Si alguien puede ganar a marcianadas a Steph Curry, ese es Luka Doncic. El astro esloveno firmó una actuación de otra galaxia para aupar a los Dallas Mavericks en la reedición de las Finales de la Conferencia Oeste de la NBA del curso pasado. Los locales, con 41 puntos y un triple-doble brillante de su líder, lograron un triunfo balsámico por 116-113 contra los Golden State Warriors.
Los Mavericks llegaron a liderar por 17 puntos en el primer cuarto (31-14, 1:18), pero en los breves reposos de su buque insignia perdieron toda la ventaja acumulada y terminaron entregándose al duelo de pistoleros de primera categoría. Querían ganar para cortar una mala racha de cuatro derrotas consecutivas.
Curiosamente, un tirador prolífico como Klay Thompson no tuvo su mejor noche y falló el triple sobre la bocina que hubiera mandado el espectáculo a la prórroga. Antes, eso sí, fue Curry quien también erró al cometer pasos cuando quiso armar un triple a 10 segundos de la conclusión, y ese probablemente hubiera valido una victoria. “Fue una estupidez no ir a por la bandeja”, comentó luego el ’30’. “Me confundí un poco con el tiempo y el marcador y fui a buscar el tiro heroico”.
No anotó y estallaron de alegría unos Mavs que tenían cuentas pendientes con los Warriors, sus verdugos en los últimos playoffs y a la postre campeones de la liga. Motivados estaban ambos equipos, especialmente sus estrellas. El duelo entre Doncic y Curry fue digno de divulgación científica para Cosmos, Carl Sagan, Neil deGrasse Tyson y cualquier otra persona que se atreva. En pocas palabras, espectacular, cada jugada mejor que la anterior.
Al descanso, un igualado 55-54 en el marcador ya apuntaba maneras, con el esloveno en 19 tantos y el estadounidense en 16. El mago de Liubliana estuvo inspirado toda la noche y siempre encontró una respuesta a las acometidas de la defensa rival. Con 41 puntos, 12 rebotes, 12 asistencias y 4 robos en una serie de 14 de 27 en tiros de campo y 4 de 9 en triples, Doncic empató a Dirk Nowitzki en la lista de Mavericks con más triples-dobles. Ambos tienen 20, pero uno lleva 230 partidos de trayectoria y el otro se retiró con más de 1.500.
No le hizo gracia a Curry la decisión arbitral con los pasos. Tampoco antes, y es que los colegiados se hincharon a sancionar las caminatas de los jugadores provocando las risas de complicidad entre los dos equipos y los dos máximos anotadores de la competición. “¿Quién soy yo para decir nada?”, dijo el astro visitante. Más allá de la anécdota, la violación costó el triunfo a los Warriors.
Curry también entró en órbita con 32 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias no le bastaron en esta ocasión, y el apagón de Thompson (5 puntos), junto a la falta de puntería de Andrew Wiggins y Jordan Poole (2 de 12 en triples entre ambos), hicieron el resto. Al final del tercer período, los Mavs dominaban por un tímido 92-87 a pesar de armar su mejor cuarto ofensivo del curso con 37 puntos anotados.
Nada más empezar el último cuarto, en otro pequeño descanso para Doncic, el equipo de Steve Kerr tomó de nuevo la delantera con un parcial de 0-7. Se pusieron por delante por primera vez en la segunda mitad y Jason Kidd tiró de manual: tiempo muerto y su talismán, de nuevo a la pista. En un abrir y cerrar de ojos, volvían a mandar los Mavs.
Acudieron a la cita ante los dos contra uno y los pases de tiralíneas en consecuencia Tim Hardaway Jr., autor de 22 puntos y 5 triples, y Josh Green, clave partiendo desde el banquillo con 13 tantos y otras 3 dianas de perímetro. En el duelo de los terrenales, ellos ayudaron a que Doncic fuera la estrella que más brilló en la constelación de la noche NBA.