Los rebrotes fuerzan a Europa a adelantar restricciones


Los rebrotes, que suponen un reparto menos homogéneo en la aparición de nuevos casos de covid-19 que cuando existe transmisión comunitaria, han alterado el mapa del coronavirus en Europa Occidental. Y, con ello, la actitud de los Gobiernos. En pleno verano, y dado el peso del turismo en la economía del continente, lo más llamativo son las distintas cuarentenas impuestas: del Reino Unido a España y Francia, de esta a Reino Unido; los consejos de Alemania de no viajar a España.

Los Ejecutivos han tenido que adelantar medidas que esperaban no tener que usar salvo en una grave segunda ola en otoño. Pero no ha hecho falta esperar tanto. La incidencia de casos está al alza en todo el continente, y se da el caso de que en países como Rumania, Bulgaria y Croacia esta es mayor durante la nueva normalidad que en el pico de la pandemia. El Reino Unido destaca por su tasa de muertes, aunque el Gobierno británico ha revisado esta semana a la baja la cifra. El cambio de metodología —que ha implicado una reducción del número de fallecimientos en 5.000— se justifica en que, hasta la fecha, se contabilizaba el deceso de cualquier persona que en su día hubiera dado positivo de la covid-19 (aunque hubieran transcurrido varios meses entre que se le practicara la prueba del virus y su muerte). Inglaterra acaba de adoptar el mismo sistema de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, que solo atribuye a la covid las muertes en los 28 días siguientes al contagio.

El país inició la desescalada la segunda semana de junio. El Ejecutivo animó a los ciudadanos a reactivar la economía y lanzó una campaña de subvención a los restaurantes para que apliquen descuentos que atraigan a los clientes. La recomendación de los dos metros de distancia social se redujo a la mitad. Pero el Reino Unido siguió presentando altas cifras de contagios, especialmente en focos de Inglaterra donde ya han empezado a reimplantarse ciertas restricciones.

Esta situación llevó a decretar el cierre a principios de julio de la localidad de Leicester (situada en el centro del país, 300.000 habitantes), que afecta a comercios pero no limita las salidas a la calle. Semanas más tarde se implantaron restricciones en 10 municipios del norte, incluido Mánchester. Ante el riesgo de una segunda oleada en Europa, Boris Johnson decretó, el 25 de julio, una cuarentena de dos semanas para los viajeros que llegasen al país desde España, uno de los destinos favoritos del turismo británico. La lista de países se ha ido ampliando, y desde este viernes incluye Holanda, Mónaco, el archipiélago de islas Turcas y Caicos, Malta, Aruba y Francia (donde se estima que hay 160.000 veraneantes británicos).

En este último país, la alarma la dio el primer ministro, Jean Castex, el martes: Francia “no va en la buena dirección” y, si el país no reacciona y empieza, individual y colectivamente, a cumplir con todas las medidas de prevención del coronavirus, la epidemia podría volver a adquirir unas proporciones “difíciles de controlar”, dijo. París y Marsella son desde el viernes zonas “rojas” por una “alta circulación del virus”, por lo que los prefectos pueden decidir nuevas medidas restrictivas, desde cerrar bares o reducir su aforo a limitar la movilidad. Francia se ve obligada a replicar la cuarentena impuesta por el Reino Unido, aunque no se plantea por el momento aplicarla a vecinos como España, para la que solo mantiene su recomendación de no viajar a Cataluña o Aragón. Eso sí, el viernes aumentó a 33 los países y regiones a cuyos viajeros se exige un análisis para entrar en Francia, que realiza una media de 600.000 pruebas semanales.

Para cuando tomó la palabra Castex —que antes de primer ministro fue Monsieur Déconfinement, el hombre designado por el presidente Emmanuel Macron para diseñar la estrategia de desescalada en Francia— casi todos los índices ya se habían disparado: la media de contagios diarios supera holgadamente los 2.000 casos —el viernes se llegó a 2.846, la tasa más alta desde finales de mayo—, cuando hace tres semanas eran mil; el país ha llegado ya al umbral de vigilancia (más de 20 casos por 100.000 habitantes) y, en algunos departamentos, está desde hace tiempo en un “nivel de alerta” de 50 casos por 100.000 habitantes. Y aunque la cifra de hospitalizaciones sigue lejos de los picos durante lo peor de la crisis, en abril, los datos vuelven a mostrar un repunte preocupante: 800 hospitalizaciones por semana —aumentan en menores de 40 años— y 100 ingresos en cuidados intensivos, además de que se identifican 25 brotes diarios, cuando hace tres semanas eran apenas cinco. “Muy preocupante”, subrayó Castex, quien en un nuevo giro del discurso del Gobierno instó a “ampliar al máximo” el uso de mascarilla en espacios exteriores.

