EL PAÍS

Los votantes evangélicos mantienen su fe en Trump

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El salón de baile del hotel Washington Hilton de la capital de Estados Unidos ha reunido en dos días a la gran mayoría de los candidatos a las primarias del Partido Republicano para las presidenciales de 2024. Es la primera vez que Donald Trump, Ron DeSantis, Mike Pence, Tim Scott, Asa Hutchinson, Nikki Haley, Vivek Ramaswamy, Chris Christie, Francis Suárez y Larry Elder participaban como candidatos en un mismo evento. Acudían a la convención anual de la Coalición Fe y Libertad, un influyente grupo evangélico, con el lema de “Camino hacia la mayoría”.

La sesión comenzó el viernes con cánticos religiosos bilingües, en inglés y español, antes incluso de entonarse el himno nacional. Tras el juramento a la bandera y las oraciones de un pastor, fueron desfilando la gran mayoría de los candidatos republicanos en un día de política y religión. Los rivales de Donald Trump en las primarias tratan de exponer sus valores morales, seguramente con la esperanza de que los poderosos votantes evangélicos perciban el contraste con el expresidente y sus escándalos.

Trump, sin embargo, sigue siendo el rey: bastaba su mención el viernes para arrancar los mayores aplausos de los asistentes. En cambio, Chris Christie, el único que se atrevió a criticarlo abiertamente, solo cosechó abucheos. “Me presento porque nos ha defraudado”, dijo Christie. “Nos ha defraudado porque no está dispuesto a asumir la responsabilidad de ninguno de los errores cometidos, de ninguno de sus defectos y de ninguna de las cosas que ha hecho. Eso no es liderazgo. Eso es un fracaso de liderazgo. Y podéis abuchear todo lo que queráis, pero esto es lo que hay”, añadió. Una mujer cerca del escenario le gritó: “Queremos a Trump” y algunos otros empezaron a corear “¡Trump!, ¡Trump!, Trump!”.

El exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, este viernes durante el acto de Fe y Libertad.Jose Luis Magana (AP)

Para el expresidente estaba reservada la intervención estelar de la “gala del patriota” con que se cerraba este sábado la convención. Trump la ha disfrutado. Durante más de una hora ha hecho reír, aplaudir, ponerse en pie y corear su nombre a los asistentes pese a su peculiar estilo para un auditorio evangélico. “Un sábado por la noche y estamos aquí por la religión”, se ha permitido bromear. Y mientras los asistentes coreaban su nombre una y otra vez (”¡queremos a Trump!”) ha dicho: “¿Han tratado a todos los candidatos así? En realidad no, he visto a uno que se iba abucheado”.

Que alguien con la moral —o la falta de ella— de Donald Trump sea el favorito de los cristianos evangélicos es una de las aparentes paradojas de la política estadounidense. El voto evangélico ya fue decisivo para llevarlo a la Casa Blanca en las presidenciales de 2016. Al expresidente se le perdona casi todo. Sus partidarios evangélicos admiten que se mofe de sus rivales (incluso llamando mojigato a DeSantis), que le condenen por abusos, que acose y maltrate a las mujeres, que le imputen por delitos… “Cada imputación para mí es como una insignia”, ha dicho este sábado. “Soy el único al que le imputa y mejora sus números [en las encuestas]”, ha añadido.

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Kristin Kobes du Mez, autora de Jesús y John Wayne. Cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación, ha estudiado el fenómeno de 2016. “¿Cómo podían los conservadores con ‘valores familiares’ apoyar a un hombre que contravenía todos y cada uno de los principios por los que ellos aseguraban regirse?”, se pregunta. Según ella, ese apoyo “no era ninguna aberración”. “Era más bien la culminación de la adopción de una masculinidad combativa por parte del evangelismo, una ideología que consagra la autoridad patriarcal y consiente un despliegue despiadado de poder”, escribe.

“En 2016, muchos observadores quedaron estupefactos ante la aparente traición de los evangélicos a sus propios valores. En realidad, los evangélicos no votaron a pesar de sus creencias, sino precisamente espoleados por ellas”, explica Kobes du Mez en su libro, que traza un paralelismo entre Trump y el actor John Wayne, “icono de la masculinidad estadounidense para generaciones de conservadores” y, con el tiempo, “icono de la masculinidad cristiana”, con su “rudeza y fanfarronería”.

John Wayne “no llevaba una vida moral según los estándares de la virtud cristiana tradicional”, pero “para muchos evangélicos simbolizaba un conjunto distinto de virtudes, un anhelo nostálgico de una ‘América cristiana’, un retorno a los roles de género ‘tradicionales’ y a la reafirmación de una sociedad patriarcal (blanca)”. “Como Wayne, los héroes que mejor encarnaban la masculinidad cristiana combativa estaban libres de responsabilidad de regirse por las virtudes cristianas tradicionales”, escribe. “Para muchos evangélicos, estos héroes beligerantes acabarían definiendo no ya la virilidad cristiana, sino el cristianismo en sí”, concluye.

