Marcan los jugones de Zidane



Toni Kroos
despistó hasta el realizar del partido. Tan rápido puso el balón en el fondo de la portería de
Jaume Doménech
que la cámara no estaba pinchada donde debía, en los pies del alemán, del futbolista sublime que tiene un guante en su bota y que es capaz de una genialidad como la que firmó en la Supercopa de España. Primer gol olímpico en esta competición, primera vez que
Kroos
se abraza a sus compañeros del Real Madrid con esa cara de pillo del que acaba de hacer una travesura.
Kroos
puso toda la intención. Vio que Jaume estaba perdido en discusiones sobre si era falta, o córner, o no sé qué más, y con esa clase natural del que se sabe dueño de una habilidad brutal golpeó el balón con la intención y la fuerza para que sorprendiera al portero, demasiado adelantado, despistado, obcecado en discutir en vez de defender su puerta. Intentó
Jaume
desesperadamente despejar un balón que llegaba con el efecto justo, pero era demasiado tarde.



Soplaba Jaume recordando que hace poco más de un año otro jugador pillo, muy listo, un tipo con un fútbol descomunal y un arte que no se puede aguantar le marcaba otro gol olímpico. Fue en el partido contra el Betis en Copa del Rey (2-2) y Jaume se equivocó entonces no colocando a un compañero en el primer palo. El último gol olímpico que había marcado el Real Madrid llevó el sello personal de
Davor Suker
y ha llovido mucho.


Zinedine Zidane
se lo pasó bien en el partido. Innovó con un centro del campo con tres peloteros de locos y dos futbolistas indispensables para darle equilibrio al equipo:
Casemiro
y
Valverde
. Los tres que escogió para dominar el centro del campo, los jugones, los que se divierten con el fútbol marcaron. Los tres. Isco no hacía un gol con el Real Madrid desde el 31 de marzo del 2019, marcaba su primer tanto de la temporada y se lo pasaba bien, disfrutando, algo que parecía un imposible hasta que regresó Zidane y le miró a los ojos diciéndole que podía ser otra vez el más grande. Luis Enrique no se perdía detalle del malagueño.

Y para que la fiesta fuera completa, para que
Zizou
riera de felicidad, golazo espectacular de
Modric,
el Balón de Oro que pasó de recibir premios al banquillo sin cambiar su expresión, el que nunca se quejó cuando pasaban por delante los niños, el que parecía condenado a dejar el club que le había convertido en el mejor sin apenas despedirse.


Modric
es un tipo honesto y a
Zidane
le gusta este tipo de personas, más aún que jugadores. ZZ adora a los que no han perdido la pasión por el fútbol aún después de sumar años y quizás haberlo ‘reservado’ en las últimas semanas hace que
Modric

esté fresco, entero, dispuesto a contribuir en todo lo que le pida su entrenador.

Nadie esperaba una alineación con
Modric, Isco

y

Kroos

juntos y un solo punta, un
Jovic
tan frío que desespera. De todas las apuesta de
Zidane
es la única que no le salió bien y eso que mimó al serbio en la previa diciéndole públicamente que los goles llegarían. No fue ante el Valencia. En las semifinales de la Supercopa debían marcar los jugones


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