Cambio en Alemania

Alemania ha sido un modelo de gestión de la pandemia en todo el mundo, con una tasa de mortalidad relativamente baja y con la propagación del virus bajo control de las autoridades sanitarias, capaces de seguir el rastro a los contagios. Pero el número de positivos desde finales de julio indica que la situación ha cambiado. Hay un claro rebrote y hay que remontarse a principios de mayo para encontrar cifras tan altas. En las últimas 24 horas se han registrado 1.415 casos positivos y seis personas han muerto.

El Instituto Robert Koch registra un total de 222.828 casos desde el inicio de la epidemia y 9.231 muertes. Indica además que el número de municipios con cero contagios en los últimos siete días ha caído drásticamente, pasando de 125 a 29. A diferencia de los picos de infecciones registrados antes del verano, los casos positivos se extienden ahora prácticamente por todo el territorio y no se trata de grandes brotes aislados y por lo tanto más fácilmente controlables. La edad media de los contagiados registra también una caída significativa. El instituto epidemiológico de referencia recomienda en su último informe realizar todas las actividades posibles al aire libre y reducir el número de contactos personales a los familiares y amigos más cercanos, evitando en cualquier caso grandes aglomeraciones.

El Gobierno alemán considera la situación “preocupante”, ha pedido a los ciudadanos que extremen las precauciones y ha reforzado el control sanitario en las fronteras obligando a todo el que llegue del extranjero procedente de una zona de riesgo a someterse a un análisis. El viernes, Berlín incluyó a España —con la salvedad de las islas Canarias— en el listado de países y regiones a los que desaconseja viajar. Quienes lleguen de España deberán hacerse el test en el aeropuerto o en las fronteras terrestres y esperar en cuarentena al resultado.

El repunte alemán coincide con la reapertura del curso escolar, que como todos los años se ha producido de forma escalonada en los distintos Estados federados. Cada land decide las reglas que aplican sus escuelas. En alguno, por ejemplo, los alumnos deben llevar la mascarilla puesta dentro de clase, mientras que en otros solo se la tienen que poner en las zonas comunes, como el pasillo o los cuartos de baño.

Esta segunda ola amortiguada se ve claramente en las cifras. En la primera fase de la epidemia, los países con más casos eran, simplemente, los más poblados, los llamados cinco grandes. Así, a 20 de junio —último día de la desescalada en España—, Reino Unido acumulaba 301.815 positivos; España, 245.575; Italia, 238.011; Alemania, 189.135 y Francia, 159.452, según datos del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC).

Pero a partir de ese momento, esta correlación se ha roto. Desde el 20 de junio y hasta el 12 de agosto, el país europeo con más casos ha sido España (81.037), seguido de Francia (44.720), Rumania (40.362), Alemania (29.384) y Suecia (27.083). Delante de los otros dos grandes, Italia y el Reino Unido, están todavía Portugal, Bélgica y Polonia.

Si se toman las tasas por 100.000 habitantes desde el 20 de junio, la lista la encabezan Luxemburgo (517,19), Suecia (265,93), Rumania (207,33) y España (173,44). En ese periodo, la media de los países considerados en los datos del ECDC bajó un 76%. Llaman la atención Rumania y Bulgaria. El primero acabó la fase dura en el puesto 18º por incidencia (120,2 casos por 100.000 habitantes), y es el tercero de la nueva normalidad (207,33). El segundo era el penúltimo de los 31 países de la lista (53,5), solo por delante de Grecia, y es el quinto en la clasificación desde el 20 de junio (tasa de 142). Países como Austria e Italia han puesto obstáculos a la recepción de viajeros de Rumania y Bulgaria, en los que ha habido problemas con los mensajes de los dirigentes, hasta el punto de que hace dos meses el primer ministro de Rumania, Ludovic Orban, fue multado con unos 620 euros por fumar en un lugar público cerrado y sin mascarilla.

En sentido contrario está el caso de Italia, que el propio presidente de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, puso como ejemplo el jueves. El 20 de junio tenía una tasa de 393,9, pero desde entonces esta ha bajado a 21,84, el mayor descenso de Europa. En el mismo periodo España ha bajado su incidencia un 67%.

Además de este indicador, en esta segunda etapa de la propagación del virus se ha desplomado su letalidad (porcentaje de afectados que fallecen). Antes de la nueva normalidad estaba en el 11,60% (en España era el 11,53%), y durante los últimos dos meses ha bajado al 2,75% (en España al 0,33%).

Información sobre el coronavirus

– Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia

– Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía

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– Preguntas y respuestas sobre el coronavirus

– Guía de actuación ante la enfermedad


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