La situación de Modibo
Sagnan en la Real no debe ser sencilla. Imanol
Alguacil envió mensajes inequívocos durante la pretemporada en los que dejaba claro que no contaba con él, pero se quedó en la plantilla porque el club no encontró un sustituto a Diego
Llorente bueno, bonito y barato. En los entrenamientos, su nombre es que el más pronuncia el técnico txuri urdin, que no para de corregirle y abroncarle. A la hora de hacer las alineaciones, el matrimonio que forman Aritz y Le
Normand era indisoluble, de esos que sólo la muerte separa. Sin embargo ayer, en pleno calentamiento, Aritz notó un pinchazo en su cuádriceps derecho e Imanol no tuvo más remedio que recurrir al central de origen malí para recomponer la zaga.
Sorpresa en el ‘once’
Su presencia en el ‘once’ sorprendió a muchos, que minutos antes habían leído la alineación sin que esta delatara su presencia. Alguno debió pensar incluso que Imanol se había vuelto loco e inmediatamente todas las miradas se clavaron en la imponente figura del francés, que lógicamente salió nervioso.
Su primer pase fue un balón al contrario y el segundo, un desplazamiento con su pierna derecha sin aparente dificultad, se fue por la línea de fondo para regalar un córner al Nápoles. Oyarzabal se acercó entonces hasta él para tratar de animarle. Cuando muchos seguramente se hubieran encogido, Sagnan demostró personalidad para venirse arriba y dejar entrever el central que puede ser.
El de Saint-Denis se anticipó para cortar un balón, buscó pases interiores, de los que saltan líneas, para salvar la presión del Nápoles y hasta se atrevió con una conducción por dentro plena de potencia que no le llevó a ningún sitio, pero que seguramente en un Anoeta lleno hubiera arrancado el aplauso de los aficionados.
En la segunda mitad Sagnan siguió dando muestras de solidez, imponiéndose en los pocos duelos que tuvo con el gigante Petagna. El jugador txuri urdin comenzaba a ganarse crédito, hasta que llegó la acción desgraciada que terminó decantando el partido.
Politano tiró una diagonal desde la banda derecha hacia el centro, apoyándose en Bakayoko, y soltó un zurdazo durísimo que en su trayectoria rozó la cabeza de Sagnan, que apenas tuvo tiempo para reaccionar, viendo cómo el balón se colaba en las redes de Remiro. Instintivamente se llevó las manos a la cabeza mientras se agachaba en un evidente síntoma de desesperación.
Esta noche le habrá costado conciliar el sueño, pero tendrá que pasar página cuanto antes porque seguramente el domingo tenga que volver a demostrar que la Real tiene en su plantilla un central en el que confiar.
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