Marina Heredia se hace latina sin dejar de ser flamenca

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Marina Heredia, la semana pasada en Madrid.
Marina Heredia, la semana pasada en Madrid.Samuel Sánchez

Dice la publicidad previa a su lanzamiento que Capricho (Universal), el disco que Marina Heredia (Granada, 41 años) acaba de publicar, viene a ser la transformación de la cantaora granadina en cantante latina. Sin embargo, a pesar de ciertos acercamientos a la salsa, el bolero y a la ranchera, el disco respira esencia flamenca. “Es que lo soy”, asevera la cantaora casi en tono reivindicativo. Y añade: “El flamenco no es una espinilla que te la quitan y ya está. Seguiré siendo flamenca toda mi vida, pero los artistas debemos tener libertad para expresar lo que sentimos y cómo lo sentimos”.

Por su título, daría a entender que el nuevo disco, primero desde que en 2014 editara el directo A mi tiempo, es fruto de un antojo. Heredia afirma rotunda que no es nada pasajero: “Aquí se han quedado plasmados muchos de los caprichos que tenía desde hace tiempo, sí, pero son sueños que ahora me he permitido el lujo de cumplir”. Entre esos muchos sueños estaban el repertorio, que conocía desde hace tiempo, el deseo de colaborar con el trompetista venezolano Pacho López, el de tener una gran orquesta sinfónica, unos arreglos especiales…

Seguiré siendo flamenca toda mi vida, pero los artistas debemos tener libertad para expresar lo que sentimos y cómo lo sentimos

Para Marina Heredia todo eso se ha cumplido. “No soy latina, pero sí admiradora de esa música. Es fruto de muchos años escuchando música; soy, sobre todo, una aficionada a la música buena, sin mirar géneros”. Y su pasado la avala, pues ha colaborado con artistas alejados del flamenco, como Aute, Mónica Naranjo y hasta con el productor vanguardista británico Howie B, que dio un giro a la carrera de U2.

“Mezclarnos con los estilos, ritmos y melodías de la música latina está muy visto en el flamenco. Cantos de ida y vuelta que ya hicieron desde la Niña de los Peines, Bambino o Adela de la Chaqueta hasta la misma Lola Flores o Camarón”, dice. ¿Qué es lo que hace especial a Capricho? “El concepto es el mismo, el contenido no. Y yo me imagino el disco puesto en escena, donde doy mi mil por mil. Los estudios de grabación me enfrían, me cuesta entrar en ellos”. Esta afirmación aclara acaso por qué en 20 años de carrera profesional solo ha publicado cinco discos.

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En este viaje hay boleros desgarrados y canciones —Quiero amanecer con alguien, El triste, Quiero hablar contigo— que expresan el miedo a la soledad de Heredia. “Yo no podría estar sin tener a nadie a quien abrazar, a quien querer. Soy muy familiar. Mi casa está siempre llena de gente, amigos, vecinos… sin eso no sé vivir”. Entre las citadas a esas reuniones, alguna vez se ha dejado caer Mala Rodríguez, a la que Heredia ha querido invitar a su nuevo disco para rapear algunas de las estrofas de esos tanguillos por chacareras titulado La Diablera.

De reputados letristas latinos del desamor como José Alfredo Jiménez, Carlos Puebla, Daniela Romo o Roberto Cantoral son algunas de las versiones que aparecen en Capricho, muchas de ellas ya popularizadas en las voces de Rocío Dúrcal, María Dolores Pradera, Raphael, Julio Iglesias o Lola Flores. Artista de escasa producción discográfica, sin embargo es hiperactiva en espectáculos en directo. Al tiempo que se edita Capricho, Marina Heredia sigue girando con el espectáculo Lorca y la pasión.

Después del verano, que la llevará a Estambul con su Lorca, y a otros lugares de España —”ahora el extranjero está muy parado por la pandemia”, se lamenta— se planteará concebir esa puesta en escena de Capricho. Para eso cuenta con la ayuda inestimable de su productor y guitarrista José Quevedo, Bolita. “Él me entiende bien, no sé cómo lo hace, o cómo lo hacemos, pero con él todo tiene sentido”.


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