Trump se ha extendido durante más de hora y media este sábado, ha pintado un panorama apocalíptico de Estados Unidos, ha arremetido contra el presidente, Joe Biden, y “la izquierda radical lunática”, ha asegurado sus supuesto compromiso con los principios cristianos y ha prometido soluciones sencillas a problemas complejos. Ha dedicado un cuarto de hora a defenderse de la última imputación y sostener con argumentos engañosos que tenía derecho a tener en su mansión de Mar-A-Lago los documentos secretos por cuya retención ilegal está imputado. Pese a que ha inundado a la audiencia de mentiras, manipulaciones y medias verdades que constituyen casi un mundo paralelo, ha embrujado a la audiencia con su magia dialéctica y se ha llevado, con gran diferencia, los mayores aplausos de la convención.

Ralph Reed, fundador y presidente de Fe y Libertad, parecía dispuesto a justificarse. “Nos acusan de rendir culto a la personalidad del expresidente. Pero esta es la verdad sobre nosotros, lo que nos anima y por qué estamos hoy aquí y participamos en el ámbito cívico. Somos parte de un culto a una sola personalidad. Solo hay una persona a la que adoramos. Es la persona de Jesucristo”, dijo en el arranque de las jornadas. Y en referencia a todos los candidatos que había sido capaz de atraer a su convención, añadió: “Aunque les damos la bienvenida, y aunque deseamos desesperadamente un cambio en nuestro país, no buscamos un salvador porque ya tenemos uno. Quiero que comencemos esta conferencia, rezando a ese salvador”.

Asistentes al acto de Fe y Libertad en Washington entonan el himno nacional en la apertura de la sesión del viernes. En primer plano a la derecha, Ralph Reed, presidente de la organización.Jose Luis Magana (AP)

Los discursos se han inscrito en esa corriente de nacionalismo cristiano que mantiene la creencia de que Estados Unidos es la nación elegida por Dios, que no hay que separar política y religión y que la Biblia no solo es la máxima autoridad para la vida personal, sino también el mejor manual de instrucciones para gobernar. Casi todos los candidatos hicieron profesión de fe, e incluso el multimillonario de origen indio Vivek Ramaswamy, que no es cristiano, afirmó al menos como primera de sus premisas que “Dios es real”.

Ron DeSantis, el principal rival de Trump en las primarias, citó a Dios más de media docena de veces, defendió una sociedad en que los derechos vengan de Dios y no del Gobierno y se embarcó en la guerra contra el “marxismo cultural” que en su opinión domina el país. Reiteró sus mensajes contra las personas trans, contra Disney, contras las restricciones de la pandemia, a favor de la prohibición de libros en las escuelas que considera que sexualizan a los niños y a favor de la “cultura de la vida”, en referencia a la reciente ley contra el aborto que ha firmado en Florida.

La fecha de la convención ha coincidido con el aniversario de la sentencia del Tribunal Supremo que derogó el aborto como derecho constitucional en todo el país y remitió su regulación a los Estados. El aniversario fue motivo de celebración para todos los participantes. “Gracias a Dios todopoderoso por la sentencia”, dijo el senador Tim Scott, muy religioso. “Soy literalmente producto del movimiento provida, porque mis padres se conocieron en una manifestación provida”, sostuvo el alcalde de Miami, Francis Suárez, uno de los últimos en subirse al tren de las primarias. “La fe en Jesucristo es el centro de mi vida”, añadió.

El exvicepresidente Mike Pence, durante su intervención.SHAWN THEW (EFE)

Mike Pence, que fue vicepresidente con Trump, ha encontrado en el aborto una forma de marcar distancias con Trump entre los votantes evangélicos. “Todo candidato republicano a la presidencia debería apoyar la prohibición del aborto desde las 15 semanas como norma mínima a nivel nacional”, dijo el viernes. En España, la ley de plazos permite el aborto libre en las 14 primeras semanas de gestación.“No debemos descansar y no debemos cejar hasta que restablezcamos la santidad de la vida en el centro de la legislación estadounidense en todos los Estados de este país”, añadió.

Sin mencionar a Trump, pero refiriéndose a él, el exvicepresidente advirtió contra quienes sostienen que como el Tribunal Supremo devolvió la cuestión del aborto a los Estados, “no se debe hacer nada a nivel federal”. “Otros dirán que continuar la lucha por la vida podría producir una legislación estatal demasiado dura. Algunos incluso han llegado a culpar a la anulación de Roe contra Wade [la sentencia que establecía el derecho al aborto] de las pérdidas electorales”, añadió.

Los demócratas, con Joe Biden a la cabeza, están usando el aborto en sus campañas electorales y Trump considera que les hace daño. “No fue mi culpa que los republicanos no estuvieran a la altura de las expectativas”, escribió el expresidente en Truth, su red social, en enero, en parte justificándose por los malos resultados electorales del Partido Republicano en las elecciones de noviembre de 2022. “Fue el ‘tema del aborto’, mal manejado por muchos republicanos, especialmente aquellos que insistieron firmemente en No Excepciones, incluso en caso de Violación, Incesto o Vida de la Madre, lo que hizo perder a un gran número de Votantes”, añadió.

Aunque la postura de Trump no sea la preferida por los votantes evangélicos, estos no olvidan que fue él el que nombró tres jueces conservadores para el Supremo que hicieron posible la sentencia que derogó el derecho al aborto. El expresidente se ha encargado de recordarlo una y otra vez y se ha proclamado el presidente más “provida de la historia de Estados Unidos”. De nuevo, es su favorito.

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