Negociar la elección con Nicolás Maduro | Artículo

Los países mediadores -Cuba, México y Uruguay- tendrían que hablar con China y Rusia, en busca de la salida negociada de Nicolás Maduro.

Heinz Dieterich

1. Maduro quiere “reconciliación nacional”

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha convocado a elecciones parlamentarias (Asamblea Nacional) para el 6 de diciembre. Hace dos días emitió un “indulto” para 110 encarcelados, que excluye al chavismo revolucionario y los militares patrióticos presos. Según su ministro de propaganda, Jorge Rodríguez, la medida “persigue la reconciliación nacional” y el re-encauzamiento de las “acciones políticas de todos los actores por la vía constitucional, pacífica y electoral”. “Ojalá sea escuchado el mensaje de Maduro”, terminó Rodríguez su plegaria.

Bueno, es casi imposible imaginarse que una persona pensante caiga en esa nueva trampa bizantina del Presidente Obrero y su Primera Combatiente: casi imposible, porque la demagogia y los fines electoreros con que viene la” mano peluda” son inocultables.

2. Idiotas y elecciones burguesas

Sólo un idiota (ἰδιώτης) en el sentido original del término –ciudadano que no se preocupa de los asuntos públicos– puede pensar que las elecciones del sistema burgués tengan algo que ver con la democracia. Elecciones no son más que una bolsa de valores de la esfera política, una especie de stock exchange gubernamental, en la que grupos de grandes inversores financian a un “gallo” que en el reality show de las campañas electorales pueda triunfar. Es un sistema de rotación, cuya función es garantizar que todas las élites importantes tengan la misma probabilidad de apropiarse del gran trofeo de la política burguesa: ocupar el Estado y agandallarse la riqueza de la sociedad (plusproducto social). Por supuesto, el “gallo” que gana la pelea debe devolver a los inversionistas su inversión con creces y las debidas ganancias.

No hay mejor ilustración de esta tragicomedia política-mercantil que la campaña electoral en Estados Unidos con los dos candidatos kakistocráticos de la billionaire class (Bernie Sanders). El dúo Dangerous Donald (H. Clinton) y Sleepy Joe (Trump dixit) es una escenificación prototípica del modelo clásico de la rotación intra-élite electoral burguesa. Este modelo, como es evidente, no se puede aplicar a la situación de Venezuela, porque el sistema duopólico partidista ha sido sustituido por una autocracia monocentrísta.

3. Default del sistema electoral

A veces, este mecanismo de organización política de la clase dominante falla, como cuando Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales en Chile en 1970. En estas resquebrajaduras sistémicas de la superestructura política capitalista entran por default los militares y restauran con el terror de Estado el funcionamiento normal del orden burgués.

Foto: diariomasonico.com

En el caso de Chile, la superación formal de la tiranía pinochetista se realizó mediante las elecciones presidenciales democráticas de 1990, implementadas sobre los plebiscitos nacionales de 1980 y 1988. En lo material, sin embargo, la remoción del dictador se debió a dos factores: el heroico intento de tiranicidio de la resistencia armada chilena en 1986, ejecutado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) con importante apoyo logístico y armamentista de los países socialistas, y la creciente lucha de clases del pueblo, que señalizaron a las clases medias, al centro político del país (Democracia Cristiana) y a Washington, que la tiranía de Pinochet era insostenible. La transición hacia “la democracia” vía el demócrata-cristiano Patricio Aylwin (1990) fue la consecuencia de esos factores.

No hay ninguna configuración de poder en Venezuela actualmente que se asemeje a ese proceso de Chile, hecho por el cual es utópico pensar que las amañadas “elecciones” maduristas del 6 de diciembre pudieran reproducir el impacto anti-dictatorial andino, como pregonan los oportunistas del espectro político caribeño.

4. El propósito de las “elecciones” de Maduro

Si la función de la “elección” convocada por Maduro no es la de Estados Unidos ni la de Chile, entonces ¿cuál es? Excepto para los oportunistas de derecha como Henrique Capriles, quién ya pactó con el autócrata, y los oportunistas de la izquierda transvesti –como el mejor analista geopolítico de América Latina, Alfredo Jalife-Rahme, llama a los derrotados socialdemócratas criollos reciclables–, la razón de la demagógica propuesta de Maduro es absolutamente clara.

Maduro quiere blanquear con una “elección” al estilo del sufragio general de Italia del 6 de abril de 1924 –celebrado bajo la guía del ex miembro del Partido Socialista Italiano, Benito Amilcare Mussolini y de la Ley Acerbo– a su régimen dictatorial, que desde diciembre 2015 carece del apoyo mayoritario de la población; y que, en apenas un lustro, por corrupción e ineptitud ha destruido al Estado, la economía y la gobernabilidad de la nación venezolana.

Foto: costadelsolfm.org

La camarilla de Nicolás Amilcare Maduro, atrapada entre las ruinas de su Estado fallido, la economía colapsada y la pandemia creciente, trata de escapar el destino de Saddam Hussein, Gadafi y Noriega. Quiere salvar su pellejo vía un acuerdo con la oposición corrupta, que se encuentra favorecida por el indulto selectivo y que está dispuesta a participar en la farsa electoral a cambio de unas canonjías.

