Millones celebran el Viernes Santo en cuarentena por el coronavirus


ALBANY, Nueva York  — Fieles de todo el mundo celebraban el
Viernes Santo desde la seguridad de sus hogares, mientras en Japón surgían
inusuales divisiones sobre cómo abordar el creciente brote de coronavirus en el
país.

Políticos y funcionarios de salud pública habían
advertido que los avances en la lucha contra la pandemia, obtenidos con mucho
esfuerzo, no podían ponerse en peligro por relajar el distanciamiento social
durante los feriados de Semana Santa.

Empezó recordando a los sacerdotes muertos por asistir a los enfermos con el virus, que cifró en más de sesenta en Italia, pero también a los médicos y enfermeros que han perdido la vida.

En Europa, donde estas fechas son temporada alta
de viajes, las autoridades establecieron controles en carreteras y
desaconsejaron las reuniones familiares.

En Japón, muchos han criticado al primer
ministro, Shinzo Abe, por su lentitud para tomar medidas. La prefectura de
Aichi, sede de la automotriz Toyoto, declaró el viernes su propio estado de
emergencia alegando que no podía esperar a que el gobierno lo agregue a su
lista.

El Muro de los Lamentos y otros lugares fueron desinfectados.

“La situación es crítica”, señaló el gobernador
de Aichi, Hideaki Omura. “Decidimos hacer todo lo posible para proteger la vida
y la salud de los residentes de Aichi”.

Japón confirmó 579 nuevos contagios para un total
de 5,000, con 100 fallecidos. El país tiene la población más anciana del mundo,
y el COVID-19, la enfermedad provocada por el virus, puede ser especialmente
grave en los mayores.

El coronavirus ha causado estragos en la Tierra Santa.

En una muestra de lo rápido que el coronavirus ha
doblegado a las economías mundiales, 16.8 millones de estadounidenses perdieron
su trabajo en apenas tres semanas. Y se esperan todavía más despidos.

La tasa de desempleo del país podría alcanzar el
15% en abril por primera vez desde el final de la Gran Depresión.

En Gran Bretaña, su primer ministro, Boris
Johnson, salió de la unidad de cuidados intensivos del hospital de Londres
donde estaba siendo atendido por el virus. La salud del político, de 55 años,
había empeorado a principios de semana mientras su país enfrenta su peor crisis
desde la Segunda Guerra Mundial.

En todo el mundo, se superaron los 95,000
fallecidos y el número de casos confirmados llegó a 1.6 millones, según un
conteo de la Universidad Johns Hopkins.

Pero se cree que la cifra real sería mucho más alta
por la cantidad limitada de pruebas que se realizan, la diferencia de criterios
para contabilizar a los muertos y la ocultación de datos por parte de algunos
gobiernos.

Estados Unidos parecía encaminado a superar a
Italia como el país con más decesos en los próximos días. Sin embargo, en
proporción a su población, Estados Unidos tendría aproximadamente una sexta
parte de las de Italia y España, dos de los países más castigados del mundo.

También hubo algunos indicios positivos: Corea
del Sur reportó apenas 27 casos nuevos en su noveno día con menos de 100;
California registró su primer descenso diario en hospitalizaciones en cuidados
intensivos desde el inicio del brote, y Australia y Nueva Zelanda tuvieron esta
semana un descenso constante en la cifra de contagios.

Pero un repunte de los decesos en Gran Bretaña y
Nueva York indicó que la batalla está lejos de terminar.

La pandemia supone una amenaza a la seguridad
internacional y la paz, dijo el secretario general de Naciones Unidas, Antonio
Guterres, en una reunión del Consejo de Seguridad a puerta cerrada en la que
añadió que puede suspender los esfuerzos para resolver conflictos, envalentonar
a insurgentes e incluso ofrecer un mapa de ruta para un ataque bioterrorista.

Ante las restricciones generalizadas a las
concentraciones públicas, los principales credos religiosos celebran servicios
virtuales que sus fieles pueden seguir por televisión o internet. Otros
organizan oraciones en autocines, donde la gente puede permanecer dentro de sus
vehículos.

Otras iglesias planean seguir adelante con su
agenda, especialmente en estados como Texas, donde el gobernador declaró que
los actos religiosos son “servicios esenciales”.

Una iglesia de Houston instaló lugares para
lavarse las manos y reorganizó el templo, con capacidad para 1,000 personas,
para albergar a apenas 100 con seis pies de separación entre ellas.

El papa Francisco oficiará la misa de Viernes
Santo en una Basílica de San Pedro prácticamente vacía en lugar de la vasta
plaza exterior. En Inglaterra, el arzobispo de Canterbury ofrecerá su sermón de
Pascua en video.

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei
sugirió el jueves que la concentraciones multitudinarias podrían quedar
prohibidas durante el mes sagrado del islam, el Ramadán, que se celebra entre
finales de abril y mayo.

En la mayoría de los pacientes de COVID-19, el
virus provoca síntomas leves y moderados como fiebre y tos, pero en otros,
especialmente mayores y personas con enfermedades previas, puede derivar en
neumonía e incluso en la muerte. Casi 335,000 personas se han recuperado ya,
según el conteo de Johns Hopkins.




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