Lukashenko justifica el aterrizaje forzoso del avión y acusa a Occidente de “estrangular” a Bielorrusia


Firme y tajante, Aleksandr Lukashenko ha defendido este miércoles el desvío y aterrizaje forzoso del avión de Ryanair en el que viajaba un disidente y que derivó en su arresto, y ha cargado con fuerza contra Occidente. El líder autoritario bielorruso ha acusado a la Unión Europea y a Estados Unidos de organizar una “provocación planificada” y de librar una “guerra híbrida” para “estrangular” a la pequeña exrepública soviética. Lukashenko, que se mantiene en el poder desde 1994, ha justificado la maniobra con la aeronave de Ryanair aludiendo a los supuestos informes de que había explosivos a bordo y ha insistido en que con el gesto pudo haber evitado una tragedia.

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En su primera comparecencia tras el inaudito aterrizaje en Minsk el domingo del avión que volaba entre Atenas (Grecia) y Vilna (Lituania) y la detención del destacado periodista crítico Roman Protasevich, que viajaba a bordo, el autoritario presidente de Bielorrusia ha afirmado que actuó de acuerdo con la normativa. “Respondimos adecuadamente a la información recibida”, ha remarcado Lukashenko en un discurso en la Casa de Gobierno en Minsk, ante los parlamentarios y miembros del Ejecutivo. “¿Cómo reaccionaría Estados Unidos en tal situación en vista de su triste experiencia?”, ha insistido.

Roman Protasevich, un bloguero de 26 años editor de un canal de Telegram, y su novia, Sofia Sapega, estudiante rusa de 23 años y que viajaba con él a Vilna, donde viven, permanecen detenidos. El caso ha suscitado la amplia condena internacional, que puede derivar en un aislamiento todavía mayor de Bielorrusia: la UE acordó el lunes imponer una nueva ronda de sanciones y prohibir a sus aerolíneas ingresar en destinos europeos y recomendó a las compañías de la UE que eviten el espacio aéreo bielorruso. Mientras, la líder opositora Svetlana Tijanóvsyaka, que está exiliada en Bielorrusia, llamó a nuevas movilizaciones y pidió a la comunidad internacional más represalias contra el régimen bielorruso.

Lukashenko, que evitó referirse al disidente Protasevich por su nombre, ha defendido su arresto por el “derecho soberano” de Bielorusia y ha asegurado que es un “extremista” que planeaba “iniciar una masacre y una revuelta sangrienta”. “Como predijimos, nuestros malvados dentro y fuera del país han cambiado los métodos de atacar al Estado”, ha declarado el presidente bielorruso. “Cruzaron los límites del sentido común y la moral humana. Tan pronto como el avión aterrizó en Minsk, empezaron a llegar las acusaciones copiadas de Occidente y las prohibiciones de vuelo”, ha insistido. Las mayores aerolíneas europeas ya han determinado que evitarán sobrevolar Bielorrusia, después el incidente con el vuelo de Ryanair.

El domingo, los controladores de vuelo bielorrusos ordenaron que la aeronave civil, que cubría el trayecto Atenas-Vilna aterrizara debido a una amenaza de bomba y un avión de combate bielorruso se apresuró a escoltarlo hasta el aeropuerto de Minsk.

Este miércoles, Lukashenko ha negado como una “mentira absoluta” que se presionase a los pilotos del avión de Ryanair para aterrizar y ha asegurado que la decisión de enviar un caza MiG-29 se tomó para garantizar la seguridad de las personas a bordo y en tierra como una respuesta necesaria a la supuesta amenaza de bomba, que según ha asegurado provenía de Suiza

El lunes, las autoridades bielorrusas afirmaron que fue un mensaje firmado por “soldados de Hamás”, algo que la organización palestina se apresuró a negar tajantemente cargando a su vez contra Lukashenko. “Hamas o no, no significa nada”, ha dicho Lukashenko este miércoles. “¿Chernobyl no fue suficiente? Si hubiera una bomba a bordo del avión y los terroristas quisieran hacerla explotar, no podríamos haber ayudado. Pero no podía dejar que el avión cayera sobre la cabeza de nuestra gente “.

El incidente, que ha causado un terremoto político y un nuevo enfrentamiento entre Bielorrusia y Occidente, ha vuelto a poner el foco en la antigua república soviética, sus ataques a los derechos humanos y la represión a los disidentes. El líder autoritario se ha enfrentado desde el pasado agosto, cuando se atribuyó la victoria en las elecciones presidenciales con el 80% de los votos, a protestas y movilizaciones sin precedentes que ha tratado de apagar con mano dura: más de 35.000 personas han sido detenidas desde el inicio de las manifestaciones y las organizaciones de derechos civiles acumulan miles de casos de brutalidad policial. “Esta ya no es una guerra de información, es una guerra moderna híbrida”, ha insistido Lukashenko. “Sabemos quién se beneficia de demonizar a Bielorrusia”, dijo sin dar más detalles. “Antes de hacer cualquier movimiento precipitado, recuerde que Bielorrusia es el centro de Europa y si algo estalla aquí, es otra guerra mundial”.


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