Miles de iraquíes despiden al general Soleimani mientras crece la tensión en torno a la reacción de Irán



Enarbolando banderas de los partidos y grupos armados chiíes y vestidos de negro o colores oscuros, los participantes en el funeral marcharon de forma pacífica desde el santuario de Kadhimiya, a lo largo del río Tigris, al grito de “¡venganza!” o “¡muerte a América!”. El cortejo que portaba los ataúdes entró luego en la llamada Zona Verde, aunque solo acompañado por los representantes oficiales, mientras la multitud se quedaba a las puertas de este distrito blindado, donde están las principales instituciones del Gobierno iraquí y la Embajada de EE UU. Ante la legación diplomática norteamericana se registraron violentas manifestaciones en los días previos a la muerte de Soleimani, que derivaron en un asalto al recinto, como respuesta a un bombardeo de Washington contra paramilitares proiraníes. Las protestas se disolvieron el miércoles, por orden de los convocantes, pero Washington acusó a Teherán de estar tras ellas y amenazó con hacerle pagar “un precio muy alto”.

En las exequias, caminando junto a la multitud, se vio al primer ministro interino iraquí, Adel Abdul Mahdi, quien calificó de “mártires” a los militares muertos y de “violación de la soberanía iraquí” el ataque estadounidense. También participaron Nuri al Maliki, exjefe del Gobierno de Irak; Falih al Fayad, presidente de las FMP; y Hadi al Amiri, líder de la Organización Bader, uno de los grupos más poderosos de esta coalición de milicias.
El funeral del polémico comandante de Al Quds, la fuerza de élite de la Guardia Revolucionaria, se prolongará varios días y su cuerpo será llevado, junto al de Mohandes, a Kerbala y Nayaf, ciudades sagradas para la tradición chií del islam. El cadáver de Soleimani será repatriado el domingo a Irán. En el santuario del imán Reza, en Mashhad, en el noreste del país, sus restos mortales serán expuestos durante un día antes de que se le ofrezca una ceremonia de Estado en Teherán, el lunes. Al día siguiente será enterrado en su provincia natal, Kerman, según información de las agencias oficiales iraníes.
Inestabilidad regional
Washington ha justificado su acción en que Soleimani preparaba ataques contra ciudadanos estadounidenses en la zona, La acción ordenada por Donald Trump ha supuesto un golpe para Irán, pero también ha servido para distraer de otros problemas. Hasta hace un mes, lo que más preocupaba a Teherán en Irak eran las protestas de carácter social que recorrían el país, principalmente las provincias de mayoría chií, y que reclamaban puestos de trabajo, menos corrupción y el fin de la influencia extranjera (ante todo la iraní: al menos un consulado de este país fue atacado por los manifestantes). De hecho, se acusó a las milicias proiraníes de tener un papel destacado en la violenta represión de las protestas. El componente antisectario de la protesta en Irak, de igual modo que en Líbano, preocupaban al país de los ayatolás, que precisamente ha aprovechado las divisiones étnico-religiosas, en muchos casos promovidas desde Washington, para extender su influencia en la región.
En cambio, ahora, la narrativa es favorable a Irán, que vuelve a situar a un Estados Unidos en retirada de Oriente Próximo como origen de todos los males. El Parlamento iraquí empezará a debatir el domingo una resolución para exigir la retirada de las tropas estadounidenses y lo hará con los ánimos encendidos por el ataque que acabó no solo con Soleimani sino con varios ciudadanos iraquíes en el corazón de la capital.
El portavoz del Ejército iraquí, Abdelkarim Jalaf, dijo a la agencia rusa Sputnik que se ha ordenado “restringir” las actividades militares de Estados Unidos en el país árabe después de “la puñalada en la espalda” que ha supuesto el ataque contra Soleimani y Mohandes. La Coalición Internacional de lucha contra el Estado Islámico, liderada por EE UU, anunció que reducirá temporalmente sus actuaciones militares debido a la situación de seguridad del país como medida para “proteger al personal”, informó la agencia France Presse. Un portavoz de la OTAN explicó que la Alianza también “ha suspendido” su misión de entrenamiento de las fuerzas de seguridad iraquíes.
El temor a lo que ocurra en la zona, en especial por parte de países aliados de Estados Unidos, es palpable. Diversos Gobiernos han emitido recomendaciones a sus ciudadanos de que no viajen a Irak e Irán y dos compañías aéreas regionales, Royal Jordanian y Gulf Air (de Baréin), han cancelado sus vuelos a ciudades iraquíes. Otros Gobiernos alineados con Washington en su lucha contra Teherán, como el de Riad o el de Abu Dabi —con cuyos hombres fuertes se ha mantenido en contacto el Departamento de Estado de EE UU—, han llamado a la “contención” por temor a que la guerra fría que mantienen con Irán pase al enfrentamiento directo.
También el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí, que siempre se ha caracterizado por apoyar a Estados Unidos, ha emitido un comunicado en el que pide “diálogo” y que “no se utilice a Irak como campo de batalla para solucionar las disputas entre otros países”.
El ministro de Exteriores de Qatar, Mohamed Bin Abdulrahman al Zani, viajó este sábado a Teherán para reunirse con su homólogo iraní, Mohammad Javad Zarif. La agencia estatal catarí QNA explicó que se trataron “los sucesos en Irak y modos de calmar (la situación)”. El ministro de Qatar —país que alberga la mayor base militar estadounidense en Oriente Próximo —acudió a la reunión con camisa negra para solidarizarse con el luto decretado en Irán por la muerte de Soleimani.
Qatar se ha convertido en uno de los recursos para evitar una confrontación en toda regla. Pese a que sus vecinos del Consejo de Cooperación del Golfo —principalmente Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos— lo habían sometido a un duro bloqueo precisamente en castigo por no adoptar una política más dura frente a Teherán, en los últimos meses las relaciones han comenzado a recomponerse y ahora su mediación puede resultar indispensable.
Parecido papel podría arrogarse Turquía, miembro de la OTAN pero bien avenido con Irán pese a apoyar a bandos enfrentados en Siria. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó este sábado al presidente iraní, Hasán Rohani, y al iraquí, Berham Salih, mientras el ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, conversó con sus pares ruso e iraní. Como Teherán y Rusia, aunque con menos éxito, Ankara ha buscado expandir su influencia ante la disminución de capacidad e influencia de Washington en Oriente Próximo. Ankara ocupa importantes porciones de territorio en Siria, y sus tropas se han desplegado en varios puntos del norte de Irak. Precisamente, en los últimos días, ha aprovechado el revuelo para intensificar sus bombardeos en el montañoso norte del país matando a varios dirigentes de alto rango del grupo armado kurdo PKK. Igualmente ha establecido bases militares en Qatar y en Somalia y esta semana aprobó el envío de tropas a Libia.
La respuesta de Irán
El Ejército iraní, por boca de su portavoz Abolfazi Shekarchi, afirmó que no tomará ninguna decisión precipitada, pero que su venganza por el asesinato de Soleimani “se cumplirá” y será “dura”. El escenario más probable, y que preocupa en todas las capitales de Oriente Próximo, es que se intensifiquen los conflictos que se libran por delegación en toda región, las llamadas “guerras subsidiarias”, en las que las potencias regionales y mundiales utilizan actores locales para hacer valer sus intereses. En el caso de Irán, las milicias Huthi en Yemen, el régimen de Siria, las FMP en Irak y Hezbolá en Líbano (los dos últimos han prometido públicamente “vengar” el asesinato de Soleimani). O bien que Irán trate de bloquear de una forma u otra el estrecho de Ormuz, a través del que un quinto de la producción petrolera del mundo sale del Golfo hacia los mercados internacionales. Ya en los últimos meses se han multiplicado los incidentes en la zona y un general de la Guardia Revolucionaria iraní, Gholamali Abuhamzeh, identificó este lugar como uno de los lugares en los que atacar “puntos vitales para Occidente”. “Hemos identificado 35 objetivos de Estados Unidos en la región, así como Tel Aviv, como objetivos a nuestro alcance”, afirmó en declaraciones a la agencia Tasnim.
El think-tank Atlantic Council cree que, además de en Irak a través de las milicias proiraníes, también podría haber ataques a intereses estadounidenses en África Occidental y en algunos puntos de Latinoamérica a través de grupos aliados de Irán. “Variarán los objetivos con el fin de amedrentar a la población de Estados Unidos y que piense que ningún lugar es seguro. Si son inteligentes [los iraníes], evitarán golpear en Europa y enfadar a Gobiernos de los que necesitan su empatía”, concluye el análisis.

