Muere Phil Saviano, el principal testigo que permitió destapar los abusos sexuales en la Iglesia católica de EE UU

Phil Saviano, con un retrato suyo a la edad en la que sufrió abusos, en la plaza de San Pedro del Vaticano en 2019.
Phil Saviano, con un retrato suyo a la edad en la que sufrió abusos, en la plaza de San Pedro del Vaticano en 2019.Antonello Nusca

Phil Saviano, víctima de abusos sexuales de un sacerdote católico durante su infancia en Massachussets, ha muerto este domingo a los 69 años a consecuencia de un cáncer de vesícula. Reconvertido en activista contra los abusos del clero católico, Saviano fue la principal fuente de la investigación que el diario The Boston Globe realizó sobre décadas de pederastia en el seno de la Iglesia católica de Massachussets y, por extensión, de EE UU. La investigación periodística fue adaptada al cine en 2015 en la película Spotlight —conocida en Latinoamérica como En primera plana—, en la que el personaje de Saviano, interpretado por Neal Huff, reviste especial protagonismo. La unidad de investigación del Globe, la más veterana del país, ganó un premio Pulitzer por servicio público en 2003 y Spotlight, sendos Oscar a la mejor película y al mejor guion.

En 1992, cuando tenía 40 años y se hallaba casi al borde de la muerte a causa del sida, Saviano leyó un breve en el mismo periódico al que después acabaría confesando su calvario. La información refería la detención de un sacerdote católico, David A. Holley, por abusar de chicos en una parroquia de Nuevo México en los años setenta. Saviano recordó haberse confesado con ese párroco en la iglesia de East Douglas (Massachusetts), a principios de la década de los sesenta, cuando tenía 11 años. Holley lo obligó a realizar actos sexuales durante un año y medio, hasta que dejó la parroquia. El religioso murió en una prisión de Nuevo México en 2008, mientras cumplía una sentencia de 275 años por abusar sexualmente de ocho niños.

“Fue un momento revelador que cambió mi vida”, dijo más tarde Saviano al periódico británico Daily Mail. “De repente me di cuenta de lo ingenuo que había sido al pensar que solo me había hecho eso a mí“. “Mi regalo para el mundo fue no tener miedo de hablar”, explicó Saviano a mediados de noviembre, en una breve entrevista telefónica con el diario The Guardian, cuando ya recibía cuidados paliativos por su enfermedad terminal.

La historia de cómo decenas de sacerdotes de la Iglesia católica estadounidense abusaron de niños impunemente durante décadas, gracias al silencio y el encubrimiento de la curia, fue también determinante para que el Vaticano empezase a rasgar el velo de silencio que rodeaba una conducta que se extendía como una mancha de aceite. Las revelaciones de Saviano desempeñaron un papel determinante en la renuncia del cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston, y se saldaron con indemnizaciones millonarias a las víctimas.

Law murió en Roma a finales de 2017 sin haber prestado declaración jamás frente a un tribunal norteamericano, pese a demostrarse que, entre 1950 y 2002, un total de 10.667 personas en EE UU habían acusado a 4.392 clérigos de abusos sexuales a menores, lo que equivalía a más de un 4% del personal religioso. Solo 252 de ellos fueron condenados y 100 encarcelados. La Iglesia católica cerró acuerdos millonarios con las víctimas de abusos para evitar los tribunales, hasta pagar más de 3.000 millones de dólares (casi 2.600 millones de euros) en compensaciones, lo que dejó en bancarrota a decenas de diócesis.

En 1995, Saviano llegó a un acuerdo financiero con la diócesis de Worcester, en Massachussets, que ascendió únicamente a 5.700 dólares netos, tras el pago de los honorarios de los abogados. Rechazó una mayor compensación porque eso le habría obligado a guardar silencio sobre su trauma y lo hizo convencido de que no tenía que guardar silencio porque nadie esperaba que sobreviviera. “Si no me hubiera estado muriendo de sida, no habría tenido el coraje de dar un paso al frente”, dijo en 2009 al Globe, “pero entonces lo daba todo por perdido, mi carrera, mi salud, mi reputación”.

Poco después, Saviano recibió un nuevo tratamiento contra el sida que le permitió recuperarse. Decidido ya a no volver a callar, se convirtió en activista, profundizó en la investigación sobre los abusos del clero católico y dedicó todos sus esfuerzos a la asociación Red de supervivientes de las víctimas de abusos de sacerdotes (SNAP, en sus siglas inglesas). Como Saviano, muchas otras víctimas consideraron que los millonarios acuerdos han permitido a los depredadores sexuales, y a la Iglesia como institución, escapar a la acción de la justicia.

Saviano se describía como un “católico en recuperación”, que nunca logró superar totalmente el trauma y la pérdida de confianza en la institución. Con su fe quebrada, Saviano se apoyó en políticos y fiscales para llevar a los infractores ante la justicia.


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