Hay algo magnético, casi sagrado en las playas de Utah, Omaha, Juno, Sword, Gold. El mar de cruces —y algunas estrellas de David— en el cementerio de Colleville-sur-mer, donde yacen los restos de 9.388 estadounidenses, son un testimonio de la permanencia de un vínculo profundo e indeleble entre ambas orillas del Atlántico y del canal de la Mancha, pese a impresión de que aquello que empezó aquel “día más largo” puede estar acabando.
“Sabemos lo que os debemos, veteranos: nuestra libertad. En nombre de mi nación, quiero deciros gracias”, afirmó Macron en la única frase en inglés de su discurso en el cementerio de Colleville-sur-mer. La frase puso en pie a mayoría de las 12.000 personas que le escuchaban.
“Nuestro vínculo es irrompible”, prometió Trump. Pero el suyo fue un discurso más patriótico y militar, con menciones emotivas a episodios heroicos del desembarco y poco espacio para la reflexión política o la interpretación histórica explícita.
Si, para Macron, Normandía está en el origen de las alianzas democráticas de la posguerra, para Trump es una prueba del carácter excepcional de EE UU y el origen de su expansión y poder —científico, económico, militar— en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. “Hoy América es más fuerte que nunca”, sentenció.
El aniversario del desembarco se celebra en un momento de tensión entre EE UU y los países europeos. Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, Trump ha abandonado el acuerdo contra el cambio climático y el pacto para frenar el programa nuclear de Irán, y ha llegado a amenazar con salir de la OTAN. Macron, que ganó las elecciones francesas unos meses después, se ha postulado a la vez como el antagonista de Trump y como su interlocutor europeo más fiable. Raras veces, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa occidental y EE UU han estado tan alejados.
La jornada, para Macron, había comenzado con otro ejercicio de memoria y política: una ceremonia con la primera ministra británica en retirada, Theresa May, para poner la primera piedra de un memorial británico en Ver-sur-mer. Fue el último acto oficial de May antes de su anunciada dimisión como líder del partido conservador, este viernes. Y, de nuevo, el simbolismo del desembarco, en el que miles de británicos entregaron la vida en una operación que acabó con la expulsión de Francia del ocupante alemán, ofreció un contraste con los desacuerdos actuales por el Brexit, la salida del Reino Unido de la UE.
Los discursos de Macron y Trump en Colleville-sur-mer, junto a Omaha Beach, fueron un ejercicio de política de la memoria —o, en el caso de Trump, de no-política, que también es política— en un lugar propicio para ello. Desde Ronald Reagan a Barack Obama, los presidentes de EE UU han usado las playas de Normandía —quizá la última victoria militar heroica de la superpotencia— para enviar mensajes sobre EE UU y su posición en el mundo.
La particularidad de este aniversario es que fue el presidente francés quien aportó la reflexión más detallada, no solo sobre el significado del desembarco sino sobre la misión de Estados Unidos. Ambos, Trump y Macron, coincidieron en el homenaje a aquellos hombres —unos 150.000 estadounidenses, británicos, canadienses y de otras nacionalidades— que asaltaron la costa francesa, una gesta que, junto al ímprobo esfuerzo bélico de la Unión Soviética en el frente oriental, supuso el inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la pesadilla hitleriana. No hubo salidas de tono ni estridencias: no eran exactamente discursos opuestos pero sí con contrastes netos. Ambos leyeron discursos que podrían calificarse de proamericanos.
La astucia, o la audacia, del presidente francés consistió en usar la retórica proamericana para lanzar un aviso a su homólogo: el multilateralismo y los acuerdos y alianzas de las que Trump reniega o que pone en duda, destilan lo mejor de EE UU, que también se resume en Normandía.
El presidente galo, Emmanuel Macron, y la primera ministra británica Theresa May este jueves en Ver-Sur-Mer, Francia. Philippe Wojazer AP
“América, querido presidente Trump, jamás ha sido tan grande como cuando ha luchado por la libertad de los demás”, dijo Macron, parafraseando el make America great again (Hacer América grande de nuevo) de Trump. “Ser dignos de la promesa de Normandía es no olvidar jamás que los pueblos libres, cuando se unen, pueden superar todos los desafíos”, continuó. Y, al argumentar que tanto la ONU, como la OTAN y la Unión Europea derivan de aquel momento, añadió: “Nunca podemos dejar de hacer vivir la alianza de los pueblos libres”.
Otra particularidad del 75º aniversario es que será uno de los últimos aniversarios con la presencia de veteranos. Una treintena escucharon Macron y Trump, entre ellos Harvey Segal, de 94 años. Segal tenía 19 cuando el 8 de junio de 1944, dos días después de la primera oleada del desembarco, llegó con la Segunda División de Infantería del Ejército de EE UU. Así resumía el jueves sus impresiones en aquel momento: “Tenía miedo”. Recordó que lo primero que vio al llegar a la playa fueron las bolsas con cadáveres. Entró en combate no en la playa sino en el interior y más tarde cayó herido en la batalla de las Ardenas. Este antiguo propietario de restaurantes en Massachusetts va en silla de ruedas. Le acompañaban sus hijos y nieto.
“En cinco años, muchos de estos muchachos ya no estarán”, auguró el soldado Segal, sin riesgo de equivocarse.
Los líderes abordan la crisis iraní
El único momento para la diplomacia en la conmemoración del desembarco en Normandía fueron el almuerzo y la reunión entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y el estadounidense Donald Trump, en Caen, la capital del departamento de Calvados, donde abordaron, entre otros asuntos de la agenda internacional, el programa nuclear iraní. Con Trump, EE UU se ha retirado del acuerdo que su antecesor, Barack Obama, promovió. Trump han amagado en alguna ocasión con un ataque militar. Macron, en cambio, defiende el acuerdo nuclear y la vía diplomática.
“No creo que tengamos diferencias sobre Irán. El presidente no quiere ver un Irán nuclear y yo tampoco”, dijo este jueves Trump. “Entiendo que quieren hablar. Si quieren hablar, muy bien. Hablaremos”, añadió. Macron intervino: “Compartimos el mismo objetivo”.
Hace cinco años, el 70 aniversario del desembarco fue la ocasión de una cumbre informal sobe Ucrania en la que participaron, además de los líderes francés y británico, el entonces presidente Obama, su homólogo ruso, Vladímir Putin, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko. La alta diplomacia se introdujo en las conmemoraciones. Otro mundo.
El 75 aniversario del desembarco ha tenido un perfil más modesto. La conmemoración internacional se celebró el día anterior en Portsmouth (Reino Unido). Y este año los líderes se han presentado en orden disperso -la británica Theresa May y el canadiense Justin Trudeau también estuvieron en las playas normandas- o no han acudido, como es el caso de Putin y Merkel.
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