5. “Régimen stalinista en capitalismo barato”

La cada vez más acérrima crítica endógena, a la que Maduro ya no se atreve a reprimir, indica, al igual que el indulto y las elecciones, que la entropía del sistema ya es incontrolable y que puede caer muy pronto. Eligio Damas, militante de izquierda, caracteriza al régimen públicamente de la siguiente manera: “Es una concepción stalinista en el manejo del partido y la sociedad, para apuntalar un capitalismo barato, más excluyente que ningún otro…”.

El ex guerrillero y ex asesor marxista del actual represor Fiscal General William Tarek Saab, Toby Valderrama, publica en el blog crítico más importante del país, que “El madurismo invasor se disfraza de chavismo…Es un deber de Patria construir El Ejército Bolivariano que libere a la Patria del madurismo invasor.”
Néstor Francia, Constituyente (ANC) del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), afirmó el 18 de agosto, en una entrevista con Vladimir Villegas en Unión Radio, que las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional pautadas para diciembre “están hechas para que gane el PSUV aun siendo minoría”. “Creo que sería bueno que la gente votara, sobre todo que votara por opciones distintas a las del PSUV porque el PSUV va a ganar las elecciones… Estas son unas elecciones para que el PSUV obtenga mayoría aún con minoría de votos, porque el PSUV no va a sacar ni 30% a los votos correspondientes al padrón electoral”.

Sobre otro engendro engañoso de Maduro, la Asamblea Nacional Constituyente, Francia dice lo siguiente: “Esa Constituyente no ha cumplido con el papel de una Asamblea Constituyente. Esta Constituyente lo que ha servido es para reforzar el poder y control del PSUV. Esa es la verdad y lo lamento mucho y le pido perdón a mis electores por haber sido parte de eso”. Sin embargo, e ilógicamente, el luchador ahora invita a participar en las elecciones venideras. ¿Para qué? ¿Para después emitir el mismo juicio que ahora emitió sobre la espuria ANC?

6. Rebelión de la izquierda tradicional

El 11 de agosto, ante la corrupción, ineptitud y opresión del régimen de Maduro, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y Patria Para Todos (PPT), que durante veintidós años acompañaron fielmente las maniobras electorales del oficialismo, se separaron de Maduro, formando una “plataforma de izquierda” propia para las elecciones, llamada Alternativa Popular Revolucionaria (APR), que cuenta con el apoyo de movimientos sociales, campesinos, obreros y el partido político Tupamaro.

La respuesta del presidente obrero que quiere “la reconciliación nacional” no se hizo esperar. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) desbancó a la directiva nacional de Tupamaro, ordenó la conformación de una junta directiva ad hoc y le adjudicó el poder a otra directiva. Paralelamente está maniobrando para dividir al partido Patria Para Todos e inhabilitar a su líder Rafael Uzcátegui para las elecciones del 6-D.

7. Condicionar participación electoral

La convocatoria electoral, el indulto y otros parámetros emergentes, junto con el arrecio del bloqueo petrolero y de oro por parte de Washington, demuestran que el régimen ha llegado a su fin. Es una empresa en bancarrota y así debe negociarse las elecciones con Maduro. El decálogo mínimo sería el siguiente: 1. Liberación inmediata de todos los presos políticos. 2. Posposición de las elecciones para mediados del 2021 para garantizar su organización democrática y transparente. 3. Reestructuración del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Supremo de Justicia. 4. Organización y supervisión de este proceso preliminar por una comisión de alto nivel de Cuba, México y Uruguay.

¿Por qué estos tres países? Porque Cuba apoya a Maduro, Uruguay está en contra y México, por la Doctrina Estrada, es neutral. ¿Y, por qué no Brasil y Argentina? Porque el inepto gobierno neofascista de Bolsonaro tiene cero prestigio y calidad moral a nivel mundial, mientras que el margen de maniobra de Alberto Fernández está seriamente limitado por la inflación, la deuda externa impagable, el avance del Covid-19, los talibanes de la pampa húmeda (Cristina Kirchner) y un creciente malestar de la oligarquía, del pulpo Clarín y de los militares.

8. Comprando misiles a Irán

Maduro no aceptará las condiciones expuestas en el párrafo anterior, porque es un embustero político fuera de la realidad, al igual que Saddam Hussein, Gadafi y Noriega en su momento. Ni siquiera entiende, que su torpe bluff, su demagógica “amenaza” de comprar misiles a Irán, simplemente adelantaría un ataque preventivo militar de Washington, que con un par de misiles cruceros disparados desde submarinos sumergidos acabaría con la fuerza aérea de sus generales de pacotilla. Y, si realmente hubiera un enfrentamiento –sin dudar ni un momento de los gallardos soldados venezolanos– terminaría como el de la dictadura argentina en las Malvinas.

9. México, Cuba y Uruguay deciden

¿Qué es lo que tendrían que hacer los gobiernos de México, Cuba y Uruguay ante la hibris del dictador? Tendrían que hablar con China y Rusia, que son los únicos sostenes materiales que le quedan al autócrata; para explicarles, que la única posibilidad real de proteger sus intereses geoestratégicos en Venezuela es la salida negociada de Maduro.

Para “la izquierda mundial” y la “izquierda transvesti” también es la única solución posible, si se quiere evitar la repetición de lo que pasó en Irak, Libia y Panamá. Y, por supuesto, si se quiere terminar con una situación, en la cual el pueblo de Bolívar es rehén de una dictadura burguesa sin futuro, que ni por razones pragmáticas, ni por razones políticas o éticas se puede seguir apoyando.




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