El Ejército sirio avanza hacia Idlib, donde celebran la muerte de Soleimani

A.M.
Uno de los lugares donde la muerte del general iraní Soleimani no ha sido acogida con temor acerca de las consecuencias que pueda traer para la región, sino con evidente regocijo, es Idlib, la provincia del noroeste de Siria y último bastión de las fuerzas opuestas al régimen de Bachar el Asad, la mayoría de ideología salafista. Además de las manifestaciones de celebración en la capital provincial, en las redes sociales cuentas vinculadas a la oposición siria y a la Defensa Civil rebelde (los llamados cascos blancos) felicitaron a Donald Trump por su acción contra el que consideran arquitecto de las ofensivas del régimen sirio y sus milicias iraníes aliadas. En concreto lo acusan de devastar Alepo y de asediar varias ciudades condenado a sus residentes a la hambruna.
Pero poco que celebrar hay en Idlib, por cuyo flanco sur avanzan las tropas del Ejército regular sirio con apoyo de Rusia e Irán. Este sábado, las fuerzas leales a Asad anunciaron la conquista de la población de Al Tah, a solo 45 kilómetros de la capital provincial de Idlib.
En las últimas semanas, los bombardeos se han multiplicado, en especial en torno a la localidad de Marat al Numan, causando decenas de muertes civiles. Solo desde el pasado día 12, unos 300.000 civiles (más de la mitad menores) han huido del avance gubernamental hacia el norte, según cálculos de la ONU. A esa cifra hay que sumar los 400.000 desplazados entre abril y diciembre tras campañas de bombardeos del régimen sirio y la aviación rusa que dejaron más de 1.300 civiles muertos. La agencia de noticias turca Anadolu informó de que más de 44.000 civiles se han agolpado en la frontera con Turquía escapando de los bombardeos. Sin embargo, los pasos hacia el país vecino están cerrados, excepto para evacuar heridos de extrema gravedad.


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