Más solos que nunca


Es un fútbol sin alma, sin vida, y en partidos como el de ayer, provoca que equipos como la Real se sientan más solos que la una. Es imposible saber qué hubiera ocurrido si las gradas de Anoeta hubieran estado repletas pero no es difícil imaginar que con un desarrollo futbolístico idéntico al que vimos ayer en el estadio txuri
urdin, el partido no lo hubiese perdido la Real con el apoyo de su afición.



Es un fútbol desnaturalizado, casi inerte, en el que no existe estímulo exterior alguno que pueda condicionar el partido a favor del equipo de casa. Y eso, en días como el de ayer, en los que el equipo que te visita es el Real Madrid, sitúa a los anfitriones en una suerte de corredor de la muerte. El partido parece igualado, porque entre que los equipos no están para apretar el botón de ‘full gas’ y que conviene gestionar esfuerzos porque se vuelve a jugar dentro de 72 horas, no tienen el ritmo trepidante de un encuentro de alta intensidad como es un Real
SociedadReal
Madrid con la Champions y la Liga en juego.

Enfilados hacia el paredón

Pero en ese narcótico mecer en el que se ve enredado el balón, de aquí para allá, sin aparente sentido, sin verticalidad, salvo que la coja Vinicius para el que la vida es un slalom permanente, todos los boletos para que el cargador de la ruleta se vacíe en su sien los tiene el equipo menos poderoso. En este caso la Real. Para que los txuri
urdin le puedan ganar al Madrid una herramienta esencial es que su gente vaya echando leña en la hoguera de su corazón pero, de esta manera, más solos que nunca, el partido se enfila hacia un paredón con pocas opciones de salir vivo.

Es un fútbol en el que parece que se juegue dentro de un envoltorio de celofán, con la delicadeza de estar en un box hospitalario o en un quirófano. Y eso provoca que el tercer elemento, en este caso el colegiado, se maneje con la misma frialdad. Con una falta de pasión que nada tiene que ver con la naturaleza de este juego. Y eso, en días como ayer, en los que te visita el nuevo líder de la Liga, hace que la histórica tendencia de los colegiados para barrer hacia Chamartín alcance tintes extremos. Todas las decisiones tomadas por Estrada Fernández que condicionaron decisivamente el marcador fueron favorables al Madrid. Le permitieron romper el partido cuando no había ocurrido casi nada, impidieron que la Real se metiera en el encuentro con el empate de un Januzaj que había salido con la ‘mano caliente’ y remataron la faena con el gol que sentenció el duelo pese a la reacción final de la Real.

Este fútbol sin gente en el que los suplentes bromean con el móvil en la grada y se oyen hasta los ruidos del estómago del entrenador rival le ha sentado como un tiro a la Real que se siente más sola que nunca. Suma un punto en tres partidos y está viendo comprometida hasta su puesto en la Europa League de la próxima temporada. ¡Que abran las puertas ya!


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