. Norte y M. Ormazabal.


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