Los trabajadores de General Motors en EE UU, convocados a la primera huelga nacional en 12 años



El gran sindicato estadounidense de trabajadores de la automoción, la United Auto Workers (UAW), llamó este domingo a los 49.000 trabajadores de General Motors que representa en Estados Unidos a secundar una huelga en todo el país tras romperse las negociaciones del nuevo convenio colectivo. El de este lunes es el primer paro de ámbito nacional del gigante automovilístico desde 2007. Aquel, en los primeros compases de la crisis financiera, también fue el primero en décadas.

La vigencia del convenio actual, firmado en 2015, había terminado el sábado por la noche. La compañía lamentó que el sindicato no aceptase una oferta en la que se comprometían a mejorar salarios e incentivos, crear 5.400 empleos e invertir unos 7.000 millones de dólares en ocho plantas. En un comunicado, el vicepresidente de UAW, Terry Ditter, criticó que los trabajadores estuvieron “al lado de General Motors cuando más los necesitaron” y que ahora batallarían por sueldos “justos”, una sanidad asequible [algo que en EE UU va muy ligado al tipo de ayuda que la empresa ofrece a sus empleados en el seguro médico], una parte de beneficios, seguridad en el empleo y una senda de permanencia a los empleados temporales.
En concreto, el sindicato reclama una mejora salarial los trabajadores recién incorporados, que ganan menos de 20 dólares la hora, y que el periodo para alcanzar el máximo, de cerca de 30 dólares la hora, no sobrepase los tres o cuatro años, frente a los ocho que tienen que esperar ahora para alcanzar ese nivel, según datos de Bloomberg. También reclaman la garantías en la adjudicación de la producción de nuevos vehículos y maquinaria en plantas en las que no se esperan nuevos proyectos con el fin de garantizar su futuro.
Entre factorías de ensamblaje, de componentes para la automoción y otro tipo de centros, GM tiene más de una treintena de centros en Estados Unidos, pero el que fuera uno de los buques insignia de la economía estadounidense ha llevado a cabo importantes procesos de deslocalización en el transcurso de años con el fin de abaratar costes. En 2018, anunció una reestructuración que afectaría a cerca de 15.000 trabajadores y supondría el cierre de cinco factorías en EE UU y Canadá. La compañía ha sido uno de los objetos de crítica del presidente Donald Trump, que este verano criticó los traslados de producción y emplazó a la firma “volver a América”.


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