Matando las sospechas


Nueve cambios en el equipo introdujo el seleccionador colombiano, Carlos Queiroz, para afrontar el tercer partido de la Copa
América contra Paraguay. Nueve sustituciones para pensar mal. Líder del grupo aunque perdiera, el técnico portugués probó a su banquillo. Solo Cuadrado y Falcao salieron de titulares. Cambió hasta el portero.

La noticia era ideal para que los argentinos montaran un boliche. La selección de Messi dependía de sí misma. Sino vencía a Qatar podía quedar eliminada. Si ganaba clasificaba como segunda si Paraguay empataba o perdía. Pero también podía pasar a cuartos como mejor tercera si Paraguay vencía a los colombianos. Con lo cual, Argentina solo tenía un camino: el triunfo y olvidarse de Colombia.

Pero en el fútbol sudamericano predominan las sospechas. El diario de mayor difusión de Colombia, El Tiempo, recordaba las malas costumbres. “¿Turno para Colombia? El recuerdo de pactos entre Argentina y Uruguay” era el titular de un reportaje en el que el periódico retrocedía a partidos del 2002 y el 2006 en el que argentinos y uruguayos se habían dado la mano para dejar por fuera a Colombia. En el mismo había documentos de jugadores como Juan
Ramón
Verón reconociendo que se habían parado a un cuarto de hora del final del encuentro al saber que las dos selecciones habían asegurado su pase.

Las sospechas de una “venganza” colombiana quedaron enterradas a los 31 minutos cuando Gustavo
Cuéllar, centrocampista del Flamengo, batió a Roberto
Fernández, el gatito, hijo de aquel portero que jugó muchas temporadas en el Espanyol, “Gato” Fernández.

Ese gol, el dominio, y la mayoría de ocasiones para aumentar el marcador, más un gol anulado injustamente a Luis
Díaz, uno de los futbolistas colombianos que no tardará en fichar por un club europeo, sepultaron las suspicacias. Colombia hizo su trabajo y sumó su tercer triunfo consecutivo sin recibir un gol.


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