Los rescatadores turcos trabajan por encontrar a los últimos supervivientes del terremoto

Un fuerte terremoto de magnitud 6,9 sacudió este viernes la costa turca del mar Egeo y las cercanas islas griegas. Varias decenas de edificios se derrumbaron y se produjo un pequeño tsunami que inundó las calles de varias localidades costeras. Al menos 24 personas murieron en Turquía y dos en Grecia, y más de 800 resultaron heridas. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció que se han movilizado “todos los recursos a disposición del Estado” para ayudar en las labores de rescate de posibles supervivientes. También los Gobiernos municipales han enviado decenas de ambulancias y camiones de bomberos a la costa del Egeo para ayudar a la zona más afectada por el seísmo.

La tierra tembló a las 14.50 (hora local). Los canales turcos mostraron imágenes captadas por ciudadanos de la zona en las que se veía a la gente salir despavorida tras notar los primeros temblores. Turquía se sitúa en la confluencia de varias placas tectónicas y está atravesada por dos importantes fallas, por lo que los terremotos son una constante. El más grave de las últimas décadas, en 1999, fue de magnitud 7,6 y provocó más de 17.000 muertos en las cercanías de Estambul. Uno de los más recientes, en enero, tuvo una magnitud de 6,7 y mató a 41 en las provincias de Erzincan y Malatya (Anatolia Oriental). En este caso, el epicentro del terremoto se situó a unos 12 kilómetros de profundidad en las aguas del mar Egeo, más concretamente en el golfo de Sigacik, a 17 kilómetros de la costa turca y a unos veinte de la isla griega de Samos. El Instituto Sismológico Kandilli de Estambul evaluó su potencia en 6,9, mientras que la institución homóloga de EE UU lo elevó a magnitud 7.

La localidad más afectada fue Esmirna, 70 kilómetros al norte del epicentro. Allí, especialmente en Bayrakli, un distrito de clase trabajadora, se derrumbaron 20 edificios de varias plantas, al menos uno de ellos de nueve pisos. En las redes sociales, los vecinos publicaron imágenes de inmensas nubes de polvo cubriendo las calles minutos después del terremoto y de los edificios aplastados como un acordeón.

Los equipos de salvamento lograron rescatar con vida a más de 70 personas que habían quedado atrapadas entre los restos de los edificios. Entrada la noche seguían trabajando en las viviendas derrumbadas, pues se ha localizado a más personas con vida a través de llamadas telefónicas y mediante estetoscopios. Al mismo tiempo, la Guardia Costera busca en el mar a posibles supervivientes.

La razón es que en el mar, el seísmo produjo un pequeño tsunami y las fuertes olas anegaron las calles de varias localidades costeras. Imágenes publicadas en las redes sociales y en las televisiones turcas mostraron el agua arrastrando electrodomésticos y muebles por las calles inundadas, y peces que quedaban atrapados en el asfalto al retirarse el mar. En el puerto de Sigacik, por ejemplo, el maremoto arrastró a varios veleros de gran eslora pese a estar anclados en una bahía protegida del mar abierto. “El mar se retiró y regresó con muchísima fuerza al cabo de ocho minutos”, explicó a la cadena Habertürk el alcalde de esta localidad turística, Yasa Keles: “Las tiendas, el centro, todo eso se ha destruido. Afortunadamente, en las casas no ha habido tantos daños”. Una de las víctimas mortales era vecina de esta localidad: una anciana de 90 años a la que el mar arrastró en su silla de ruedas.

También a la isla griega de Samos llegaron varias olas que cubrieron las calles de agua e inundaron los locales del paseo marítimo. En esta isla, dos adolescentes murieron tras quedar atrapados por un muro que se derrumbó a su paso, y al menos media docena de personas resultaron heridas. “Nunca habíamos experimentado algo así”, dijo Yorgos Dionysiu, primer teniente de alcalde de Samos en declaraciones citadas por la agencia Reuters.

Construcciones débiles

Al terremoto le siguieron más de un centenar de réplicas, decenas de ellas de magnitud mayor a 4. De hecho, expertos en Grecia y Turquía han advertido de que en las próximas semanas podrían repetirse terremotos superiores a 6, por lo que han alertado del peligro de regresar a viviendas que puedan haber superado este sismo, pero cuya estructura haya quedado dañada aunque sea de forma imperceptible. La Dirección de Asuntos Religiosos turca ha dispuesto las mezquitas para alojar a los damnificados.

También se escucharon numerosas críticas al estado de preparación de los edificios. Tras el terremoto que, en 2011, dejó más de 500 muertos en la provincia oriental de Van, el Gobierno de Erdogan prometió renovar el parque inmobiliario para hacerlo resistente a los temblores. Actualmente todas las nuevas construcciones están obligadas a incorporar medidas antisísmicas, pero quedan muchas viviendas antiguas que no han sido reforzadas.

Lo que sí ha hecho el terremoto, como ocurrió tras el de 1999, es enfriar la tensión que en los últimos meses se respiraba entre Turquía y Grecia. El ministro de Exteriores griego, Nikos Dendias, se ha puesto en contacto con su homólogo turco, Mevlüt Çavusoglu, para ofrecer el apoyo que sea necesario. “He telefoneado al presidente Erdogan para ofrecer mis condolencias por la trágica pérdida de vidas tras el terremoto que ha sacudido nuestros países. Sean cuales sean nuestras diferencias, son tiempos en que nuestra gente debe permanecer unida”, publicó el jefe de Gobierno griego, Kyriakos Mitsotakis, en su cuenta de Twitter. Varios países y la UE han ofrecido desplegar equipos si fuera necesario.


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