El estreno liguero del Athletic dejó un sabor agridulce en la plantilla rojiblanca. Los leones hicieron méritos más que suficientes para derrotar al Mallorca en su visita a San Mamés, pero fueron incapaces de batir la portería bien defendida por Rajkovic. La valiente y decidida apuesta de Valverde en el arranque de su tercera etapa en el banquillo rojiblanco no se vio refrendada en el marcador.
El técnico gasteiztarra tiró de lo previsto a nivel de portería y defensa. Con Unai Simón recuperado e Iñigo Martínez ausente por lesión, no había duda alguna en quienes iban a ejercer tanto en la portería como en la defensa.
Las sorpresas se registraron de centro del campo hacia delante. Vesga se situó por delante de la zaga. A su lado, a tenor de las palabras expresadas por el entrenador rojiblanco al término del choque, debía haber estado Sancet, pero este jugó casi siempre pegado a la misma o parecida altura que Muniain e Iñaki Williams y Berenguer, los dos extremos del Athletic. Villalibre, de esta manera, ejerció como delantero centro.
El Athletic se hizo dueño y señor de la situación desde prácticamente el saque de centro frente a un Mallorca con defensa de cinco, media de cuatro y un punta. Ocasiones no faltaron a los leones, pero gol sí. Nada nuevo en el conjunto bilbaíno de unas temporadas a esta parte.
Valverde, consciente de la situación, tiró de banquillo poco antes de cumplirse la primera hora de encuentro. Zarraga y Raúl García, que apuntaban a titulares, fueron sus primeras apuestas. Sancet y Villalibre, los sacrificados.
De cambio en cambio
La presión del Athletic empezó a resultar mucho más efectiva a partir de ahí. Al Mallorca, que tampoco puso demasiado empeño ofensivo, no le quedó más remedio que apretar aún más fuerte los dientes atrás. Los leones, pese a todo, seguían sin ser capaces de derrumbar la muralla bermellona.
La segunda maniobra sobre la marcha de Valverde radicó en dar entrada al mismo tiempo a Nico Williams y Guruzeta. Berenguer y Muniain fueron esta vez los sustituidos. Significativo.
Estos cambios vinieron a compañados de sus correspondientes modificaciones tácticas. El mayor de los Williams pasó así a ejercer por la banda izquierda con su hermano pegado a la derecha. El recuperado Guruzeta, por su parte, vino a ejercer como segundo delantero, pero con libertad de acción para dejarse caer unos metros o intercambiar de posición con Raúl García. Tampoco funcionó.
La quinta y última sustitución resultó la más significativa de todas. El debutante Malcom reemplazó a Iñaki Williams a un suspiro del final, pese a la necesidad acuciante de abrir la lata. El chaval demostró desparpajo, pero el gol se resistió. Una vez más.
Aguirre se salió con la suya frente a un Athletic valiente, presionante e inocente de cara al marco rival. Por intentarlo no quedó. Por conseguir el gol, en cambio, sí. Nada nuevo sobre el horizonte.