Álvaro Morata fue expulsado en Son Moix y, salvo que el Atlético de Madrid presente recurso y prospere, no podrá jugar el sábado ante el Real Madrid en el Metropolitano. El madrileño, que fue suplente, llevaba apenas siete minutos en el campo cuando, tras un pique con Xisco CAmpos, vio dos amarillas en 20 segundos para que Hernández Hernández le mostrase la roja y, de paso, el camino de los vestuarios.
El Atlético ganaba 0-2. Manejaba el partido con relativa comodidad. Era el minuto 76 y Morata acababa de ingresar en el terreno de juego en lugar de Diego Costa. En un balón en profundidad, Xisco se lanzó al suelo para cortar la acción. Tocó balón, pero el delantero colchonero le recriminó la acción. Se encararon de malos modos, y el colegiado canario solventó la situación con una amonestación para cada uno. Venía la cosa de antes, pues en la primera acción del rojiblanco, el central bermellón ya le había ‘avisado’.
Morata, visiblemente enfadado, siguió protestando. Apareció Salva Sevilla. Y el atacante colchonero vio la segunda amarilla. Se marchó cabizbajo al vestuario, con Simeone desde la banda tratando de poner calma en previsión de la situación con la que se iba a encontrar.
El Atlético se quedó con diez hombres para los 15 minutos que restaban de partido y, lo que era peor, sin Morata para el derbi. Simeone tenía la intención de alinear al madrileño junto a Costa en ataque, con Joao Félix por detrás, para el derbi, algo que ya hizo en el choque ante el Madrid de Nueva Jersey. Ese día de agosto, Morata se lesionó y estuvo 12 minutos en el campo. El sábado, salvo sorpresa, ni siquiera podrá jugar.
El enfado de Morata no decreció con el paso de los minutos, y esperó en el túnel de vestuarios la llegada de los jugadores y el árbitro tras el pitido final. Costa intentó llevárselo, con Simeone de espectador…
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